Un minúsculo error. Mientras una gota de un líquido rojo cae al vacío, su amo se cuestiona: ¿Hay gravedad aquí?, ¿Puede sangrar un dios?
Con esta gota el tiempo se detiene durante dos segundos, más que suficientes para él. Unos caracteres cruzan la nada creando hermosas palabras, conjurando un hechizo que unirá para siempre a la humanidad. Su dueño no sabe porque están ahí ni de dónde han llegado. Pero existen.
La gota de sangre empieza a brillar de un modo sobrenatural, empezando en rojo, volviéndose naranja, siguiendo en amarillo y acabando en un blanco puro. Él no sabe qué es eso. Su "existencia" consiste en vagar por la nada, sin rumbo fijo, y no recuerda cuanto tiempo lleva ahí. El ser contempla maravillado ese color que lo atrae, el primero que ve en millones de años.
El blanco se extiende por todos las esquinas visibles y no visibles de la nada, dejando tras de sí estelas de polvo, gas y, por primera vez, creación. Infinidad de momentos parecidos al inicial se gravan en sus retinas, intentando fotografiar cada instante de esos millones de siglos.
La onda explosiva se aleja cada milisegundo más de él. No quiere que se vaya. Es el primer atisbo de esperanza que ve. Pero, irremediablemente, la gran explosión procedente de esa minúscula gota, continúa su camino hacia la nada, con el mismo resultado que muchos kilómetros atrás. Mientras contempla hipnotizado el violento espectáculo, una etapa maravillosa arranca debajo de él.
Las colisiones no cesan, creando una preciosa "esfera" y una concentración de polvo y gas. De repente, el espíritu se da cuenta del espectáculo que sigue ocurriendo muy cerca. Llega a tiempo para ver el gran final. Una bola de luz y fuego surge de entre las cenizas de la estela que antes cruzaba la nada. Él se maravilla. Muchas pequeñas bolas flotan en ese lugar, chocando entre ellas y girando alrededor de esa preciosidad que emite luz. Se fija en una. Esta intenta aislarse del exterior hostil con una capa sólida, con un resultado desolador, pero inmensamente precioso. No lo consigue. Él solo contempla la escena. En su último aliento, esa esfera logra lo impensable para él. Crea una capa que resiste los impactos exteriores.
Su vista se nubla y no consigue ver más allá de una capa de nubes que cubren esa pequeña reserva suya. En tan solo unas milésimas la capa opaca se disipa, dejando entrever la vida que ahora yace en su interior. Microorganismos consiguen un hecho que él no contemplaba cuando esa gota de tristeza cayó al vacío. La destrucción cesa a su alrededor, convirtiendo todo el inmenso paraje en un espacio lleno de puntos de luz tremendamente bellos.
Ahora un material, o gas, o partícula desconocida para él protege a esos seres de la superficie de esa acumulación de rocas, antes moribunda.
No puede apartar la vista de esos momentos cruciales. Nombra a esas extrañas criaturas "animales". Estos evolucionan muy rápido, haciéndole pensar lo precioso que él ha creado por error, pero de lo que no se arrepiente.
Un extraño cuerpo volador cruza su imperturbable mirada en dirección a su maravilloso asilo. Se estrella en pocos segundos. Ese planeta vuelve a quedar cubierto por una densa capa negra. Tal hecho dura unas interminables horas en las que él espera impaciente, desesperándose a que esa nube se retire para ver a quien le ha devuelto la vida.
Cuando la extraña nube obedece a sus incesantes órdenes ya nada es lo mismo. Su mundo ha sido reducido a cenizas. Pero, en medio de esa tristeza, un animalillo emerge a la superficie feliz de poder ver al fin la luz. Él sonríe. Esas criaturas prosiguen con su tarea inicial, vivir. El cambio crea unos seres nuevos, preciosos todos. Se da cuenta muy tarde de que hay unos animales distintos de los demás. Animales que claman a un "dios creador", que suplican misericordia y que le ofrecen regalos. Él no entiende nada pero sigue observando. Las horas pasan y estos crecen en número. En ese momento ve que esos animales hacen mucho ruido, masacrándose entre ellos en nombre de dioses distintos. ¿Saben que está él solo aquí? Estos hechos se repiten durante mucho tiempo, los líderes mandan más tropas a luchar por hechos para nada transcendentales. Ya no batallan por él. Batallan porque les gusta morir. Él piensa que sus diferencias no son tan importantes. Ellos evolucionan y se vuelven más inteligentes.
En su última etapa todos dejan de usar la violencia, mientras su final está cada vez más cerca.
Miran al cielo con un sentimiento que les ha trasladado él desde dentro de su ser. Esperanza. La destrucción se cierne sobre ellos, acabando con todo lo que él había amado.
Pero no está triste porque sabe, que algún día, volverá a sangrar.