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El valle de la muerte era peligroso para todo a que osara aventurarse en el. Decía la leyenda que si tu intención era cruzar al otro lado del valle, solo para salvar a alguien importante para ti, ningún peligro corrías además de el susto de ver a las criaturas que habitan en el; pero si tu intención no era buena y meramente egoísta jamás saldrías del valle de la muerte. Mucho lo intentaron cruzar, jamás regresaron. Se rumoraba que dentro de el se encontraba una ciudad, y que en ella terminaban los extraviados, eso se pensó hasta que John Pierto regreso 15 años después de su fuga de la cárcel, donde se aventuro en las profundidades del valle de la muerta para no ser atrapado otra vez.

-¡Jamás creerías lo que ese endemoniado valle esconde! Nuestros antepasados no se equivocaron en colocarle el dichoso nombre del valle de la muerte. Nunca es de día en ese infernal lugar.  Los troncos de los arboles son piedra con musgo, y las hojas son tan frágiles; ni un solo rio pasa por el; todo es un maldito laberinto y los animales que habitan allí horribles mutantes con garras que descuartizarían a un marinero, pelaje gris que contrasta con ojos inyectados de sangre ¡Desde la mas diminuta criatura hasta la mas grande!

Decía a todo pulmón en la sala de emergencia del hospital, mientras el equipo de salud trataba de controlarle y atender sus héridas, que no eran ni pocas ni superficiales. Su rostro estaba deforme, tenía cinco costillas rotas, los dedos de la mano derecha gangrenada y de las demás héridas salía barro, sangre y pús. No tardaron mucho en transferirlo al manicomio. Sus historias parecían sacadas de un libro de terror. Continúo meses con la misma historia, hasta que una noche de luna llena mientras observaba la oscuras profundidades que se hacían en los árboles, un doctor que nunca había visto entro en su cuarto. Llevaba gafas grandes y el cabello negro le caía en la cara. Este saludo cortezmente y pidió que se le permitiera sentarse. John no volteó. El doctor tomo esto como una afirmación.

-Señor Pierto, soy el doctor James. He venido a ver como va su evolución.

John no hablo. El doctor lo miro un momento.

-¿Por qué no me cuentas que fue lo que viste en el valle de la muerte?

Tenia meses diciendo la misma historia a todo los que le preguntaba y a los que no también, pero ahora no quería decir ni una sola palabra, estaba cansado de ser creído, y a cambio ser ignorado en un manicomio como un loco. El doctor trato de convéncerle que hablara pero fue en vano.

-Señor Pierto, yo he venido a ayudarle a usted a salir de aquí ¿De acuerdo?.- estas palabras llamaron la atención de John- se que no esta loco, que en ese valle se esconde algo, pero sino se que fue lo que vio hay no podre ayudarle.

-¿Ayudarme? ¿Cree usted que me puede ayudar? ¡Usted no sabe lo que viví en ese maldito valle! – Se levanto bruscamente de la silla y se volteo.- ¡Ni si quiera tiene una idea!

-¿Vío vampiros en el valle?

-No.- Respondió sorprendido John.

-¿Entonces hombres lobos, brujas, duendes, ogros?

-¿Doctor...- Pensó en que a ese doctor ya los había visto, aunque sabia que era imposible.- por que quiere saber si esas criaturas viven en el valle?

Una sonrisa se dibujo en el rostro mientras se quitaba las gafas y con una mano se pasaba los dedos por el cabello acomodándolo perfectamente hacia tras. Pudo ver con claridad los deslumbrantes dientes blancos; usualmente todos los de la región tenían los dientes amarrillos y dañados por la falta de cuidados. Un escalofrió recorrió lo espalda a John.

-Tranquilo John, solo quiero ayudarte.

-¿Que quiere saber?.- Dijo al fin John a la defensiva.

-Solo que criaturas viven en el valle de la muerte ¿Viven solo animales mutantes?¿Criaturas mitológicas? O....- Miro fijamente a John. Sabia que el ocultaba algo, algo que por deducción descubrió con tan solo verlo escrito en sus ojos dilatados del terror.- humanos también?

-Tú...- John tropezó contra cama. El pánico lo invadió de nuevo, como tantas noches lo hizo en el valle al ver ojos inyectados de sangre. Se dio cuenta de porque le era familiar.- ¿Q-ue... eres...?

-Tu salvador.- Dijo extendiéndole una mano para que se parase.- querido John. Ahora dime, ¿Hay humanos en el valle de la muerte?

Frío y aterrorizado John decide que si le cuenta lo que tanto omitió, la criatura con aspecto de humano no lo mataría.

-No creo que fueran humanos... su piel era blanca como la nieve y sus ojos oscuros eran fríos y duros como las rocas.

-¿Llegaste a ver donde vivían?

-S-i... Hace como tres años...

-¿Cómo era John?

-Frío... oculto... hermoso. Pero no se engañe, nunca podrá entrar. Solo fue suerte el haber recibido una invitación a entrar y  poder pisar las baldosas de cristal.

-¿Quién dijo que la íbamos a necesitar? Cuando sea nuestra esa ciudad no será problema nuestra entrada ni nuestra salida.

-¡Pensáis invadir el reino Helado! ¡Estáis loco! ¡La guardia real os matarían! Y si eso no os mata la Reina Sure lo hará.

-La Reina Sure. Mmm.- Pensó un momento y volvió a mirar a su interlocutor.- Me han dicho que ella es puro hielo, solo una estatua que protege al reino completo.

-Estáis aun más errado. La Reina Sure tiene grandes poderes sobrenaturales, elegida por los mismo dioses para proteger el Reino Helado. Si ella se enterara que he hablado ¡Me mataría como un brujo, un traído un desertor!

-Si tu palabra tiene algún valor, puede ayudarme a cumplir mi misión y yo te ayudare a mantenerte vivo.

-Todavía no entiendes. Te estoy diciendo que no hay criaturas más peligrosas que los habitantes del Reino Helado. Su guerrero son formidables, su defensa es impenetrable, y llegar hasta ella es casi imposible si no eres uno de ellos.

-¿Así que no sabes llegar?.- John volvió a sentirse en peligro.- entonces no me queda mas que....

-¡Espera, se llegar! ¡Solo que trataba que no cometieras ninguna locura!

-No lo haré. Ven. Nos guiaras al Reino Helado, y si me juras obedecerme el reto de tu vida te garantizo vivir cuantos años quiera.

Antes de cruzar el portón del manicomio John trago aire para poder hablar de nuevo.

-¿Usted como se llama?

-No me hables con tanta falta de respeto. Me dirás Señor Sevastian.

-Señor... Sevastian ¿Por qué quiere invadir al Reino Helado?

Sevastian se detuvo un momento. Sus ojos se encontraron con la luna, serena, calmada, eso era lo que el quería en realidad, una vida tranquila como lo que reflejaba la luna. John pensó por el largo silencio que aquella criatura se había molestado por la impertinencia de la pregunta. Se sobresalto cuando volvió a escuchar la voz de Sevastian.

-Para salvar a mi gente.

El Juego entre la Sangre y la Nieve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora