17. Metamorfosis
Cuando consigo abrir los ojos me percato de que Alan todavía no se ha despertado porque están todas las sábanas envolviéndolo a mi lado, pero ya no vale la pena intentar seguir durmiendo porque sé que no tardará mucho en hacerlo. Así que con los parpados aún pegados me levanto de la cama y me dirijo al armario donde está colocada mi bolsa para coger algo que ponerme después de la ducha.
Al salir del baño me siento mucho más tranquila y relajada de lo que he podido estar en estos últimos días atrás, pero cuando acabo de vestirme esa tranquilidad se esfuma por completo al ver a Harry con rostro inexpresivo apoyado en la pared del comedor, los brazos detrás de su cintura y las caderas inclinadas ligeramente hacia delante.
-¿Ocurre algo? –pregunto.
Él niega con la cabeza mientras su inexpresividad se convierte en una sonrisa.
-No llevas en mi casa ni dos días y cuando entras ya huele diferente.
-No es que huela diferente, si no que he cambiado el incienso porque el que tu utilizabas olía igual que una funeraria –murmuro.
-¿Puedes dejar de quejarte e ir a buscar a tu hermano? No sé si lo recuerdas, pero hoy tienes clase así que tenemos que dejar antes a Alan en la escuela.
Cuando termina de hablar se acerca lentamente a mí para empujarme hacia las escaleras que suben al segundo piso, pero no consigo casi ni inmutarme porque estar tan cerca de él me deja totalmente aturdida, como si una burbuja de aire se posicionara en mi cerebro para no dejarlo trabajar con normalidad.
-¿Qué pasa? –me pregunta Harry al notar que no doy un paso adelante.
No quieras saber lo que pasa por mi mente, pienso mientras me muerdo el labio inferior.
-Si no quitas tus manos de mis hombros va a ser un poco difícil que pueda ir a preparar a Alan.
-Mira que tienes mal despertar, eh.
Asiento secamente mientras pongo un pie en el escalón, pero antes de poder alzar la vista hacia arriba ahogo un grito en lo más profundo de mi garganta al ver una silueta moverse hacia mí. Mi hermano, con los ojos entrecerrados y el pelo despeinado, me observa mientras intenta bajar las escaleras en mi dirección.
-No encuentro a Boo...
-Ya te dije que Boo está con Louis –camino hacia él para cogerlo en brazos–. Cuando salga de clase iré a buscarlo, ¿vale? Eso sí, tienes que prometerme que harás los deberes antes de que yo vuelva.
-Los chicos guapos no tienen deberes... –una pequeña sonrisa fanfarrona se dibuja en sus labios.
Me giro casi involuntariamente hacia Harry para lanzarle una mirada acusadora, ya que estoy segura que el autor de esa frase ha sido más él que mi hermano pequeño.
-No llevamos aquí ni dos días y ya estás creando a un monstruo narcisista.
-Es lo que tiene que los dos seamos tan guapos, pequeña.
Antes de que Harry pueda acabar de hablar el timbre de la puerta comienza a sonar estrepitosamente, provocando que el perro del vecino se sobresalte y también comience a ladrar.
-¡Ya va, ya va! –me encamino hacia la puerta mientras niego con la cabeza, no entiendo quién puede estar casi aporreando la puerta a estas horas, pero cuando la abro y veo quien hay detrás no me sorprendo–. ¿Louis?
-¿Podemos hablar? –susurra a la vez que se lleva una mano a la cabeza para colocarse bien el pelo.
-Tengo que ir a la Universidad.