¡Qué comience la fiesta!

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Fernanda estaba en su salón, sola, pues no había nadie más que ella en él.
Esta sería la perfecta oportunidad de comenzar con mi venganza. Entré al salón y le dirigí la palabra.
-Vaya vaya, pero a quien tenemos aquí. La misma niñita que me arruinó la vida. Ojalá te mueras. Causaste mucho dolor en mí. ¿Por qué no le dijiste la verdad a las autoridades? ¿Por qué no les dijiste que querías matarme? Cobarde. Tu maldita obsesión no te llevará a nada bueno. ¿Qué quieres lograr con...?
~Callate. Idiota. Tengo mis razones. Lárgate o gritare para que te vuelvan a suspender. Mejor dicho, para que te expulsen de una vez por todas.
-El que no la debe, no la teme.
~Jajaja (risa sarcástica)¿Seguro? Entonces no temas. ¡Aaaaaaa! ¡Me quiere golpear! ¡Auxilio!
-Maldita perra. Me la pagarás.

Salí corriendo. Si quería mi venganza, necesitaba planear algo efectivo.

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