Llevas puesta tu ropa favorita y amarrada una camisa vaquera que llevabas puesta, pero te la quitaste porque sino moririas de calor. Te paras, miras el paisaje, y suena la canción perfecta. En ese momento te das cuenta de lo bella que es la vida y en lo rápido que pasa. Deseas que ese momento sea infinito. Podria compararse a cuando besas por primera vez a la persona que quieres. El mundo se para y sientes que tienes poder de decisión. Sientes unas ganas de gritar, correr y sonreir lo máximo posible. Ojalá todo el mundo pudiera sentir lo que estas sintiendo ahora mismo. Esa sensación de libertad extrema, y el viento azotandote en la cara acompañando a potenciar ese sentimiento. No hay nadie en las carreteras. Miras a tu alrededor y nada. Eres la única persona que está alli. Te sientes especial. Te paras a observar el cielo y ves colores que jamas habias aprendido. Mezcla de tonos rojos con morados y naranjas, que por separado seria anormal verlos en el cielo, pero juntos, hacen que sea perfecto. Ni frio ni calor, solo una brisa agradable que hace que tu pelo perfectamente peinado se agite un poco. Decides avanzar para seguir viendo ese paisaje tan idílico, con tan mala suerte de que tropiezas y caes al suelo. Rezas por que nadie te hubiese visto, pero te acuerdas que alli, solo estás tu. Una brillante luz te ciega derrepente, acompañado del sonido de unos pasos que suenan al mismo tiempo que el chillido del parqué viejo que, casualmente, tienes en tu cuarto. Abres los ojos, y cuando ya lo has hecho, piensas que ha sido la peor decision que has tomado en todo el dia. Fue solo un sueño. Tan perfecto, tan bonito, que debía de tener algún fallo. Pues bien, asi son muchos aspectos de la vida. Hay cosas que te encandilan y te acostumbras a ellas como si fueran reales, ignorando los signos que te indican lo contrario. Y cuando te despertas, te das cuenta de ese pequeño detalle, que no era real. ~ Ale Mackensie
