Capitulo 8: Reencuentros

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Las palabras de Kay le helaron hasta lo más profundo, se sentía fría, helada, por unos cortos instantes olvidó como respirar y su corazón como latir.

—"Debo salir de aquí" —fue su pensamiento desesperado.

Pero Kay parecía haber leído sus pensamientos y tomando su mano la hizo girar un par de veces antes de aprisionarla nuevamente en un abrazo posesivo.

— ¿Dónde vas? —Preguntó molesto en un susurro engañosamente suave — ¿no recuerdas que estabas por dar todo un show? pues déjame ayudarte querida. No me volverás a dejar plantado. Bailaremos lo que ibas a bailar, y lo haremos tan bien que ninguno de estos imbéciles se atreverá a decir que manchamos nuestro nombre ni reputación —rugió en su oído mandándole olas de electricidad por todo su cuerpo.

"Es solo una actuación Kat "—se dijo a ella misma inspirándose valor al verse atrapada y sin salida —"Una presentación más" —repitió — "una más" —volviéndose hacia él lo miró con fiereza —". Es solo una presentación, y él no es Kay" —reafirmó —"Es otro compañero de valet. ¡Recuérdalo! Solías bailar con distintos chicos, es solo uno más. Esta pieza y luego ya verás cómo es fácil escapar."

Melina se relajó, cerró los ojos y se imaginó en un espacio vacío sin nadie alrededor, Al abrirlos, vio otra realidad, no había más gente alrededor, se encontraba en el salón de su escuela de artes donde tantas veces había practicado con sus compañeros. Se vio a ella misma con otras ropas, un vestido negro de encaje con una abertura al costado. El mismo vestido que usara en su última presentación para el festival internacional de tango en Argentina.

Vio a Kay a los ojos y borró su rostro colocando en su lugar a un extraño.

"Es solo un baile más. Una presentación más" —volvió a repetirse a sí misma — ". Hazlo bien, y olvídate de él. Demuestra que ya no nos afecta."

Y con ese pensamiento en mente se posicionó nuevamente delante suyo con firmeza y un toque tan seductor que dejo perplejo a Kay.

Se acercó a él y tomando sus manos las fue colocando sensualmente sobre su cintura como siempre fue su rutina en las presentaciones, una mirada completamente seductora que lo dejo por un instante sorprendido.

"¿Asako?" — Se preguntó Kay a la vez. Y estaba seriamente comenzando a dudarlo ¿Se habría equivocado de chica?

Ya no había tiempo de dar marcha atrás, todo el mundo los estaba mirando. Él había propuesto dar un show y no se retractaría.

El baile para él no era difícil y nada complicado. Su padre le había enseñado que la mejor manera de atrapar a una mujer era en la pista de baile, porque no había muchas mujeres que resistieran el encanto de un buen bailarín. Por ese motivo lo instruyo en varios y muy diversos tipos de baile mundiales. Nunca era sabido cuando se buscaría atrapar alguna jugosa presa en el juego.

Además él no quedaría en ridículo frente a nadie.

La música fue llevándolos lentamente a una especie de nirvana que ninguno de ellos esperaba pisar. Cada paso, cada roce, cada movimiento era tan calculado que en su afán de probar al otro que no caerían en las redes del oponente se fueron dejando llevar.

No se dieron cuenta cuando, ni en qué momento. Pero habían perdido el norte, cada movimiento más sensual de lo que debiera ser, cada roce más profundo, cada caricia una muerte lenta.

La atracción entre ellos era tan evidente que destilaban deseo a cada paso que daban, cada vuelta que realizaban, y cada encuentro cercano que había entre sus labios. El aliento del otro quemaba, pero aunque el deseo los mataba por perderse en los labios de su compañero, había algo que los frenaba y los alejaba volviéndolos a adentrar en el papel que estaban jugando.

El despertar del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora