•Anabelle•

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-Señor Xavier, ¿se encuentra bien? -le pregunto al profesor, mirándolo con recelo. Me ha estado mirando mucho desde que llegué, y ciertamente me incómoda ahora que estamos los dos solos en su oficina. Hank tuvo que ir a recoger a alguien, me dijo que estaría feliz de conocerme, lo cual me dio algo de curiosidad. El profesor levanta la mirada de su libro y me mira a los ojos fijo.

-Bueno, estaría mejor, pero me encuentro bien.-me dedica una pequeña sonrisa y asiente, volviendo su mirada hacia el libro que sostiene en sus manos.- ¿Por qué no mejor me explicas porque no haces eso con tus poderes? Yo lo haría, si pudiera... 

-¿Usted no posee más sus dones, profesor X? -le pregunto, girándome. Suelto la aspiradora y lo miro a los ojos celestes que este posee, este cierra su libro y alza la mirada. Con una actitud distante y diferente a la que tenía cuando sólo me miraba el trasero, su sonrisa desaparece

-Muy bien, señorita Belle. Demasiadas preguntas... Ahora, si usted ya termino de limpiar todo lo que le dije, le pido que por favor se vaya a su cuarto o a ver alguna de las instalaciones, como desee .-sonríe forzoso, estoy segura de que toque un tema débil de mente para él. Me entran unas pequeñas ganas de abofetearlo, cuando señala la salida-. Ahí está la puerta, gracias

Me parto bien erguida y lo miro con el ceño fruncido, ¿así trata a todos los que dan indicios de preocuparse por él? Suelto un bufido, rodando los ojos antes de salir por la misma puerta que me señaló. Ni siquiera me preocupé por dejar las cosas en donde iban, me enfurecía el hecho de que me haya tratado así cuando sólo fue una pequeña preguntilla, puede que le afecte pero al menos pudo haber sido un poco más gentil. Ruedo los ojos, caminando por el pasillo a mi cuarto. Una vez en la comodidad de la habitación, me saco el delantal y cierro la puerta

«Sólo hay una forma de desquitar mi rabia, sin ocasionar una catástrofe natural

-Muy bien, concéntrate.-me digo a mí misma, mirando fijamente el florero que está en la ventana. Levanto levemente mi mano derecha, con parsimonia, hasta que llega a la misma altura del marco de la ventana que guía al balcón.- Muy bien, ¿qué tan fuerte? -cierro mi mano en un puño, y la matera comienza a colapsarse, hasta que desaparece por completo. Aún no.

Cierro los ojos, y comienzo a danzar en el centro del cuarto, moviendo suavemente mis pies de un lado a otro, sin abrir los ojos. Me imagino lo que me causa miedo, rabia, y  dolor. Me lo imagino todo, en frente de mí, y empiezo a bailar más rápido, al tiempo que la melodía de las voces comienzan a volverse incesantes. Me muevo lentamente de un lado al otro, lentamente.

-Soy Erik Lehnsherr, un placer volver a encontrarte .-escucho una voz en mi cabeza, en un momento como este, podría tener a alguien frente a mí y no podría saberlo. Abro los ojos.

-¿Quién eres? -pregunto, cerrando los ojos, algo preocupada por haber entrado a la mente de un desconocido, es peligroso.- ¿Eres un telepata también? ¿Cómo entraste en mi cabeza?

-Niña tonta, no he entrado en la mente de nadie. Tú me tienes aquí, detrás tuyo. -hago lo que él dice, cerciorarme si habla en serio, girándome hacia atrás, viendo a un joven en frente de mí de ojos celestes y cabello castaño-. ¿De verdad no me recuerdas lo suficiente? ¿Anabelle?

-Si no entraste en mi mente, ¿cómo sabes mi nombre y por qué tendría que recordarte? -digo, caminando hacia atrás, buscando algo con lo que pueda defenderme, encontrándome con una pequeña navaja debajo de mi almohada. La saco y se la muestro, con algo de temor. Este rueda los ojos, y levanta la mano, la navaja vuela hacia su mano enseguida. Mierda, es un mutante.

-¿Qué te pasó? ¿Te olvidaste de mí tan rápido? -frunce el ceño, fingiendo que se indigna

-No sé quien eres, pero te estás metiendo con la persona equivocada .-le advierto. Esto parece una emergencia, tal vez sea hora de volver a despertar mis dones-. ¿Qué quieres de mí?

Entro en su mente rápidamente, viendo imágenes que me desconcertan. Él, yo, saliendo juntos de paseo, persiguiendo un perro con un collar azul. Otras imágenes más y de la nada, aparece una muchacha rubia, ambas estamos peleando y cuando golpeo su cara, su cuerpo se vuelve azul y su cabello pelirrojo. Entonces abro grande los ojos, ella es Mystique. Está el mismo tipo frente a mí, con un extraño traje y un enorme casco raro. «Yo soy MagnetoAbro los ojos.

! ¡Eres un criminal, mataste al presidente! -le grito, con la esperanza de que alguien me escuche y venga en mi rescate. No he usado mis poderes desde hace mucho, no podría hacer más que defenderme en estos momentos.- ¿Qué quieres de mí, Erik Lehnsherr?

-¿Qué quiero de ti? ¡Tus recuerdos, por el amor a tu querido Xavier! -grita, creo que le he sacado la rabia al pobre Magneto. Hago una mueca rápida, ignorando lo que ha dicho y le miro en silencio. Estoy completamente desarmada, y algo desconcertada por sus recuerdos.

En ese momento, tocan a la puerta. Cierro mis ojos, concentrándome en pedir ayuda a quién sea que esté detrás de esa puerta, y la puerta se abre rápidamente de dos en dos. No esperaba que fuera la famosa Mystique quien la abriera, esta me mira y luego a Erik unos minutos.

-Demonios, duerme a la chica y lárguemonos de aquí rápido, Erik. -le dice Mystique a Magneto.

-No nos recuerda, Raven, no tiene caso alguno .-Él se encoge de hombros.

-Oh, vamos, Erik -ella rueda los ojos-. La haremos recordar todo, ahora lárguemonos.

 Me quedo observándolos a ambos en silencio. Lo único que logro entender es que piensan secuestrarme, mi cabeza no razona lo suficiente para indagar más allá. Si no hubiera agotado mis energías, podría hacer algo más que sólo chillar por ayuda. Lamentablemente me siento bastante débil como para siquiera pensar en algo más que correr y esconderme

«¡Profesor, Hank! ¡Alguien, ayúdenme


Take on me [Charles Xavier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora