III

1 0 0
                                    


El día oscuro era nefasto para los habitantes del Reino Helado; que no podían pasear por las calles de cristal sin temor a un ataque de los vampiros, aun así la tranquilidad reinaba gracias a los guardias que se esparcían en los puntos estratégicos de la ciudad. Aun que la tranquilidad de la ciudad no llegaba al palacio donde se desarrollaba una situación peculiar, mientras los sirvientes estaban en lo suyo podían percibir como el aire se tensaba hasta volverse sofocante, llegaron a pensar que estaban en la parte del climas donde todo esta apunto de estallar. Desde los esplendoroso jardines de rosas blancas hasta las mazmorras en la cúpula de la torre mas alta el frió era asfixiante. La razón no era mas que por el estado de humor de la Reina.

Quieta, mortífera y calculadora planificaba con sus capitanes el próximo movimiento para el destierro de los vampiros. Un trabajo complicado ya que lo que tenían los soldados en numero lo compensaba los vampiros en poder; la guerra se agravaba mas con cada batalla haciendo perder vidas inocentes y recursos. Los vampiros querían el Reino Helado por carencia de sol, su inagotable fuente de energía y su complicadas entradas -cosa que les vendrían bien en caso de invasión- La reina siempre se pregunto como lograron ellos encontrar el Reino Helado. Las sugerencias de planes de batallas fueron descartado una por una con un inservible, estúpido, insuficiente, inaceptable como repuesta de la Reina Sure.

- ¿Es que no sabéis que las sanguijuelas esas son inmortales? Una lluvia de ácido no les hará cosquillas. - Declaro la Reina Sure.

Todos se miraron preguntadose porque la Reina no aprobaba ninguna de los planes de batallas, para ellos tenían un 78% de probabilidades de ganar la batalla con ellos sin poner en riesgos la vida de los habitantes del Reina Helado.

- No quiero ganar batallas.- Contesto la Reina al entrelazar sus dedos - Quiero aniquilar de la faz de la tierra a cada miserable chupa sangre. Retírense.

Desconcertados y malhumorados obedecieron. No se le podía complacer a la Reina amenos que implicara regalarle la cabeza del Conde en bandeja de plata, y esto para ellos era por ahora algo imposible. Por lo cual el humor de la Reina no podía ser resuelto por eso; estaba preocupada, con cada día que se invertía en la guerra su pueblo agonizaba por ella. Sus soldados caían uno a uno en cada redada y como si fuera poco estaba sus generales presionándola para hacer lo que ellos querían. La Reina fruncio el ceño cuando dos de ellos se quedaron murmurando en la sala detrás de ella.

- General Frizor, General Creego - Los llamo sin darse la vuelta. - ¿Que os detiene en la sala?

- Mi Reina, he de decir que seria un error no poner las trampas en los alrededores del lado sur- Destaco Frizor. - Es evidente que ellos entran por esa área de la ciudad.

- No solo eso Reina.- Hablo Creego sin esperar su turno.- Recibimos informes de que los habitantes de esa área escuchan cosas extrañas durante las noches y...

La Reina había levantado la mano para indicarle que párese.

- ¿Error? ¿Cosas extrañas? Cuando traigan información verídica yo misma pondré en marcha las cosas. No es un error General Frizor, mis decisiones son la que te han mantenido vivo - Frizor enrojeció al recordar que el intento un asalto sin la autorización de la reina a un área rebelde donde Sure dijo que era perfecta para una emboscada, casi le cuesta la vida sino fuera porque ella llego al lugar y a filo de espada venció sola a los cinco vampiros que permanecieron en el área.- Si la gente escucha cosas extrañas es por que esta asustada General Creego, después de dar falsas alarmas en la zona. No se deje llevar por chisme.- El General Creego frunció el ceño.- Sino van a decir algo trascendental es mejor que no arruinen la poca admiración que siento hacia ustedes. Retírense.

Ambos dieron media vuelta y antes de salir por la gran puesta de caoba escucharon el concejo final de la Reina.

- Espero que la próxima vez que vengan lo hagan con la cabeza del Conde.

El Juego entre la Sangre y la Nieve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora