•06•

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Noah:

Freya entra en la cocina, interrumpiendo todo. Me alejo de Morfeo y me obligo a calmarme. No lo vale.

—Pero... ¿qué pasó aquí? —pregunta ella señalando los pedazos de la taza—. ¿Y esas caras?

—Morfeo es un torpe —dice Medusa y su cabello vuelve a la normalidad—. Se le cayó la taza de Noah.

—Muy torpe —coincide él y me lanza una mirada, que pareciera más de diversión que de otra cosa—. ¿Tienes una escoba, Freya querida?

La diosa se echa su trenza cocida tras el hombro y se sube las mangas de su sweater.

—En ese armario —indica y Morfeo va por las cosas para limpiar.

Es bueno saber que algo de mi poder sigue ahí. Quizá en unos días pueda hacer más que romper una taza. Me pongo un mechón de cabello tras la oreja, tendré que acostumbrarme a que esté así de corto. Al menos Medusa pudo dejarlo más presentable.

Miro el café derramado con molestia, es el segundo que trato de beber. Y Freya ya no tiene. Le echo una última mirada al imbécil de Morfeo y me encamino a la sala de estar para ubicarme frente a la chimenea encendida. Allí un hombre tiene un par de hachas en sus manos y parece estar concentrado en ellas.

—¿Y tú quién eres? —pregunto con cautela.

Él me mira, sus ojos son de un tono verde tan claro que no parecen de verdad, sus rizos castaños están peinados hacia atrás y viste un elegante traje negro.

—Hades, rey del Inframundo. —Se presenta dejando una de las hachas y me extiende su mano—. Tú debes ser la...

—Noah Ward. —Me apresuro a interrumpirlo, harta de que me llamen solo nefilim.

Como si no fuera más que un animal sin nombre.

—Noah, entonces. —Estrecha mi mano y está bastante fría—. Morfeo habló muy bien de ti.

Suelto su mano y me acerco a la chimenea para buscar algo de calor.

—Ni siquiera me conoce —mascullo extendiendo mis manos hacia el fuego—. Ninguno de ustedes.

—Ah, pero todos queremos lo mismo.

«De vuelta con eso».

—¿Irás en contra de tu propio hermano? —inquiero con desconfianza.

—Zeus y yo no somos muy... Unidos. —Se acerca a mi lado—. Además, para nosotros la familia es algo distinto a lo que debes estar acostumbrada. Pasa una eternidad tolerando a una familia disfuncional y cualquier rastro de amor y respeto lo borrará el hartazgo. Zeus tiene que parar o destruirá el equilibrio de este mundo. Y tanto yo como Morfeo le pondremos un alto.

—Cueste lo que cueste, ¿eh? —musito recordando la destrucción en el apartamento de Apolo y la frialdad de Morfeo.

Daño colateral. Eso es una vida mortal para un dios. ¿Qué importa que mueran inocentes con tal de cumplir sus objetivos?

—No dejaré morir a humanos en vano.

Hades me mira de reojo, pero no dice nada. Solo se desvanece en sombras, dejándome sola con Apolo, el cual sigue dormido. Froto mis manos entre el calor de la chimenea hasta que empiezan a ponerse rojas, recuerdos del ataque empiezan a clavarse en mi mente. Cierro mis ojos con fuerza, es como si pudiera ver a los cadáveres regados por el gran salón; a mi padre luchando con sus últimas fuerzas; a mi prima en brazos de Thor. Proteger a los humanos era una labor importante para los ángeles, resguardar la mortalidad que El Creador había moldeado con tanto recelo. No puedo permitir que los dioses sigan destruyéndolo todo por sus conflictos de intereses.

Los Brazos De Morfeo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora