Se quejó de la fuerte punzada que sintió en la cabeza, sobó su sien derecha e hizo un sonido gutural. Era una sensación similar a una fuerte resaca, como la que tuvo aquél día cuando conoció a Adam; había asistido a una fiesta de la academia de artes pero no estaba de ánimos para celebrar, sólo había ido por la insistencia de sus compañeros así que se dedicó a beber y horas después un desconocido le ayudó a ponerse de pie y regresar a su apartamento, era Adam.
Adam.
Se sentó de golpe y abrió los ojos, esa no era su habitación, esa no era su cama.
La puerta sonó y lentamente Sandy ingresó.
—¿Te sientes mejor?
—¿Dónde está Adam?— lanzó una pregunta en vez de responder a lo primero.
—El ritual fue un éxito— anunció, como si fuera algo muy normal.
—¿Éxito? No creo que... ¡ah! — se quejó porque cuando quiso bajarse de la cama otra punzada atacó su cabeza.
—Tranquilo— Sandy llegó hasta su lado y lo hizo sentarse de nuevo; la técnica que había usado en él era algo fuerte pero había sido necesario.
—¿Qué me hiciste?
—Yo... era la única manera de hacerte salir de allí.
—¿La única?— frunció el ceño; —¿Tenías que dejarme inconsciente y con resaca para hacer que saliera de mi propio apartamento?
La demonio suspiró, —sí—, y se sentó a su derecha.
—Sandy— le llamó después de unos segundos sin saber cómo abordar el tema, pero al final lo hizo como pudo, —han sido varias cosas increíbles que... creo que el haber pensado que ibas a terminar conmigo no era tan abrumador después de todo.
Y esas palabras no se las esperaba; manteniendo la vista al frente parpadeó varias veces tratando de asimilar y entender lo que el humano quiso decir; —¿Entonces serás tú el que termine conmigo?
—A decir verdad no sé quién eres; pensé que te llamabas Sandy pero ahora me doy cuenta de que ni en eso tenía razón.
Tragó saliva de manera pesada, tratando de calmar eso extraño que sentía en el pecho, como si algo se estrujara y la sofocara. Una sensación nueva y dolorosa.
¿Iba a dejarla?
Apretó las sábanas entre sus dedos, nunca antes había hecho lo que estaba a punto de hacer, ni siquiera por sexo.
—Edmundo, por favor; escúchame; déjame explicarte—, rogó y cerró los ojos tan fuerte que las lágrimas, que sin ser consciente se habían acumulado, resbalaron por sus mejillas.
—¿Explicar qué; que me mentiste?— espetó tratando de conservar la calma, porque aunque estuviera furioso aún todo le parecía muy irreal.
—Yo... sería bueno que escucharas mi versión de las cosas— murmuró; ya que desde que todo empezó no había podido explicárselo por ella misma.
Permaneció pensativo unos segundos; él no era de los que juzgaban sin conocer y ese aspecto de su personalidad le llevó a responder sinceramente.
—Tienes razón— se removió para poder flexionar y subir una pierna y así poder quedar frente a Sandy; —habla.
Tomó aire y comenzó; se concentró en relatar todos los detalles, desde su nombre, Layry; hasta sus padres y cómo se llevaba con su hermano menor. Una cosa llevó a la otra y así fue como Roxanne entró en el relato, al igual que el nombre de Sitael, el ángel del que formaba parte y que tal vez por eso, aquel día en el hospital, pudo ver a Eivan.
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Susurro en la Oscuridad
ParanormalLos hijos de los demonios Nisroch y Kelen han "pasado la eternidad" abusando de todo, en especial del sexo desenfrenado; hasta ahora. Edmundo y Adam son unos dibujantes novatos, trabajan en el mismo lugar y son los mejores amigos. Cuando Edmundo con...