Capítulo 47

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Capítulo cuarenta y siete
"Es solo el comienzo"

Tom, en un estado de creciente preocupación y frustración, se dio cuenta de la ausencia de su anillo. La sensación de pérdida lo invadió mientras buscaba frenéticamente por todo el baño, revisando cada rincón en busca de la valiosa joya. La idea de que alguien pudiera haberse atrevido a robarle lo perturbó profundamente, y sus pensamientos se dirigieron inmediatamente hacia Leah, la única otra persona presente en Hogwarts que podría haber tenido acceso a su pertenencia.

Siguiendo su instinto, se encaminó hacia el río Boix, donde avistó a Leah inmersa en lo que parecía ser un intento de destruir algún objeto. Desde su escondite entre los árboles, Tom observó con atención mientras la joya saltaba repentinamente, provocando una reacción de sorpresa en Leah. Sin perder un instante, Tom actuó rápidamente con su varita, haciendo desaparecer el objeto ante los ojos de la joven.

A medida que contemplaba la reacción de Leah, Tom se sintió consumido por una mezcla de ira y determinación. Había descubierto que Leah estaba tramando algo, y el hecho de que ella pudiera haber presenciado su momento de vulnerabilidad en el baño solo avivó su indignación. Ahora, más que nunca, estaba decidido a desentrañar los planes de Leah y detenerla antes de que pudiera llevar a cabo cualquier acción perjudicial.

El ambiente en la sala común de Slytherin era tenso, impregnado de una atmósfera cargada de anticipación y hostilidad disimulada. Tom, sentado en su cama con una sonrisa maliciosa, aguardaba con una mezcla de ansiedad y determinación el momento crucial que se avecinaba. La puerta finalmente se abrió, y Leah entró, aparentemente serena pero con una mirada que no lograba ocultar su inquietud.

La conversación entre ambos estaba llena de dobles sentidos y tensiones no resueltas, cada palabra pronunciada resonaba en el aire con un peso ominoso. Tom, con su sonrisa cautivadora y su actitud confiada, parecía estar en control de la situación, pero Leah también mostraba una determinación implacable, como si estuviera preparada para cualquier eventualidad.

Al salir de la sala común y adentrarse en los corredores del castillo, el silencio reinaba entre ellos, aunque en sus mentes bullían pensamientos turbulentos y planes secretos. Tom contemplaba la posibilidad de usar la legeremancia para indagar en los pensamientos de Leah, pero sabía que ella podría detectar cualquier intento intrusivo en su mente.

Cuando llegaron al bosque prohibido, el ambiente se volvió aún más opresivo, con la densa vegetación y los árboles retorcidos creando una sensación de claustrofobia. A medida que avanzaban entre los árboles, cada uno estaba alerta, consciente de que estaban llegando al momento culminante de su encuentro.

Las raíces de los árboles comenzaron a moverse, anunciando el peligro inminente, pero Tom, con su astucia habitual, logró anticipar el plan de Leah y actuar con rapidez para neutralizar la amenaza. Su grito de indignación, aunque fingido, logró sorprender a Leah, revelando su ingenio y su habilidad para mantener el control incluso en las situaciones más adversas.

Mientras ambos se enfrentaban en medio del bosque oscuro, el suspenso se palpaba en el aire, cargado de emociones intensas y conflictivas. En ese momento, cada uno estaba decidido a luchar por sus propios intereses, sin importar las consecuencias que pudieran surgir.

Antes de que Leah pudiera reaccionar, Tom actuó con una destreza sorprendente, desarmándola rápidamente y frustrando su plan. - ¡Maldición! - gritó Leah, con los ojos chispeando de rabia mientras se enfrentaba a la mirada tranquila de Tom.

Ambos estaban ahora en pie, frente a frente, con una tensión palpable entre ellos. Leah, con el ceño fruncido y los puños apretados, emanaba una furia incontrolable, mientras que Tom, con una expresión serena pero firme, mostraba una calma que solo intensificaba la ira de Leah.

La discusión comenzó, con acusaciones lanzadas de un lado a otro en un torrente de palabras afiladas. Leah culpaba a Tom por todos los males en su vida, arrojándole acusaciones con cada respiración entrecortada. - ¡Tú eres el responsable de todo esto! - gritó, con una furia que amenazaba con desbordarse.

Tom, por su parte, respondía con una tranquilidad calculada, contrarrestando cada acusación con argumentos racionales y calmados. - No puedes culparme por tus propias decisiones, Leah - dijo, su voz resonando con una serenidad fría mientras mantenía su compostura frente al torrente de emociones de Leah.

La discusión continuó, cada uno luchando por hacerse escuchar sobre el rugido del viento entre los árboles del bosque prohibido. Las palabras se entrelazaban en un duelo verbal, cada uno defendiendo su posición con una determinación feroz. Pero a pesar de la intensidad del momento, Tom permanecía tranquilo, como un faro de calma en medio de la tormenta de emociones de Leah.

- ¿Cómo puedes ser tan insensible? ¡Lo arruinaste todo! -gritó Leah, con los ojos llenos de lágrimas de frustración.

Tom la miró con seriedad, sus ojos reflejando una mezcla de compasión y determinación. - No puedes culparme por tus propias elecciones, Leah. Tú tienes el control de tu vida, no yo.

- ¡Pero tú me manipulaste! ¡Me diste el poder y luego lo usaste en mi contra! -respondió Leah, con voz temblorosa pero llena de furia.

Tom suspiró, sacudiendo la cabeza con tristeza. - No te di el poder para lastimarme, Leah. Te di mi confianza, y tú decidiste cómo usarla. Esa responsabilidad recae en ti, no en mí.

Las palabras resonaron en el aire entre ellos, cargadas de un peso que ninguno de los dos podía ignorar. La tensión era palpable, como una cuerda tensa a punto de romperse. Pero a pesar de todo, Tom mantuvo su compostura, mientras Leah luchaba por contener la marea de emociones que amenazaba con abrumarla.

- Leah, escúchame -dijo Tom, con una voz más suave, pero firme-. No puedo permitir que sigas cayendo en la oscuridad.

Leah lo miró con incredulidad, sus ojos brillando con un brillo de desafío. - No tienes derecho a decidir por mí, Tom. Tú no eres mi salvador.

Tom la miró con intensidad, sus ojos transmitiendo una mezcla de dolor y determinación. - No pretendo ser tu salvador, Leah. Solo quiero que encuentres tu camino de regreso a la luz.

- ¿Por qué no lo entiendes, Leah? -insistió Tom, su voz cargada de emoción-. No quiero perderte. No quiero que te pierdas a ti misma en esta oscuridad.

Leah lo miró con rabia, sus puños apretados con furia.
- ¡Déjame en paz, Tom! ¡No necesito tu ayuda! Tu me hiciste asi... para luego dejarme de lado y seguir con tu maldita ambición.

Tom se acercó a ella con determinación y, con movimientos rápidos, desató el collar que colgaba del cuello de Leah. Lo sostuvo en su mano con cautela, como si fuera una serpiente lista para atacar.

- Este collar... creo que es parte del problema -dijo Tom, mirando el objeto con sospecha-. Quizás, al liberarte de esto, puedas empezar a encontrar tu camino de vuelta a ti misma.

Sin esperar una respuesta de Leah, Tom le lanzó un hechizo que la dejó inconsciente en el suelo. Se inclinó sobre ella por un momento, su mirada llena de dolor y anhelo, antes de levantarse y alejarse, dejándola sola en el bosque oscuro.

Tom caminaba por el oscuro bosque, con el peso de la decisión sobre sus hombros. A pesar de todo, no podía evitar sentir un profundo amor por Leah, incluso en su forma más oscura y descontrolada. Recordaba los momentos de complicidad, las risas compartidas, y cómo juntos soñaban con un futuro lleno de grandeza.

Sin embargo, la oscuridad que consumía a Leah estaba obstaculizando sus planes y ambiciones. Se daba cuenta de que, para alcanzar la grandeza que tanto anhelaban, necesitaba a la Leah inocente y valiente que había conocido al principio del año, no a esta versión llena de odio y resentimiento que él mismo había contribuido a crear.

A pesar de todo, sabía que debía apartarla del camino. No era por odio ni rencor, sino por un deseo de protegerla, de liberarla de la oscuridad que la había consumido. En su mente, aún perduraba la promesa que habían hecho en ese mismo bosque, de compartir la grandeza en el futuro. Pero ahora, la realidad les imponía un camino distinto, uno en el que Tom debía actuar en solitario para alcanzar sus metas, mientras esperaba secretamente que algún día Leah encontrara su propio camino de regreso a la luz.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora