—Es solo una cena, Seb —dijiste estirando la sabana y terminando de acomodar una de las almohadas.
Él asomó la cabeza desde el baño con el cepillo de dientes aún en su boca, doblando las mangas de su camisa blanca.
—Es una cena con tus padres amor, esa no es "solo una cena" —tomó el cepillo de dientes con una mano y habló salpicando un poco.
Suspiraste caminando hacia el tocador.
—No es tan malo.
—No, yo no dije que fuera malo pero tu padre me odia y a tu madre nunca la he visto —salió del baño con la boca mojada, caminó hasta la toalla y se secó con ella.
Le tendiste el saco negro que estaba sobre una silla y lo ayudaste a ponérselo.
—Papá no te odia y solo lo has visto una vez —dijiste y él movió la cabeza siguiéndote la corriente—. Mamá es linda. Van a amarte, Seb.
Ajustaste bien su camisa.
—Si tú lo dices.
Rodaste los ojos y volviste al tocador para seguir aplicándote el labial rojo.
—Solo compórtate y sonríe. Es simple. —sonreíste a tu reflejo satisfecha de tu imagen y lo volteaste a ver— Sé el mismo Sebastian de siempre.
Él sonrió.
Bajaron del auto en la entrada de tu casa. Se notaba que al crecer y vivir sola, tus padres se habían tomado la molestia de decorar todo y hacer un jardín.
Era obvio que Sebastian estaba nervioso, lo sentiste al instante que te tomó de la mano.
La puerta se abrió después de unos dos golpes y apareció la mujer que te dio la vida con una sonrisa de oreja a oreja.
Sonreíste para después darle un gran abrazo.
Sebastian saludó y le dio un beso en la mejilla.
Entraron a la casa en la que solías vivir y se digirieron directo al comedor, donde tu padre los estaba esperando leyendo un libro.
—Hola mi niña —tu padre dejó el libro sobre la mesa y se levantó para darte un fuerte abrazo. Después miró a Sebastian con una media sonrisa y le tendió la mano. — Te conozco, te vi en la inauguración, ¿cierto?
—Eh, sí señor. Un gusto volver a verlo.
Tu madre notó que los siguientes segundos fueron demasiado incómodos para todos así que pidió que nos sentáramos. Luego se perdió en la cocina y regresó con la comida.
—La comida está deliciosa, señora (ta) —dijo Seb con una sonrisa.
Tu padre no dejaba de mirarle con esa expresión de no estar seguro del todo.
—Oh, gracias hijo. —respondió tu madre sonrojándose.
Después de eso todos guardaron silencio absoluto, ocasionando que el único sonido en el comedor sea el de sus bocas masticando y el ventilador girando en el techo.
—Y Sebastian, —habló por fin tu padre después de un rato— ¿a qué te dedicas?
Él sonrió amablemente mientras colocaba el tenedor sobre la servilleta junto a los demás cubiertos.
—Soy actor, señor (ta).
Las cejas de tu padre se elevaron con sorpresa.
—¿Actor? ¡Wow! —exclamó tu madre tras el silencio de tu padre.
—Si, es un asombroso actor. Ha salido en varias películas reconocidas... —comentaste con emoción.
—¿Cómo qué películas, señor Stan? —interrumpió sin quitarle la mirada.
Él te miró nervioso.
—Son películas basadas en cómics, algo así como...
—¿Superhéroes? ¿Heroínas? ¿Villanos con capa y piel verde?
—Papá. —hablaste mirándolo con los dientes apretados.
—Digamos que algo así, señor.
—Bueno, menos mal tú no quieres conquistar al mundo y tienes la piel verde —comentó tu padre mirando a Sebastian, después se comenzó a reír ocasionando que todos le siguieran.
Después de todo, fue una buena cena.