001: Bienvenidos

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Frotó sus ojos pesadamente, la voz de John se hacía cada vez más pesada. No entendía cómo, a pesar de sus logros su padre siguiese gritándole.

- Hemos llegado. –Dijo–. Hija, hemos llegado.

Abrió sus ojos inmediatamente para apreciar el paisaje de lo que sería su hogar por los siguientes dos meses, buscó el auto de su amiga, Abigail, quién también había sido aceptada para el ingreso. Le daba ciertos escalofríos el hecho de que estaba frente a lo que solía ser un hospital psiquiátrico, al menos, haber demolido el recinto y reconstruir la sede. Su padre dio la vuelta al auto para abrir el maletero, perezosamente ella tomó su abrigo y bolso que la acompañaba para abrir la puerta. Si solo su madre la hubiese acompañado, pero dijo que no quería ver donde su hija se hospedaría, no quería imaginar qué pocilga era. Vaya que no era pocilga porque es enorme. Al salir del auto tomó una bocanada de aire y miró detenidamente el recinto. Sonrió para si misma, la universidad de Savannah es realmente genial. Un golpe la exaltó y miró a su lado, estaba su padre junto a la maleta, éste sonreía vagamente.

- Como dijo Violet, no hables con extraños, si te preguntan cosas, responde lo justo y necesario.

- Papá. –Ella dijo con una sonrisa–. Tengo veintiún años, creo que ya sé qué es lo que tengo que hacer y no.

- Claro. –Bufó–. Nos vemos en dos meses, pequeña. Cualquier cosa me llamas, pregunta si hay un cajero y me avisas, ¿si? Te mandaré algo de dinero. –Suspiró–. Pero a juzgar por como luce y su alrededor. –Apuntó el pueblo que se veía lejos–. Dudo que haya uno. Vendré a dejarte el dinero en un par de semanas.

- Gracias, pá. –Se acercó para abrazarlo–. Los extrañaré, dile a mamá que no es una pocilga. –Ambos rieron–.

Subió lentamente al auto, encendió el motor y se despidió de su hija con la mano antes de echar marcha atrás. Ella suspiró y sonrió para si misma. Tomó la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada principal donde había una señora de mediana edad, el cabello algo corto y de un negro azabache, lucía un caro abrigo de marca y un collar exuberante que descansaba entre su voluptuoso pecho. Sin hablar con ella lo adivinó, Shelley Hillson, la profesora y tutora. Es jefa de los profesores y revisa absolutamente todo, ella fue quien la llamó para darle las noticias que quedó en la universidad y debía internarse la semana siguiente. Así, sin más y nada de tiempo. Se acercó vagamente y con algo de miedo. Las paredes de afuera lucían algo desgastadas y con moho en la parte baja, supuso que las noches deben ser lo bastante húmedas, averiguó que durante la noche la niebla que hay no permite ni ver las manos de uno, cosa que realmente le dio mala espina para la historia que tiene el lugar.

- Usted debe ser... mmhh, déjeme ver.

Dijo la Sra. Hillson mientras se acomodaba los lentes y hojeaba un cuadernillo que al parecer contenía todos los datos de los estudiantes.

- Señorita Moon, ¿No?

Asintió sorprendida, esperaba que se equivocase o algo.

- Sí, lo soy, un gusto. –Estrechó su mano junto con la de la señora–.

- Bienvenida a Pilgrim. Y a nuestra universidad, por supuesto. Aquí está la llave de su habitación, está por el ala izquierda del campus, entras y vas por las escaleras, pasas el pasillo que lleva a otras escaleras, subes hasta el tercer piso y en el cuarto pasillo de izquierda a derecha desde las escaleras está tu habitación. –Sonrió–. No creo que te pierdas.

- Ah, sí, claro que no. –Sonrió–.

El salón de entrada era enorme y tenía una escalera de caracol en el centro que estaba cerrada con cadenas y un gran candado, luce realmente viejo y desgastado, quizá con una sola pisada se caía. Caminó hacia donde la Sra. Hillson le dijo, subió las escaleras hasta el tercer piso apenas gracias a la maleta y bolso. Los pasillos son grandes, grises y helados, el invierno debe ser realmente cruel acá. Comenzó a caminar en busca de la habitación, las grietas son notorias en algunas paredes y el olor a húmedo es intenso. Revisó la habitación, número 233, miró la lave y coincidía a la perfección. Introdujo la llave en la cerradura de metal y desbloqueó el pestillo. Al abrir la puerta un intenso olor a cigarrillo invadió sus fosas nasales. Compartiría habitación, no todo tenía que ser tan bueno, ¿verdad? Había una chica de cabello largo y cobrizo en la ventana. Ella carraspeó una vez para hacerse notar, la chica dio vuelta y sonrió ampliamente.

Halfway - KihyunxReader *TERMINADA*Where stories live. Discover now