La entrada de Bimes.

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Paul

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Paul

La estábamos buscando pero ella vino a nosotros, y trajo compañía.
No me fiaba de Theo y me daba la sensación de que tenía motivos suficientes:
Primero, era sato.
Segundo, él y su hermano secuestraron a Saura.
Tercero, era sato.
Cuarto, podría ser una trampa.
Quinto, ¡era sato! ¡SATO! Y por lo poco sabía sobre los satos, ellos y las guerras estaban muy relacionados.

La verdad es que siempre fui muy desconfiado, hasta con mi abuelo. Siempre supe que era él quien comía mis galletas -y no cualquiera galletas, si no mis galletitas saladas-. Echaba de menos las galletas, a mi madre, a mis amigos y en especial a mi abuela.
-¿Te vas a tomar la leche o le vas a pedir un autógrafo?- dijo Lea. Estaba bastante guapa sin el traje de la guardia. Aquel día llevaba unas mallas y un jersey gris. Peter llevaba una camisa azul oscura y su mono
beige, pero los tirantes los tenía colgando.
Todos teníamos ojeras, sobre todo Theo y Peter. Fedrick me había dicho que habían dormido en la misma habitación. Libra estaba en la litera de arriba con Lea y Saura, y Harry, Fedrick y yo dormimos en los sofás de la taberna. Eran de un rojo oscuro y estaban llenos de cortes y partes rotas. Había que ahorrar, la posada no era gratis.
Por la noche, Harry había al baño, arriba, y cuando volvió nos dijo que había visto a Theo entrar en la habitación de Saura y Libra salió de ella para hablar con Peter en el pasillo. Me concentré en mojar la galleta en la leche para que quedase blandita. Desayunamos leche y galletas Wimbur, las típicas de Zodiaco.
Peter sonrió y se levantó, le susurró algo a Libra, ella se levantó con él y salieron de la posada.
-A ver si se aclaran- murmuró Lea.
-¿A qué te refieres?- pregunté un tanto confuso.
-A ver si Peter le dice a Libra que le gusta y acaban con ese rollo raro de parecee novios pero sin serlo.
-Es verdad- dije - hasta Theo se ha enterado. ¡Y Saura y él van más rápido que Peter y Libra! Y mira que to llevo aquí poco tiempo...
-Que indignante, nosotros, como fans de su historia de amor necesitamos que surja algo. ¡Que nos tienen a dos velas!
-Fans de su historia de amor...-repetí riéndome. Terminé mi desayuno y Lea y yo empezamos a hablar de lo sucedido durante la noche, pero la puerta se abrió de golpe.
-Vámonos, ¡rápido!- gritó Peter, entrando en la posada.
-¿Qué pasa?- preguntó Lea levantándose.
-Satos, vienen hacia aquí.- contestó Libra.
-Rápido, coged todo arriba y venid conmigo- dijo el tabernero-tenemos que evacuar.
Sacó una caja de cristal, con una palanca conectada y engranajes algo oxidados en su interior y empujó la palanca, con fuerza y de forma costosa. Unas cadenas que salían de la caja y que escalaban por la pared hasta el tejado, empiezaron a moverse. Después, el sonido de lo que creí que era un tambor empezó a sonar en el interior de la posada y de la taberna. Todos los huéspedes bajarom, algunos aún en pijama.
-¿Malos?- preguntó un duende, un señor bajito y con una espesa barba blanca. Destacaba por sus grandes orejas de elefante y sus ojos saltones.
- Sí, vamos, ¡rápido!- el tabernero presionó un botón y se abrió un
agujero en la pared. Un callejón sin salida, o eso parecía.
-¡Lise! ¡Vamos!
Lise, o pensé que era ella, llegó con las maletas y mochilas de todos los hospedados, que, al parecer, no superaban los veinte.
Peter estababcon Libra, dispuesto a protegerla pasase lo que pasase. «Es muy capaz protegerse ella misma», pensé.
Entramos en el agujero, sin que nos diese tiempo a pensar, y este se cerró.
-Aquí hay un portal.- dijo Fedrick seguro.
-Silencio- susurró Lise y se escucharomñn varios "shh" dispersos y distantes. Notamos un golpe brusco en la puerta, el forcejeo de los satos, intentando abrir el cierre resistente que esta tenía. Y de repente un estruendo, habían roto la puerta y estában entrando. Los murmullos cesaron en el agujero. Contuve la respiración con el corazón acerelado, se escuchaban susurros de los satos, en un idioma que no lograba entender.
-Vamos Steven, rápido- susurró Lise al tabernero.
-Ya lo intento- dijo él, víctima del estrés- no consigo acordarme.
Se escucharon los roces de los guantes de los satos armados en la pared de piedra.
Se volvieron constantes, hasta que una de las manos se paró en la grieta que separaba la roca de piedra, actuando como puerta en la pared real. La línea de luz que antes entraba, desapareció con la mano del sato.
-Peter, ¿vamos a morir?- preguntó Saura.
-No, si nos cojen será peor- contestó él- nos quitarán todo lo que somos, lo que fuimos. Los recuerdos y hasta la cordura.
-Puedo vivir como una loca, pero no puedo vivir sin recuerdos. Sería
como morir. Morir y saber que antes estabas más vivo. Saber que te lo quitaron todo y no saber ni de quien vengarte.
-¿Te vengarías si supieras quien te hizo olvidar?- susurré.
-No- contesta- porque no sabría sus motivos. No me vengaría de alguien que lo hizo amenazado. No me vengaría de alguien que lo hizo como venganza. Me vengaría de quien lo hiciera por poder o por puro placer.

El libro de Doragon. #EWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora