La telaraña de Charlotte

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Era sábado por la mañana. No había motivos para despertar a Susan. El capitán tomó un baño y se relajó en la hamaca donde había estado durmiendo. Solo debía despertarla en la tarde para hacer maletas, y eso sería todo. Pero no, no se pudo. Una tos ronca hizo que el Capitán se levantara. Él tocó la puerta, y luego la abrió lentamente.

-Hola Susan, ¿Estás bien?- Dijo en tono casi adorable, pero con lo rasposa de su voz no se identificaba bien cuando era tierno y cuando no.

-Me siento mal, preferiría que no molestes ahora ¿Sí? Por favor-  Dijo Susan de manera educada, sorprendentemente. Él cerró la puerta despacio. Volvió una hora luego, con una sopa de gallina caliente, y un termómetro en la otra mano.

-A ver, levántate un poco- Dijo él serio. Ella no podía levantarse bien. Él la ayudó a reposarse en la cabecera de la cama.

-40 grados- Dijo él. Ella hizo un quejido- De seguro fue por el chapuzón que te diste ayer en el río- Dijo él en voz baja, pero con tono burlón.

-No estoy para tus juegos ahora capi... Como sea que te llames- Dijo con voz ronca. Él sonrió.

-Ten, come- Le dijo dándole la comida en la boca. Ella colocó los ojos como platos al probarla.

-¿Cocinas todo así de bien?- Preguntó ella.

-Soy un asco haciendo quesillo- Respondió él llevándole otra cucharada a la boca.

-Oh vamos, eso hasta yo lo sé hacer- Dijo ella. Él levantó una ceja.

-¿Su majestad cocina?

-Desde los 8 años. Quería ser Chef- Dijo ella con una sonrisa, seguido por un estornudo tapado por su mano. Él le dio un pañuelo. -Gracias.

-¿Y qué pasó con tu sueño?

-Pues, me han permitido escribir algunas recetas en una de las revistas más prestigiosas de mi país. Puede que solo tenga un- Estornudó- Disculpa. Solo tenga un pequeño certificado de un curso de cocina infantil, pero no me ha ido mal. Además, amo escribir. Dios, como duele mi cabeza.

-Termina la sopa. Ya vuelvo.

Él salió. Recogió un poco de sábila que crecía en abundancia afuera, y le preparó un té. Le colocó orégano para quitarle un poco el mal olor y sabor.

-Ten, bebe.

-Sí señor- Respondió ella sonriendo, mientras él seguía serio. Hizo una mueca de desagrado mal disimulado- Vaya, al fin algo que te sabe mal.

-No es mi especialidad.- Respondió él.

-¿Y qué vendría siendo tu "especialidad"?

-Primero, es asombroso como aún enferma tienes ese tono arrogantemente irritante. Segundo, podrían ser tortas y postres.

-Quesillos no.

-No, quesillos no.

-Hagamos un trato. Yo te enseño a hacer quesillo y tú me enseñas a hacer carver- Él sonrió.

-Tenemos un trato. Ahora descansa, y a penas vuelvas a despertar, me avisas para tomarte la temperatura y ayudarte con las maletas.

-Debes dejar de ser tan mandón ¿Sabes? A la gente no le agrada mucho.

-A menos que seas mi sumisa sexual, no me interesa si las órdenes que te doy te gustan o no- Dijo él llegando hasta la puerta- Descanse majestad.

****

Susan despertó, esta vez con poco menos de 37 grados, e hicieron maletas. Ya ella estaba mucho mejor, y de hecho, bastante animada. Eran las 06:00pm y ya había oscurecido. De repente, notaron que toda la gente se comenzaba a movilizar a un solo sitio. Él salió a averiguar, y Susan lo siguió.

-¿Pasa algo?- Preguntó el capitán.

-Nada malo, por si es lo que pregunta- Respondió un anciano sonriente que iba de la mano de su esposa- ¿No son de por aquí o sí?

-Pues no, ¿Por qué?- Preguntó él.

-Todos los sábados se corre una película. Cual sea. En realidad, es para que todos nos encontremos en un solo sitio y nos saludemos. Hoy pasarán La telaraña de Charlotte. Ni siquiera me gusta- Rió el anciano, lo cual hizo que Susan sonriera- Pero bueno, es para conversar y criticar la película todos juntos. Deberían acompañarnos.

-No es lo mío eso de reunirme a hablar- Dijo él amablemente.- Pero gracias por su ofrecimiento.

-Oh vamos, no seas aguafiestas- Dijo Susan.- Nos vemos allá.- El anciano sonrió aún más.

-¿Es tu esposa?

-No, pero se comporta peor que una.

-¡Hey!- Reclamó Susan, y los ancianos rieron. El Capitán solo sonrió siguiendo el juego.

-Son adorables. Nos vemos allá- Dijo la anciana con una sonrisa radiante, y se retiraron.

-Que te vaya bien- Dijo él entrando a la casa y echándose sobre la hamaca.

-Acompáñame ¿Sí?- Dijo Susan haciendo puchero.

-¿En serio te parece buena idea mostrarme a mi cuán desesperada estás?- Dijo él sonriendo volteando a mirarla.

-¿En serio quieres que nos quedemos aquí mientras te sigo haciendo preguntas?

-Toma tu chaleco.

Salieron a ver la película. Era un proyector bastante viejo, pero que funcionaba a la perfección. Había mucha gente sonriente allí. Junto a ellos pasaron un grupo de innegablemente sexys leñadores, un poco más altos que el capitán. Susan los miró casi con la boca abierta.

-La baba preciosa. Eso no es precisamente un gancho- Le dijo él a ella mientras le tocaba el mentón, cerrando su boca.

-Solo estás celoso porque existe gente sobre la faz de la tierra que es más sexy que tú- Dijo ella levantando los hombros.

-¿Me llamaste sexy?- Dijo él con una sonrisa pícara.

-¿De todo lo que te dije captaste eso?- Él levantó los hombros sonriendo.- Sí, te llamé sexy. El problema es que eres un engreído y arruina tu fachada de sexy.

-Tú tampoco estás nada mal- Dijo él mirándola pervertidamente. Ella lo golpeó. Él rió.- Vamos, solo ha sido una broma.

-No me agradan esa clase de bromas.

-¿Sabes? Estoy empezando a cuestionar en serio si violarte esta noche o mañana.

-Cuando quieras lindo. Al fin y al cabo, sigue siendo violación, porque no eres capaz de seducirme.-
Él se colocó serio. Ella lo miró. Él frunció el ceño. Ella sonrió.

La Reina y el Capitán (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora