sirviendo en la eternidad

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"- es usted muy hermosa, señorita

- ¿Quien eres tu?

- seré su sirvienta personal desde hoy. Por favor cuide de mi"

El ruido de las cortinas, seguido por los rayos del sol entrando por la ventana, me hicieron mover con incomodidad, cubriendo mi rostro con mis suaves sabanas importadas. Una risita se escuchó fuera de mi cueva improvisada para después sentir un peso a mi lado en la cama. Una mano se puso en mi cadera, tanteando mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza, en dónde con un rápido movimiento fue capaz de quitar las mantas que me cubrian. Me queje mientras ponía mis brazos en mi rostro

- señorita, ya debe levantarse. Hay muchas cosas que hacer en el marquesado - suspiré al sentir un tenue toque en mi hombro, para después ver a la chica que me miraba con atención, ella sonrió con calidez, y cerre mis ojos sin saber si aquel brillo venia de ella o de la ventana abierta

- Cecilia, aún es temprano - volví a quejarme mientras ella se alejaba de mi lado, recorriendo la habitación hasta llegar al mueble de vestidos - ¿Podrías evitar apretar demasiado el corset está vez?

- usted bien sabe que lo intento, pero como siempre hacen sus vestidos una talla más pequeña, debo hacer algo para que no tenga que ir desnuda por la casa - suspiré mientras me levantaba, ella con prisa llegó a mi lado, tomando mis manos para ayudarme a bajar de la cama, podía sentir los leves callos de las suyas provocados por los trabajos del hogar. Mantuve sus manos con las mías, acariciando con mis dedos las durezas de su palma - señorita, no haga eso otra vez - su mano se apartó de la mía y fue llevada a su pecho, ella miraba hacia otro lado pero su rostro estaba con un tenue color rosado

- no puedo evitar preocuparme si tus manos están así de maltratadas - me acerque al mueble de espejo, buscando en los cajones mi crema, volví nuevamente con ella y estire mi mano la cual miró dudosa - vamos, dame tu mano - temblorosa la acercó hasta dejarla con cuidado sobre la mia. Sonreí mientras la giraba, depositando un poco del blanco liquido y así comenzar a masajear la zona lastimada - ¿Que paso con la crema que te di hace dos semanas?

- la ama de llave me la quito, creyó que la había robado - hice una mueca mientras ella me entregaba su otra mano para repetir el proceso

- esa señora amargada de seguro se lo quedó para ella, pues no apareció por aquí - Cecilia rió con suavidad, haciéndome sonreír mientras con sutileza dejaba un beso en el dorso de su mano, bajo su mirada alarmada

- ¡Señorita! Alguien nos puede ver - ella se giro hasta la puerta, en dónde obvio no habia nadie, pues ya lo habia corroborado antes de mi accionar

- sabes que nadie más que tu tienes derecho a entrar sin tocar la puerta - la abrace por detrás mientras ella intentaba apartarse, bese su mejillas hasta que finalmente se rindió, acariciando mis manos que descansaban en su vientre - soñé contigo

- espero que no sea como el último - ella se giro en mis brazos, envolviendo con sus manos mi cuello, le sonreí y negué

- el último fue...más emocionante. Está vez solo recordé el pasado - bese su mejilla una vez mas y después su cuello, haciéndola reír. Ella era muy cosquillosa - recordé lo que me dijiste cuando nos conocimos

- ya hace más de 10 años que ocurrió, dudo que recuerdes - fruncí el ceño mientras la miraba

- ¿Tu sientes que te estoy cuidando bien? - sus mejillas se sonrojaron y yo al instante sonreí, dí un suave beso en sus labios antes de separarnos - ayúdame por favor - me gire para para que ella desatará mi camisón. Pude sentir la tela deslizandose con suavidad por mi cuerpo hasta caer a mis pies, un escalofrío se instalo en mi espalda al sentir las manos tibias de Cecilia, que dejaban suaves caricias recorriendo mi espalda con lentitud, deteniendose en algunos lugares para despues continuar

One-shots. Historias Cortas GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora