LA Pasta

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-¿Qué diablos hacemos aquí?- Dijo ella retrocediendo un par de pasos asustada.

-Pues, rentaremos un vehículo- Mofó él.

-No iré en esa cosa.

-Bien, hasta luego- Dije montándose en la motocicleta recién pagada y arrancando.

-¡Hey! ¡Espera!- Gritó Susan. Él se detuvo.

-¿Se le ofrece algo señorita?- Ella gruñó- No muerdes ¿O sí?

-¿Cómo llevaremos las maletas?- Dijo ella. Él señaló con la vista hacia atrás de ella, a un camión al que lanzaban su maleta.

-¡Hey!

-Calmate linda. Allí las llevarán. Pasaremos por la zona de búsqueda luego para recogerlas, devolver la moto y tomar un taxi hasta el Hotel. -Ella suspiró.

-Bien.

-Cuidado con el tubo de escape.

-Cuididi quin il tibi di isquipi.

-Que infantil eres.

-Qui infintil iris. -Él rió y arrancó. Ella de inmediato lo sujetó fuerte de la cintura, a lo que él se detuvo de nuevo, esta vez algo asustado.

-Un dato linda: No es "Tres metros sobre el Cielo", es la vida real donde la gente cae de motocicletas y muere si la sujetan fuerte de la cintura al ir a gran velocidad, así que, si me vas a tomar a mi, no me saques el aire y no me muevas ¿Vale?

-¿Acaso le temes a la muerte capitán?- Dijo ella burlona.

-En lo absoluto. Solo no que no quiero morir cayendo de una absurda motocicleta con una pelirroja preguntona abrazada como un koala en mi espalda- Ella rió.

-Bien, comprendo, trataré de no tomarte con fuerza. - Él volvió a arrancar y ella lo volvió a jalar- Vale, lo siento, ahora sí. Y comenzaron su camino de dos horas hacia Genova.

Comenzó a llover cada vez más y más, pero ellos no se detuvieron. De repente, vieron un auto atascado en un charco de lodo, en el cruce de un pequeño puente. Él se detuvo.

-Ya vuelvo- Dijo él corriendo a ayudar a desatascarlo. Era un lugar empinado, así que tuvieron que darle con mucha fuerza, pero a la final, lo lograron. Eran una pareja, y le agradecieron a él por su ayuda. Susan sonrió y le aplaudió mientras el capitán volvía hacia ella. Él sonrió, pero se puso serio pronto.

-¿Y la moto?- Preguntó él buscándola. De repente, vio ya la punta de un neumático de motocicleta hundiéndose en el lago. Él suspiró.

-Lo...Lo sien..- Titubeó mirando a un Capitán serio y enojado directamente a los ojos y luego agachando su cabeza- Yo me descuidé u... un momento y...

-Ya, ya- Dijo él levantando su rostro y sonriendo mordiendo su labio inferior aún por la molestia- No importa.

-¡Eh! ¿Se quedar parados?- Dijo el hombre de la pareja.- ¡Venir!- Y ellos corrieron hasta el auto.
-Y ¿Qué les pasó?- Preguntó con un tanto de dificultad el hombre ya que no hablaba bien el español, pero con amabilidad- Disculpar mi español, solo sé lo básico.- Ellos sonrieron.

-Tranquilo, es el primer Italiano que nos encontramos que sí parece Italiano- Dijo ella sonriendo. El hombre era robusto con una barriga cervecera, cabello negro y bigote enorme negro, como un pequeño peine, y sus ojos azules. Tenía una camiseta que contrastaba los colores naranja y rosa, y una gorra que contrastaba azul y naranja, lo que lo hacía parecer a Mario cuando tomaba una estrella.

-Nos ha pasado que, alguien dejó que nuestra moto se hundiera en el lago.- Dijo él haciendo señas con la cabeza hacia ella. La pareja comenzó a reír.

-Buen, pueden quedar en nostra cosa- Dijo él a lo que Susan lo miró confundida y comenzó a reír.

-Casa- Corrigió Susan de manera cortés mientras reía.

-Es lo mismo si entendieron- Todos rieron. -Me llamo Giorgio, y ella es mi esposa Antonella.

-Soy Susan, es un placer, y él es...- Dirigió su vista a el Capitán, que sonreía.

-Me llamo Alan Brito. Alan Brito Delgado- Respondió él.

-Es un placer Alan- Dijeron ellos sin entender ni un poco de español. Susan y el capitán rieron.

Llegaron a una casa fuera del camino, una pequeña cabaña, y bajaron mientras aún llovía y no paraba de aumentar la fuerza de la lluvia.

-Deben estar cansados- Dijo Giorgo.

-Sí, algo- Dijo educadamente Alan Brito.

-¿Y qué les trae por estos lados?- Preguntó Valentina, que hablaba mucho mejor el español.

-Pues, soy de Venezuela, y él es mi guía durante mi estadía aquí.

-Oh, ¿No son esposos?- Preguntó ella con incredulidad y Susan soltó un carcajada tan natural que hizo que el Capitán también sonriera.

-Para nada. Recién nos conocemos.

-Pues, se ven muy lindos juntos- Dijo Valentina con una sonrisa adorable.

-¿Querer comer?- Preguntó Giorgo.

-Nos encantaría- Dijo Susan.

-Bien. Acompañame Alan, vamos a demostrar quién manda en la cocina.- Dijo él sonriendo creído mirando a su esposa, la cual sonrió retadora.

-Antes les daremos algo de ropa. Están empapados. Bueno, nosotros igual- Rió ella misma a lo que su esposo besó su frente. Era una mujer encantadora. Era castaña con ojos bastante oscuros, y una cintura aún más pequeña que la de Susan, sin contar su sonrisa encantadora. Simplemente preciosa.

-Sígueme Alan, te daré algo para ponerte.

Susan se vistió con unos shorts de jean y un sweater grueso y abrigador que tapa los shorts.
Ella y Valentina comenzaron a secar su ropa con el secador de cabello.

-Si esperáramos a que salga el sol para secarla no se irían esta semana- Bromeó Valentina, Susan sonrió.

-Sí. He notado que no hay mucho sol por estos lados.

-¿Y cuánto llevas aquí?

-Tres días. Bueno, cuatro con este.

-¿Y qué tal te ha parecido?

-Todos muy encantadores- Dijo ella sonriendo- Bueno, casi todos- Bufó recordando a Marta.

-Sí, nadie es perfecto- Rió Valentina- Lo importante es que compensen sus defectos con otras cualidad- Vaya que el Capitán lo hacía.

-¡A comer!- Se escuchó la voz de Alan.

Era pasta. Pero no cualquier pasta. Era LA Pasta. Había quedado espectacular, con una salsa de tomate y carne que habían hecho. Era la gloria. Todos comieron sin hablar. Solo haciendo expresiones de placer.

-Pudo ser mejor- Dijo Valentina sonriendo, con el plato vacío, en el puesto frente a su esposo.

-Sí. La carne pudo haber estar más suave- Respondió Giorgo sonriendo. Ella rió y le lanzó un trozo de pan.

-Lo siento- Rió ella- Mi esposo y yo tenemos un pequeño reto.

-¿Y en qué consiste?- Preguntó Susan sonriendo.

-Él hace las actividades que son de "mujeres", como cocinar, limpiar, entre otras, y yo las que son de "hombres", como cazar, cortar leña y así. El que sea más multifacético, gana. - El capitán sonrió.

-Eh linda, podríamos hacer un reto así- Le dijo el Capitán a Susan.

-Cállate insecto- Dijo ella terminando su comida. Todos rieron.

Al terminar, Valentina los llevó a la habitación. Les dio la principal, con baño, pero había un problema: Una sola cama. Susan y Alan voltearon a mirarse con los ojos entrecerrados.

=Es mía- Pensó cada uno.

-Gracias- Dijeron a la vez sonriendo.

La Reina y el Capitán (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora