¿Jugamos?

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Los espíritus son algo sobre lo que todos quieren saber, pero solo unos pocos se atreven a adentrarse en ese tétrico y extraño mundo. Le tememos a lo desconocido, pero aun así la curiosidad es mas fuerte, ese deseo de saber que es lo que es lo que hay más allá de la oscuridad. Curiosidad que tenían estos jóvenes, quienes estaban dispuestos a participar de un ritual disfrazado de juego como lo es "El juego del libro rojo". Nada muy especial si vamos caso, en alguna que otra juntada de amigos puede ser un tema de conversación, quién se atreve a "jugar" con el mundo onírico a través de este y otros modos, por respeto o miedo algunos prefieren no tocar el tema, pero no era este el caso.

       Dos chicos se hallaban frente a los objetos que utilizarían para comenzar a jugar, un libro rojo. Uno de ellos poseía las reglas, porque como en todo juego hay reglas, las cuales eran específicamente cinco. Se necesita un libro rojo de tapa dura y de preferencia sin imágenes. Una vela o luz baja que cumplirá la función de iluminar el ambiente. En cuanto a las preguntas se deben hacer con una mano en el libro, los ojos cerrados y en voz alta. Las respuestas, por otro lado, se consiguen cuando la persona que preguntó, aun con sus ojos cerrados, abre el libro y recorre la pagina con el dedo marcando un punto al azar, y esa, esa será la respuesta. La última regla, si la respuesta no tiene coherencia puede ser por ciertas cosas, una pregunta mal formulada, una pregunta que no se debe responder o simplemente aún no se generó contacto con la entidad, pero, si tiene coherencia, el juego ha comenzado. Una vez que ambos tenían claro esto se decidieron a empezar.

- Empiezo.

- Bueno...

- ¿Hay alguien ahí?

       Pasaron un par de minutos en los que cambiaban turno haciendo preguntas al azar, pero nada, ninguna fue contestada.

- No pasa nada. Es re aburrido esto.

- Espera... Algo tiene que pasar.- puso su mano sobre el libro, cerró los ojos y dijo.- a ver... ¿Cuantos años tengo?

      Su dedo pasó por la pagina, frenó y al ver la respuesta se puso pálido.

- ¿Qué te pasa?

- L-lee esto...- balbuceó.

- "Ya era un hombre, al llegar al decimoséptimo cumpleaños".- leyó en voz alta.- Si, ¿y?

- ¿¡No ves que me contestó bien!?

- Si, dale, y yo nací ayer, ya sabias en donde estaba la página.

- ¡No! No fui yo, hacelo vos y convencete.

- A ver... ¿Cuantos hermanos tengo?

         Tomó el libro, recorrió con el dedo y lo abrió. El gesto burlón que había mantenido hasta ese instante cambió, se entumeció por completo, sintió pasar un viento frío que le recorrió la espalda.

- ¿Que pasó? Leelo...

- "Fuera de su padre y su madre se hallaba solo, él valoraba sus amistades por esa causa."

- Claro, vos no tenes hermanos.

- No creo que sea coincidencia.

- Ya que si hay alguien acá...- tragó saliva.- tendríamos que preguntar algo mas...

- Creo que si.

- ¿En dónde estas?- siguió las pautas y leyó.- "Las tinieblas no eran tan malas, estaba solo, pero podría mantenerse a salvo sin que nadie lo viera"

      El otro participante se mantuvo callado, con la mirada perdida en el libro.

- Che, te pasa algo... Eu.- intentó tocar su brazo.

- No me siento bien.

- Terminemos esto, te toca.

- ¿Podemos terminar el juego?- preguntó para luego pasar a leer.- "Todo terminó, pero nunca se hallará solo nuevamente, la compañía estará con él, aunque no lo sepa."

- ¿Lo tomamos como un si?

- Si, ya está.

      Ambos sonrieron aliviados, hasta que oyeron un golpe que acabó con la calma que habían logrado recobrar.

- ¿Vienen a comer?- La hermana del dueño de casa venia a informar que la cena estaba lista.

- Si, banca que terminamos de acomodar algo...

- ¿Tres chabones para acomodar un librito? Bueno, no tarden.- cerró la puerta y se alejó.

- Que piba esta, eh...

- ¿Escuchaste?

- ¿Qué cosa?

- Dijo... Tres...

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