Capítulo 2: ¿Y si me das la mano?

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Los aullidos de dolor de la profesora no consiguen sarcarnos del shock momentáneo... A excepción de un par.
—¡Eso es un zombie! —Dice Javier sorprendido... Aunque no muy apenado.
—¡Yo quiero matarlo! —Exclama Anabel.
Mi compañera de clase se acerca a la profesora Brunett. Si quiere usar el combate cuerpo a cuerpo, es una pésima idea, pero para cuando estoy a punto de decirlo es demasiado tarde.
Lo que hace es bastante... Estúpido. Intenta atinarle un puñetazo en la boca a la criatura, quizás, esperando que se vuelva inofensiva.
Entonces el "zombie" empieza a comerle la mano: Le arranca cada dedo clavando sus dientes en ellos, desgarrando cada centímetro de éstos y derramando cada gota de sangre. Cuando termina, se abalanza sobre Anabel y la tira al suelo, mientras ésta continúa los gritos que inició cuando perdió su primer dedo. Tumbadas una junta a la otra, el monstruo comienza su festín de tripas.
Los gritos se multiplican debido al pánico de mis compañeros y se genera un caos increíble, pero por la misma razón, nadie hace nada para salvarlas.
Miro con el rabo del ojo mi estuche escolar y encuentro mi compás: Lo sujeto y lo abro lo más que el instrumento me lo permite.
Me acerco rápidamente a la criatura y, aprovechando su distracción, le clavo con firmeza la punta del compás en el cráneo. Si esto realmente es un zombie...
Funciona: El monstruo deja de moverse y gruñir. Se lo quito de encima a Anabel pero ésta ya ha enmudecido: Realmente no ha devorado nada más que su mano como supuse, pero está inconsciente, quizás por el susto o porque ha perdido demasiada sangre y... Y ya no hay tiempo de solucionar las consecuencias.
Observo lo que hace unos minutos era el puño de mi compañera: Ahora sólo son retazos de carne rojizos. Escucho las arcadas de algunas chicas de la división.
Entonces todos mis compañeros me miran: No sé si sorprendidos, o asustados de mí. De cualquier manera, los ignoro y abro la puerta para asomar la cabeza por el pasillo...
Mierda. Está lleno de esas cosas.
Observo detenidamente los rostros de algunos de ellos... Y me sorprendo al notar que son personas que conocemos. Todavía son claras sus facciones en sus repentinas caras pútridas, que parecen haber estado años en un ataúd.
Preceptores, alumnos... Todos convertidos en esas cosas horribles.
Cierro la puerta de forma abrupta y apoyo mi espalda sobre ella. Qué inteligente, Íngrid... Como si eso pudiera evitar que entraran si quisieran...
—¿Qué hay ahí? —Me pregunta Alejandro, inquieto.
—Todas... Todas las personas de la escuela... Están hechas... Bueno, lo que esas cosas sean. Tenemos que salir de aquí
Toda la división comienza a discutir sobre qué hacer y cuál sería la mejor manera de escapar, pero no se escuchan entre sí y hasta se insultan.
—¡Hey! Nunca sabremos cómo solucionar esto a los gritos, y esas cosas no se van a ir ¿O es que quieren terminar como Anabel y Brunett?
Miro con el rabo del ojo a la profesora y vuelvo la vista al frente rápidamente: Pude ver sus intestinos de una manera demasiado explícita.
—Entonces —Continúo hablando — ¿Alguien tiene algo filoso, por casualidad?
—Yo tengo un cuchillo —Comenta Lautaro alzando la mano. La verdad es que no es mi persona favorita en el mundo.. ¿Quizás por su enorme egocentrismo? No lo sé.
No me transmite confianza. Arqueo una ceja.
—¿Puedo saber por qué traes un cuchillo al Instituto?
Entonces él se dirige a su mochila, saca un pequeño táper y de ahí toma el cuchillo.
—Para cortar el almuerzo, chica inteligente
Siento calor en las mejillas, pero me limito a aceptar el utensilio y a continuar con mi plan.
—Compañeros y compañeras, amontónense contra la puerta, para evitar que otra de las criaturas entre. Yo iré a matar a los del pasillo y...
Mi división entera empieza a reír a carcajadas y yo no entiendo por qué.
—¿Tú? —Me pregunta Javier, incrédulo —Íngrid, eres mi amiga y te quiero, pero.. ¿Qué sabes sobre matar zombies? Esto no es un juego
—Podría haberte dicho lo mismo cuando sonreías mientras Brunett moría —Le reprocho, enojada.
—Yo sólo estoy advirtiéndote que morirás apenas salgas por esa puerta
—Qué optimista
—Es en serio
—¿Me estás subestimando? No sabemos si son "zombies", y aunque lo fueran, esto no es ficción pero es un riesgo que tendremos que correr ¿Hay algún voluntario además de mí? —Los chicos de la división bajan la vista, las chicas miran hacia otro lado —Excelente
Javier no dice nada.
Entonces abro la puerta del salón y salgo rápidamente al pasillo.
Mierda. Hay como diez acercándose a mí.
Al primero, uno que llega por el lado izquierdo del pasillo, le clavo el cuchillo en la frente, al igual que a los compañeros que trae a sus lados. Repito el proceso de "apuñalar, quitar" con la mayor velocidad posible.
Otro viene por la derecha: Le doy un puñetazo en la misma zona de la cara, y debido a la putrefacción, mi fuerza es suficiente para destruirle los sesos. Éste también trae amigos a sus laterales, a los que les doy una patada.
Un grupo más se acerca por la izquierda: Utilizo el cuchillo como si fuera una espada, moviéndolo en forma horizontal, rebanando sus cabezas. Me sorprende mi propia fuerza para realizar esto y la resistencia del cuchillo, pero no es momento de cuestionar nada.

Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora