La casa del árbol de jazmines

174 16 16
                                    


Era el tercer día de la primera semana del mes, lo que me suponía la prohibición de cualquier tipo de novedades y condenaba mis sentidos a un estado de escepticismo prácticamente hermético del que era una fiel esclava.

"Esta casa es un poco grande para una sola persona." Le dije al agente de bienes raíces que me acompañaba esa mañana.

Estábamos en el recibidor de una casa, que era la primera del día pero la octava en tres.

Por lo que podía notar, todo estaba decorado y amueblado, además que el espacio disponible era bastante y no me quedaba tan lejos del centro. Tenía claro que ese precio tan bajo por semejante espacio debía de tener una razón que probablemente espantaba a todos los compradores, pero fuese lo que fuese, no tenía tiempo para esas cosas. Eché un vistazo a mis alrededores con cierto desgano, porque estaba harta de ir para todos lados buscando una casa decente que no me quedara a dos horas del trabajo.

"No cierre su mente, señorita Jauregui." Respondió él vendedor, sonriendo brillantemente mientras se adentraba un poco más en la casa. "La dueña anterior era una joven como usted."

"Mm." Solté con cierto desdén, notando la ligera capa de polvo que cubría los muebles.

Él me habló maravillas de la casa y del vecindario, cómo no. Dirigió su discurso desde los posibles "lazos amistosos" que podría crear con mis nuevos vecinos, hasta las fiestas más divertidas y alocadas que podría hacer y para finalizar, por supuesto, usó el famoso "... es ideal para levantar una familia, con espacio para estudios, habitaciones para los niños y de huéspedes."

Familia.

La mención del tópico levantó un burbujeo en mi estómago, que inmediatamente hizo sudar mis manos.

"¿Esto está dentro del presupuesto que le dije?", pregunté de repente.

Observé la cara del hombre, un poco desencajada porque probablemente lo había interrumpido en medio de otra inútil fase discursiva para hacerme comprar la casa.

"Ah..." Él tomó apresuradamente su maletín, de donde sacó un par de carpetas. "Sí, señorita. Sí."

Eché un vistazo a la casa una vez más. Tenía que ser realista, me estaba quedando sin tiempo, sin dinero y ésta casa era lo único adecuado dentro del montón de cosas que me estaban pasando. Probablemente sea muy grande para mí sola, sí, pero de cualquier manera había aceptado mi destino desde hace tiempo, el cual consistía en rondar como un fantasma todos los rincones de donde sea que viva, porque yo no tengo calma en ésta vida.

"Está bien." Suspiré. "¿Cuándo podría comenzar mi mudanza?"

"¿Qué?", preguntó el hombre. "¿Ha decidido ya?"

"Sí." Le dije. "Es lo más cercano al centro que he encontrado y honestamente, no tengo tiempo ni dinero para más nada, así que..." Me encogí de hombros. "¿Cuándo me puedo mudar?"

"¡Se lo haré saber!" Exclamó él, perplejo pero alegre. "¡Apenas arregle todo el papeleo, se lo haré saber!"

Asentí para después comenzar una caminata hasta la salida, donde me detuve en el porche para ojear los alrededores. Las casas eran coloridas, con jardines preciosos y cercas bien pintadas. El sol era radiante y el ambiente era tranquilo, por lo que comencé a alimentar la idea de que había tomado una buena decisión.

"Espero que disfrute todo cuando comience a ocuparlo, señorita." Dijo mi acompañante, distrayéndome del monólogo interno.

"Gracias, señor. La verdad es que yo también lo espero." Le respondí, bajando la mirada para rebuscar mis lentes de sol.

In a Week (CAMREN) #PhotographLCDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora