Todopoderoso: La Historia del Mago Primo

Parte 5: Occultatum

Las primeras en llegar fueron las Marlowe-Lace, una familia que consistía de la tía Norma, quien era prima de Rea y sus dos hijas, Lyra, de la edad de Regulus y Bella, quien era varios años menor que Aura. Eran las únicas en la familia con el cabello rojo. Norma era algo engreída, lo cual pasó a ser uno de los grandes rasgos de su hija mayor. Por doquier, Lyra pasaba con sus sonrisas condescendientes y sus dramáticos gestos, como echarse el largo y ondulado pelo para atrás como si fuese una princesa. Por suerte, su hermana era más decente, ya que era muy pequeña para comprender esa clase de ideas de su madre. A los niños sólo les interesa jugar, y no muchas más cosas.

Después llegaron los Marlowe-Credale, que consistían sórdidamente del primo de Rea; Cyngus, su esposa Clara y su hija de cuatro años, Malus. Cuando Regulus pensó que incluso sus primas de cuatro años eran mejor que él en la magia, no estaba bromeando.

Tanto Bella como Malus podían hacer casi lo que fuera con sus habilidades. Sin embargo, a veces sucede que un mago nace con una predisposición a cierto tipo de magia. Lyra y Malus eran el vivo ejemplo. La única razón por la que a Lyra no le habían tirado una patada en el trasero era que había nacido predispuesta a la magia de manipulación. A todo aquel que la viera le parecía atractiva y agradable, y entonces, por medio de la magia, podía hacer que cualquier persona hiciera lo que ella quería. Regulus había caído en esas muchas veces, por lo que ahora decidía mantener su distancia. Malus, en cambio, había nacido predispuesta a comunicarse con los espíritus del más allá, lo que hacía que una chiquilla de cuatro años se volviese llanamente aterradora. Aunque no parecía nada mala con su cabello y ojos negros, había cierta energía a su alrededor que le ponía a todo mundo los pelos de punta. Sin embargo, a Bella eso le importaba un comino. Por eso, las dos andaban juntas las reuniones familiares enteras, correteando de un lado a otro de la casa.

Los padres de Malus eran los más normales de la familia. Cyngus raramente usaba la magia, y más bien se dedicaba a su negocio de vender antigüedades. Era un hombre nervioso y siempre parecía que estuviese a punto de desmayarse. Su esposa era muy parecida. Sin embargo,              -pensó Regulus- Es posible que tanta falta de sueño que provocan las presencias sobrenaturales en su casa no pueda dejarlo a uno muy cuerdo.

Y así, pronto llegaron uno a uno, los tíos y tías, primos y primas de la familia Marlowe. La mayoría de los miembros eran de la mediana edad, y las únicas primas pequeñas serían Aura, Malus y Bella. Regulus se encerró en su habitación mientras escuchaba todo el ruido de afuera.

Se acercó a la ventana y observó que abajo su madre saludaba a todo mundo mientras en una esquina del patio Argo esperaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Lyra estaba parloteándole sin parar al oído, pero a Argo no podía importarle menos.

Desde que eran pequeños, la única persona de la familia a quien Lyra no pudo encantar era Argo. Regulus suponía que de ahí venía su obsesión con hablarle cada minuto para ver si algo había cambiado.

Regulus reparó en que Argo estaba dando golpecitos con el pie. Claramente debía de estar esperando a alguien. Pero, ¿quién?

Parecía que todo mundo ya había llegado.

Regulus se percató de que Corvus tampoco había bajado. Seguramente debía de estar en su habitación a través del pasillo. Usualmente, cuando ninguno de los dos estaba interesado en participar en las reuniones familiares, ambos se excusaban y se ponían a jugar videojuegos en el piso de arriba, habiendo robado cautelosamente una bolsa de papas fritas de la cocina. Sin embargo, con ninguno de los dos dispuesto a disculparse, ambos se limitaron a encerrarse en sus respectivas habitaciones.