La Historia

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-Vamos Susan, a levantarse- Dijo el capitán desde la cocina sin gritar, pero con voz audible.

-¿Ahora para qué?- Preguntó ella quitándose las sábanas.

-Saldremos a dar un paseo. Pon te algo cómodo.

Ella se volvió a tapar, pero unos 5 minutos después se levantó. El capitán ya le había llevado los baldes de agua al baño, y él ya estaba listo.

-¿Siempre te levantas tan temprano?- Preguntó ella pasando frente a él con una bata de baño rosada, pasta dental en su mano izquierda y un cepillo dentro de un vaso azul en la derecha.

-A las 05:00am, desde los 11 años- Dijo él mirando diagonalmente hacia abajo, donde se encontraba Susan.

-Es comprensible cuando trabajas en una empresa cumpliendo horario, pero ¿Para ir a caminar?- Él sonrió.

-Cepillate bien, te hace falta.

-¿Me llamaste boca podri...

Y él se retiró. Susan se resignó a suspirar y gruñir, y luego seguir su camino a la ducha.
Se colocó otra ropa de gimnasio, camiseta celeste, licra negra con rallas celestes y botas blancas. Él la miró y sonrió burlón.

-Dije un paseo, no una maratón- Dijo él cruzado de brazos con una sonrisa a medio lado.

-Así paseo- Dijo ella.

-La bata con la que ibas al baño estaba mejor.

-¿Me cambio, capitán?- Dijo ella haciendo una sonrisa falsa.

-Preferiblemente su majestad.

Ella se cambió. Se colocó una linda blusa color verde acuarela, con unos leggins negros y unas botas doradas.

-¿Mejor?- Dijo ella dando una vuelta.

-Al menos no aparentas ser atlética ahora- Dijo, volviendo a hacer énfasis en la palabra "Aparentas".

-¿Qué insinuas idiota?- Dijo ella cruzándose de brazos.

-¿Yo? Nada su excelencia- Dijo soltando sus brazos en señal de inocencia. Ella volteó los ojos y salió por la puerta. Él sonrió. Ella volvió.

-¿No vienes?

-Pues sí. Solo quería ver hasta donde llegabas suponiendo saber a dónde ibas. Pero bueno, al parecer solo querías hacer una salida dramática.-Dijo saliendo y cerrando la puerta tras de sí- Ven, te quiero mostrar algo.

Comenzaron a caminar hacia el Sur. Cruzaron el río por un puente de madera que había y siguieron unos 2km, hasta llegar a una antiguo castillo en ruinas. Ella lo miró impresionada. Era bastante grande, con muchas ventanas y una enorme torre.

-Vamos- Dijo él adelantándose a la torre.

-¿Es seguro subir allí?- Preguntó ella dudosa.

-Nada en la vida es seguro linda- Dijo él volteando a guiñarle el ojo. Ella sonrió. Caminaron hasta la entrada, y comenzaron a subir las escaleras en caracol que habían.

-¿Falta mucho?- Preguntó Susan con voz exhausta.

-No falta nada- Dijo él sin detenerse. En realidad no iban ni por mitad de camino, pero ella necesitaba un aliento, y no solo literal.
-Bien, llegamos. -Ella apoyó sus manos en la orilla, tomando aire. Él rió unos segundos en silencio pero luego se colocó serio, asegurándose de que ella estuviera bien. Ella lo miró y él volteó rápidamente, haciendo una pequeña tos falsa. Ella sonrió, aún hiperventilada. Luego subió la vista.

-Wow- Dijo ella reincorporándose.-Vaya que es hermoso- Y lo era. Se podía ver todo el campo desde allí. Habían flores, la pequeña población, algunos caballos, el río corriendo; era asombroso.
-¿Cuál es la historia de este castillo?- Preguntó ella. El sonrió a medio lado.

-Es lo que me encanta de este castillo: No tiene historia. A la mayoría les encanta oír historias de fantasmas o amor tras cada escombro. Yo, bueno, yo prefiero crear las historias. Si ya tienen una historia, siento que no puedo crear nada.

-Y bien, ¿Cuál sería la historia de este castillo?- Preguntó ella mirándole el rostro.

-Creemos una historia- Dijo él.

-¿Cómo cual?

-Había una vez- Dijo él con voz de narrador medieval.- Un caballero llamado Sir. Alan Brito Delgado- Susan rió a carcajadas.

Linda risa- Pensó sin sarcasmo el capitán.

-Linda, me cortas la inspiración- Dijo él.

-Vale vale, sigue- Dijo ella conteniendo la risa.

-Bien. Sir. Brito era un sujeto corpulento, alto, fuerte. Encantaba a cualquier chica que deseaba- Dijo él, dramatizando toda la historia de una manera divertida, que a un grupo de niños podría cautivar por completo- Pero solo una no se fijaba en él: La princesa Susan de las Rosas. Susan de las rosas era muy amargada, pero a Sir. Brito no le importaba eso. Simplemente quería estar a su lado- Dijo él, y ella sonrió- Lamentablemente, Susan de las Rosas se fijó en otro, en un príncipe adinerado, capaz de darle joyas y riquezas. Sir. Alan Brito Delgado no renunciaba. Y siguió y siguió, hasta conseguir una oportunidad, oportunidad cedida por la princesa, claro está: Un duelo por ella. Ambos caballeros comenzaron a luchar. Sir. Brito con una espada oxidada y sin armadura, y el príncipe  con una armadura brillante con una pluma azul en su casco. Luego de una pelea ancestral, lo logró. Sir. Brito lo logró. Y así, cargó a su felizmente enamorada princesa Susan de las Rosas, y vivieron felices, mientras él, enamorado, respondía cada una de sus molestas preguntas. El fin.

-Nada mal- Dijo ella riendo y aplaudiendo mientras él hacía reverencias. -¿Qué te hace creer que la Princesa Susan le dará la oportunidad a un pordiosero?- Él sonrió.

-No lo creo linda, sé que lo haría. De eso se valen los mitos y las leyendas.- Ella sonrió, mirándolo con ojos de admiración- Ahora, no vayas a arruinar mi historia con molestas preguntas como "¿Qué pasó luego con la pareja?", ó "¿Murió el príncipe?", porque no las responderé.- Ella rió, esta vez más educadamente.

-Vale, no pregunto nada. - Dijo ella cruzándose de brazos.

-Vamos, majestad, te hice princesa de una historia. Deberías estar agradecida.

-Como diga capitán- Dijo ella, tratando de no reír. Él sonrió.

-¿Nos vamos?

-Con gusto.

En el camino de vuelta Susan cayó en el río. Él rió y la ayudó a levantar, pero ninguno de los dos le dieron mucha importancia. Ella llegó secándose, comió, se cambió y se fu a dormir. Esta vez no podía escribir. Tenía muchas cosas en la cabeza, y con muchas me refiero, al capitán.

La Reina y el Capitán (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora