Oculto en la noche

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Mis padres estaban convencidos de que tenía que enfrentar mis miedos.

Por mucho que les insistí y les dije que siempre que me quedaba en la casa de campo de la abuela, algo raro y aterrador me pasaba, no me dejaron ir a pasar el fin de semana con ellos.

Según decían, todo estaba en mi imaginación. Pero no, estoy seguro. Era real. Ya lo había escuchado hablarme claramente en otras ocasiones, aunque nunca me atreví a contestar.

Finalmente, mis padres se fueron.

La abuela era realmente muy vieja, y no podría defenderme en caso de que algo pase. De hecho, aunque pudiera, tardaría varios minutos en subir la escalera hasta mi habitación.

Durante el día estuve algo ansioso. Si bien no pasaba nada raro, era consciente de que, al llegar la noche, iba a volver.

Cuando se escondió el sol, traté de mantenerme calmado y distraerme con algo. Sin embargo, no había mucho que hacer, la casa era antigua, no tenía televisión ni nada con qué entretenerme.

Sólo había una antigua colección de libros que pertenecieron al abuelo. Tomé de la biblioteca una pila de aproximadamente unos quince. Llevaban años ahí, estaban cubiertos de un seco polvo, el cual limpié cuidadosamente.

Leí un poco de cada uno, pero al no llamarme la atención, los dejaba rápidamente luego de unas páginas.

Sin embargo, hubo uno que me interesó particularmente por sobre el resto. Se titulaba "Diario Secreto de Alexander Noel Rossi". Era el diario de mi abuelo, quien había muerto años atrás en un asilo víctima de largas y constantes alucinaciones.

Abrí en una página al azar y empecé a leer. Todo iba normal. Contaba sus días en convivencia con mi abuela, alguna discusión y luego la reconciliación. Sus tardes yendo a apostar con sus amigos. Lo común, en resumen. Hasta que leí una parte de unos meses antes de su muerte que decía: "Lunes 13 de septiembre de 1982. Mi familia no me cree nada. Insisten en que mi salud mental no es la mejor, por lo que decidí no hablarles mucho del tema. Pero las voces son reales y están en la casa, estoy seguro, no estoy solo en las noches. Ayer, pedí que me transfieran a un asilo con la esperanza de que me dejen en paz"

Entonces era cierto. Todo lo que escucho y siento cuando paso las noches en la casa de mi abuela es real. Después de todo, ¿qué posibilidad habría de que tanto el abuelo como yo tuviéramos el mismo problema de salud mental? Ninguna, en absoluto. Y aunque así fuera, era todavía menos probable que escucháramos lo mismo, en el mismo lugar.

Tenía miedo de seguir leyendo. El sol ya se había ocultado totalmente. Y podía ver la luna desde la ventaba de la habitación. Quise cerrarla, pero no me atreví a acercarme a ella. Me quedé sobre la cama.

Leer eso, obviamente me había asustado todavía más de lo que ya lo estaba. Significaba que todo lo que creía sobre las voces era cierto y, al igual que a mi abuelo, mi familia no me creía.

Estaba muy asustado, no me sentía capaz de salir de la habitación, temía lo que podría encontrar. Contrariamente a lo que se podría suponer, la certeza sobre las voces era mucho peor que las dudas sobre su veracidad.

Temía quedar con la mente en silencio, necesitaba mantenerla ocupada con algo. De esa forma, tal vez, no escucharía a nadie hablándome.

Decidí continuar leyendo. Abrí otra página al azar, decía así: "Miércoles 6 de octubre de 1982. Mañana, finalmente, me mudo al asilo. Cada noche en esta casa es una tortura. Creo que esas voces han pasado a ser figuras, sin embargo es todo muy confuso y no llego a distinguir nada en la oscuridad. No aguanto una noche más en este lugar".

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2016 ⏰

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