Parte única.

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  Jungkook un niño de doce años, asiste a diferentes psicólogos durante la semana, él está convencido de que puede ver colores en las voces, colores que salen disparados de los labios definiendo una personalidad.

 Jungkook no cree que esto sea algo malo, cree que es fascinante, estar rodeado de tantos colores lo hacen a Jungkook destacarse mucho en la pintura de cuadros abstractos, pero sin embargo, su madre está convencida de que esto le hace mal a su niño.

 El psicólogo de Jungkook le anunció a su madre que su turno de las seis de la tarde se vería retrasado. El chico, como era de esperarse, se emocionó. Lo primero que le pidió a su madre fue ir a recorrer la plaza. Ella no podría saber lo enfermizo que era para Jungkook ir a aquel lugar, ir allí implicaba ver a cada segundo las voces de diferentes personas, diferentes colores prometedoras mezclándose entre sí para hacer nuevas combinaciones, aires chocando implicaban arco iris personales para el niño, sus ojos brillaban ante tal hermosura, aunque para los adultos solo era un niño escuchando conversaciones ajenas.

 Jungkook caminó de la mano de su madre hasta una plaza cercana, en cuanto llegaron, el chico corrió libre. Las primeras personas que divisó eran dos jóvenes que estaban corriendo mientras charlaban. La boca de una de las chicas disparaba colores rojizos y la otra colores anaranjados. Jungkook ya sabía que estos colores representaban a alguien activo, en sus doce años de vida había aprendido a identificar las voces.

 La madre del niño se sentó bajo un árbol pidiéndole a su hijo que no se alejara demasiado, JungKook, hizo caso omiso a esas palabras ya que siguió correteando tranquilo hasta que vio detrás de unos árboles lo que parecía una manada de perros, de atrás de esos árboles se podía apreciar un arco iris de colores, como si fuera un salpicado de pintura en el aire.

 Jungkook se emocionó mucho, nunca había logrado juntar a perros con diferentes caracteres, pero estos sin embargo le estaban dando una muy buena vista al menor.

 El pequeño, con una fuerte emoción corrió hacia aquellos dichos árboles. Lo que vio luego lo dejo perplejo, nunca había experimentado aquello. Un joven estaba allí, de unos aparentes 15 años de edad, era más conocido en la plaza como Hoseok, cuidador de perros. De la boca de este salían todos los colores más puros de los que Jungkook tenía conocimiento, el joven le hablaba con tanta dulzura a los caninos que Jungkook por un momento se entusiasmó pensando que las palabras iban dirigidas hacia él.

— ¿Cómo lo haces? —Preguntó el menor. El mayor, volteando hacia aquella voz, le dirigió una sonrisa, Jungkook, estaba recalculando gravemente su teoría de que los ángeles no existían.

—Emmm... Es fácil después de un tiempo, eso supongo. —Habló avergonzado refiriéndose a los animales. Ho Seok recordó de inmediato cuando tenía fobia a cualquier ser vivo, hasta que un psicólogo lo ayudo de tal manera que ahora puede encargarse de siete de ellos al mismo tiempo.

—Hablo de tu voz. —Interrumpió sus pensamientos y fascinado tocó los labios de aquella persona desconocida, era algo muy atrevido por su parte, pero él no tenía conciencia de que su admiración sería algo extraña.

—La tuya también es bonita. —Respondió con la misma calidez con la que era reconocido por todos, y con suavidad apartó la mano que apretaba sus labios.

 Los negros ojos del menor brillaron, nunca nadie le había respondido que su voz era bonita, nunca nadie le había dicho aquella que él sabía, era una mentira. La voz de Jungkook era de color negro, o al menos así la veía él, pero saben algo, el negro no es un color en realidad, y Jungkook esto lo sabe, piensa que si no tiene un color definido entonces no tiene voz y si no tiene voz, tal vez él no debería existir. Por eso este chico, cuyo nombre es Hoseok podría ser su salvación de la muerte si tan solo le prestara uno de sus bonitos colores, porque sí, este niño de doce años piensa en el suicidio todos los días que se atreve a mirarse en un espejo.

 La madre del niño interrumpió ese momento de "ojitos tiernos" con gritos desde lo lejos.

— ¿Te llamas Jungkook? —Indagó Hoseok al escuchar tal nombre de los labios de la mujer, en cuanto el menor asintió, él prosiguió— Te buscan. Por cierto, tu nombre también es bonito. —Sonriente echó una mirada a los animales a su cuidado.

—G-gracias —susurró sintiéndose ruborizado, ya que su vista no se apartaba de los labios contrarios—. Mañana quiero... Encontrarme contigo de ser posible —terminó de manera poco audible.

—Por supuesto —el superior buscó en su chaqueta una de sus tarjetas de presentación, cuales daba a las personas para si alguno quería que cuidara de su perro— Lo veo mañana. —Dijo antes de que la mujer con otro grito los interrumpiera.

 JungKook caminó cabizbajo hasta su madre, ya que tenía clavada su mirada en aquella tarjeta que decía "Hoseok", sabía que su hora de ir al psicólogo había llegado, pero él sin embargo ya había encontrado su medicina, ese chico iba a salvarlo.

 Así pasó lo que restaba del día, en la mañana siguiente una gran tormenta se desató, todos los que empleaban a Hoseok cancelaron sus turnos de paseo canino, a lo cual el menor sin tener trabajo esa tarde podría tomarse un descanso, al menos eso pensó hasta que recordó al pequeño Jungkook.

—Él no sería tan tonto de ir hoy con esta tormenta... Claro que lo sería, es solo un niño. —Habló solo hasta que por fin salió en un disparo a tomar su abrigo y su paraguas.

 Para el momento que salió de la casa de sus padres hasta la plaza ya estaba empapado, había salido en el punto mayor de la tormenta, pero finalmente había llegado a destino y podía modular su respiración con tranquilidad. Pensó en ir a la arboleda que se encontraba cuando vio al menor, pero sin embargo, esto no fue necesario, la única persona que estaba alrededor ya estaba frente a él, con un paraguas transparente.

—Estás loco. —Dijo el mayor agitado.

—Viniste —se alegró Jungkook y se dedicó a ver los labios morados de Hoseok, debido a su aliento un arco iris parecido a la niebla caía de sus labios.

—No deberías de haber salido solo y con esta tormenta. —Observó el mayor.

—Pero tú estás aquí, ya todo está bien. —mordió su labio inferior, tratando de acomodar sus ideas.

 Hoseok sonrió, podía notar que el menor estaba mucho más bonito que la primera vez que se vieron ya que se había arreglado como si de una cita se tratara. También se dio cuenta de que la mirada del menor estaba posada en sus labios, algo que disfrutó, se tomó unos segundos para cerrar su paraguas y meterse debajo del contrario. Jungkook sonrió algo tímido, pero feliz. Hoseok simplemente aprovechó ese momento para besar sus labios cortamente, se separó pegando sus frentes, sabía que Jungkook quería eso ¿Por qué otro motivo miraría sus labios sino? Hoseok estaba en lo correcto, Jungkook no tardó en tomar su nuca y unir sus labios en un beso más intenso, había estado planificando esto toda la noche, quería mezclar sus labios, mezclar sus alientos y saliva, solo así podría tener su color único, Hoseok era la salvación de Jungkook y sus labios tal vez una perdición.


 Este es un One-Shot corto, pero muy especial para mí, es para festejar cinco cosas muy importantes: 

 1. Especial año nuevo.

2. Especial mis XV años. 

3. Especial mis 100 seguidores. 

4. Especial finalización de mi primera novela.

5. Especial 1k en votos. 

Muchas gracias por seguirme, les estoy muy agradecida, comenten por favor. 

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El color de tu voz [K-Hope] ···One-shot···Donde viven las historias. Descúbrelo ahora