A traves de tus ojos

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Me estremezco al oír su voz, es suave y aterciopelada, no le doy demasiada importancia a que este leyendo los apuntes de historia, solo disfruto del sonido. Como siempre, intento imaginármela, con pelo color cobre, intensos ojos verdes y labios rosados, sin una pizca de maquillaje en el rosto. Sigo la lectura con los dedos. Acaba de terminar le leer cuando suena el timbre.

Estoy en mi casa tumbado en la cama, boca arriba, con las manos en el rostro, palpándolo lenta y minuciosamente. A veces me agobia no poder ver como soy, pero intento imaginarme. Las descripciones de mis amigos hace poco empezaron a no bastarme, desde que llego a clase, hace unos meses, Sonia, ella, lo ha cambiado todo, la idea de ir a un centro especializado con chicos que comparten mi discapacidad, empezar a dejarme el pelo largo… El primer día de clase se acerco a mí, antes, incluso, de que supiera de su existencia. Hablamos sobre lo que me pasa y creo que ella es la única que lo comprende de verdad. Era tan empática que llegue a preguntarle si ella era ciega también; pero no era así, mejor, no le deseo a nadie este mal.

Al nacer ciego, no me ha supuesto ningún shock no saber cómo era el mundo a mi alrededor. Tengo varias dudas, no sé si mi definición de color verde es la misma que la de los demás, también me pregunto si mi aspecto físico es atractivo, supongo que si lo fuera sería más fácil, tendría más confianza, pero nunca lo sabré, he aprendido a convivir con esto.

Poco a poco he ido notando como la frecuencia con la que me toco la cara es mayor, que pregunto más a mis amigos como soy, he llegado a preguntar a mi hermana mayor, me saca un año y eso me ayuda. Su respuesta me animó, me dijo que si ella estuviera en mi clase me situaría entre los más guapos de la clase, pero no sé si es porque en mi clase los chicos son feos, o porque yo soy guapo.

Ayer me quede dormido, mientras que pensaba en cómo cambio mi vida cuando llego ella. Desperté poco después para ir a cenar y acostarme. Hoy, sin embargo, estoy más despierto que nunca. No me dí cuenta de que era 14 de febrero hasta que escuche a una chica que gritaba feliz San Valentín. Ya es la hora del recreo y no he recibido nada, tampoco esperaba hacerlo. Pensé en comprarle algo a Sonia, pero aunque fui a muchas tiendas no encontré nada.

-¿Gabriel?-me pregunta alguien y vuelvo a la realidad, asiento con la cabeza.-Esto es para ti.-Es una chica se lo noto en la voz, ella me pone una flor en la mano-Me lo ha dado una amiga… Le gustas desde principio de curso.

Después escucho como se va entre risas, así que supongo que es broma. Paso las manos por la flor y encuentro una nota atada al tallo. La palpo y para mi sorpresa esta en braille. “Esta noche, a las ocho, en el parque. El columpio derecho.” Aunque las instrucciones no son muy específicas sé donde está. Acaricio la flor una vez más y esta me hiere los dedos, es una rosa. Si está escrita en braille es porque de verdad le importo. Iré.

Me ha costado mucho llegar al parque, pero ya estoy cerca. Subo la colina y me paro frente al columpio indicado.

-Ya estás aquí.-Es ella, reconocería su voz en cualquier lugar.

-Me ha costado un poco llegar.-contesto tímidamente, siempre que hablo con ella pasa lo mismo.

-Podemos dar un paseo, te avisare de cualquier obstáculo.-Dice y noto felicidad en su voz, a lo mejor esta sonriendo, el caso es que yo lo hago.

Pasamos dos horas paseando y la escucho con interés. Los ladridos de un perro, las risas de los niños y el suave viento en las hojas adornan nuestro paseo.

-Bueno, me tengo que ir ya a casa. Mis padres se preocuparan si no estoy en casa pasadas las diez y media. Me ha encantado pasear contigo-Leo entre líneas que quería decirme algo, pero no se atreve.-Extiende la mano-me pide y yo le hago caso-feliz día de san Valentín.

Me da una caja bastante grande en la mano y me ayuda a ponerla bajo el hombro para que no se me caiga. Después me da un beso en la mejilla y se va. Ando hasta mi casa  más lentamente que de costumbre. Es como aun sintiera sus labios sobre mi mejilla. No creo que pueda llegar a estar más enamorado de Sonia de lo que lo estoy ya.

He llegado a mi casa hace cinco minutos, he ido a mi cuarto sin ni siquiera saludar y me he sentado en la cama con la caja delante. Esta no ha parado de moverse en todo el camino. La abro y meto las manos. Algo me lame la palma de esta. Toco con curiosidad el objeto, se mueve y ladra, es un perro. Lo cojo y me lo pongo sobre las piernas. Le acaricio la cabeza y detrás de las orejas. La tiene caídas y son suavecitas. Me lame los dedos. Oigo como se abre la puerta.

-¿De dónde has sacado eso?-Pregunta mi madre.

-Me lo regalo una chica, por el día de San Valentín.-Contesto. Ella se acerca y acaricia al perrito.

-Todavía no te puede hacer de guía es muy pequeño, pero dentro de unos años si podrá.

-¿Me lo describes?-Le pregunto.

-Claro-responde-Es un golden retriever, con las orejas caídas, color canela, con los ojos pequeñitos y negros. Mueve la cola sin parar porque está contento y parece que le gustas. Tendremos que buscarle una caseta y comida, pero esta noche se comerá las sobras.

Me acaricia el pelo y se va. Cojo unos calcetines del cajón y se los doy. Empieza a morderlos. Oigo sus dientes penetrando en la tela y sonrió. Esto significa más de una cosa para mí. La primera que Sonia piensa en mí y la segunda que voy a poder salir a la calle solo, sin nadie que me ayude, solo yo y mi perro.

Me acabo de dar cuenta de que no le he puesto nombre, quiero que sea algo especial. No se me ocurre nada, empiezo a recordar las películas que veía de pequeño, bueno más bien que oía… pero no me gustan esos nombres. Así que lo llamo Blacky, pensado en Sirius Black de Harry Potter, que podía transformarse en perro.

Por la mañana me da pena despedirme de Blacky y parece que a él también, me dice adiós con un llanto lastimero. Mi madre lo cuidara, es ama de casa así que puede hacerlo hasta que Blacky me acompañe a cualquier lugar. Sigo yendo a todas partes con el bastón, pero ahora se me hace más fácil sonreír.

Las horas del instituto van cada vez más lentas. Tengo demasiadas ganas de ver a Blacky, pero espero. Hoy a tercera hora tengo tutoría y aunque sé que es demasiado pronto voy a preguntarle al profesor si puedo traerlo al instituto. Cuando por fin llega la tercera hora no me puedo contener, antes de que el profesor empiece a dar clase me levanto.

-Profesor.-Digo, para llamar su atención.

-¿Si?-pregunta.

-Me preguntaba si podría traer a un perro guía al instituto.

-Claro, ya lo hablare con la junta de profesores.- sonrió y vuelvo a mi sitio.

Hay una nota en la mesa: “Cuando terminen la clases en las taquillas.” Estas están al fondo de la clase.

La espera se me ha hecho larga pero ya han acabado las clases, me acerco a las taquillas y alguien me para.

-Gracias por venir. Tengo que contarte algo.-me dice.

Es ella, sonrió inconscientemente.

-Escuche, hace poco, una canción, decía “Mírame a los ojos, porque el corazón nuca miente”. Pero como tú no puedes hacerlo, escucha mi voz, porque yo a ti nunca te mentiría.-Me dice y el corazón empieza a palpitarme a un ritmo alarmante.

Sonia se acerca a mí. Pone una mano en mi hombro y acerca su cara a mi oído, siento su respiración.

-Te quiero, y nunca he amado a nadie de la forma que te amo a ti y me da igual que no puedas ver, porque yo lo hare por los dos.-Susurra.

Después se acerca a mí y me besa, disfruto de su contacto, agarrándola de la cintura, mientras que dejo que el bastón se caiga la suelo y ella pasa los brazos por detrás de mi cuello y desliza sus dedos entre mi pelo. Desearía parar este momento y recordarlo, porque mi vida acaba de cambiar y todo gracias a ella.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2014 ⏰

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