Capítulo 3: ¡Durmiendo a la Intemperie!

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La mañana del segundo día comenzaba. Todos se despertaron listos para ir a desayunar. Estando en el comedor, Barnabas y Ulysses invitaron a Kev Kiga a que se sentara con ellos, pero él, muy agradecido, respondió que iría con los de su clase. De pronto, Axel entró junto al príncipe Hans y se fue a sentar con los del salón dos. Barnabas y Ulysses sólo suspiraron.

     —Ah... parece que ya lo compraron— rechistó Ulysses.

     —Al parecer en esa clase se llevan bastante bien —respondió Barnabas desairado—. De no haber sido por la pelea de ayer, probablemente estaríamos igual.

     —No podemos saberlo con certeza. Si hay alguien a quien culpar, sería a Silk, pues ella empezó la provocación.

     —Aun así, pienso que si hubiésemos dejado pasar eso podrían haber sido distintas las cosas...

     —Lo hecho, hecho está, Barnabas. Además, no tenemos nada que envidiarle a ese salón. Incluso tendremos entrenamientos mucho más duros gracias a la pelea de ayer. Eso puede resultar beneficioso para nosotros. —Terminando de pronunciar esas palabras, Ulysses volteó a ver hacia la entrada—. Oye, mira. Ahí vienen las chicas. De seguro podemos decirles que se sienten con nosotros. ¡Agatha, Sophia! ¡Por aquí!

     Ambas chicas saludaron a Barnabas y a Ulysses, pero se fueron a sentar a otra mesa con su compañera de habitación, quien pertenecía al salón tres.

     —Maldición... perdimos también a las chicas... —rechistó nuevamente Ulysses.

     —Bueno, creo que es mejor así. Podremos estar más enfocados en nuestros entrenamientos y en fortalecernos como equipo, Ulysses.

     —Tienes razón. Por ahora todo bien.

     —¡Ey, miren! Pero si son los idiotas del salón uno —se burlaba airoso un joven del salón tres mientras señalaba a Barnabas y Ulysses.

     —Pobres, ¡míralos! —agregó su acompañerante—. Tienen que comer solos porque nadie quiere estar con ellos.

     —¿Y ahora también tenemos que aceptar esta humillación? —preguntó Ulysses bastante desairado.

     —Ulysses —agregó Barnabas—. Hace un momento me dijiste que lo hecho, hecho está. ¿Siquiera estás consciente de lo que dices?

     Los dos jóvenes del salón tres se acercaron a Barnabas y a Ulysses.

     —Es broma, muchachos. Les haremos compañía —dijo el que comenzó el escándalo.

     —¿Es en serio? —preguntó Ulysses bastante desconfiado.

     —¡No, zoquete! —respondió el otro mientras aventaban la mesa con la comida de Barnabas y Ulysses. Ambos se molestaron, pero Barnabas le hizo señas a Ulysses para que se fueran del lugar. Agatha los vio desde la mesa en la que estaba sentada y se sintió mal de no haber comido con ellos.

     —Oye, Agatha. Deja de pensar en tus amigos. También necesitamos nuestro tiempo entre chicas. Ya sabes, los hombres siempre andan hablando de cosas de... hombres. ¡Es necesario que al menos una vez al día estés lejos de ellos!

     —Qué vergüenza —agregó su compañera de cuarto—. Esos dos idiotas están en mi salón. Se sienten superiores ya que sus padres son los dos capitanes más importantes del ejército de Xelesia. Sus nombres son Ferdinand y Murdock. Les recomiendo que si no tienen verdaderamente nada qué hacer con ellos, evítenlos. Son muy insoportables.

     —No te preocupes, Danielle —respondió Agatha—. Que ellos sean así no quiere decir que tú lo seas. Siempre hay mas de algo en los salones que no podemos evitar.

Racers Travels: Despertar (Versión 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora