MULTIPLICADO POR 10

*********Multiplicado por 10*********

-¿Qué haces aquí, Killu? -tallándose los ojos, en medio de la penumbra de su habitación, Illumi había despertado al sentirse observado por alguien desde la puerta. Ese alguien era nada menos que su pequeño hermano peliblanco.

-Tienes una deuda conmigo, hermano, y esta vez, no te dejaré escapar sin que me pagues. -decía el albino, con los brazos cruzados sobre su pecho en actitud arrogante, de pie en el umbral de la puerta. Sus ojos azules destellaban con un brillo malicioso y una sonrisa de medio lado se esbozaba en sus labios rosas.

-Lo sé, Killu. No hay día que no me lamente el haber faltado a mi palabra. Por eso te prometí compensártelo multiplicado por 10. -Respondió el moreno, adormilado desde su cama.

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Hacia exactamente un año, 7 de julio, que Illumi había prometido llevar a su querido hermano Killua de paseo para celebrar su cumpleaños. El menor había esperado con ansias, pues de toda su familia, quien siempre celebraba con él esa fecha tan especial, era el mayor de todos sus hermanos. Ni siquiera su madre que lo había dado a luz le felicitaba, es por eso que se sentía tan entusiasmado. Pero un trabajo de carácter urgente, encomendado por su padre, hizo que Illumi faltara a su promesa, dejando al peliblanco por casi 15 días. Fue algo que lastimó mucho al pequeño y debido a tal incidente, cuando el mayor regresó de su viaje, Killua dejo de hablarle por los siguientes 15 días, y no fue hasta que le juró que le compensaría esa falta, multiplicado por 10, que el pequeño volvió a hablarle. Killua le hizo prometer que para su próximo cumpleaños, sin importar que, Illumi sería de su propiedad.

-Está bien, Killu. Si eso es lo que se necesita para que me perdones, seré solo tuyo, durante todo un día. Haré todo lo que me pidas sin importar lo que sea.

Esas palabras las pagaría con creces...

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-Pero Killu, es media noche. Pudiste esperar una hora más adecuada para...

-No. Me lo debes, no voy a dejarte en paz, tu penitencia comienza ahora mismo, y lo primero que quiero es quedarme aquí y dormir contigo hasta que sea la hora del desayuno. -Illumi suspiró resignado, se movió un poco haciendo espacio en su cama y corrió las sabanas para que el menor se acostara a su lado; mas el albino, se acercó con movimientos felinos, se subió gateando a la cama sin perder contacto visual con el mayor y se acomodó abrazándose al pecho de su hermano.

-Killu, hay suficiente espacio para...

-No. Quiero quedarme así.

-Pero...

-No. -Y se aferró con más fuerza al cuerpo del mayor, abrazándolo incluso con sus piernas -Las siguientes 24 horas debes hacer lo que yo quiera, me pegaré a ti como una sanguijuela. -Illumi abrió los ojos de la pura sorpresa. -Ahora, hermanito, vamos a dormir. -se incorporó un poco y en medio de una risilla juguetona, dio un beso en la mejilla del ahora más sorprendido pelilargo -Abrázame. -Fue lo último que le dijo antes de re acomodarse. El corazón del moreno dio un brinco exagerado, podría jurar que Killua lo sintió debido a que ambos estaban muy pegados uno al otro. Dudó unos segundos pero los cubrió a ambos con las sabanas y abrazó al pequeño con suavidad; el más chico se acomodó otro poco y empezó a dormitar mientras que el pobre Illumi seguramente no podría pegar un ojo el resto de la madrugada.

Una vez que Killua se durmió, se dedicó a contemplar esa angelical figura, inocente a sus ojos, dormía de manera apacible y confiada abrazado a su pecho. Acarició con cuidado los cabellos del pequeño, deslizando sus dedos entre las finas hebras, bajando luego por su cuello y descendiendo muy despacio por la espalda, apretó sutilmente la cintura angosta y lo estrechó nuevamente con cariño, pegándolo más a su propio cuerpo, deleitándose con el calor de este. Continuo acariciándolo despacio, con cuidado, para no despertarlo, quería, deseaba tocarlo un poco más; un poquito más abajo de la cintura, luchaba contra sí mismo para no meter las manos debajo de la camiseta pero lograba contenerse repitiendo una y otra vez en su mente: "Es mi hermanito, es mi hermanito"