¿Quién es? –Pregunto con la voz queda- la puerta de mí habitación se abre en un chirrido agudo. "tuvo que haber sido el viento, chico estúpido" –pienso mientras me levanto y poso un pie en el frio suelo. Camino con pereza a través de la habitación a oscuras, no busco el interruptor para encender la luz, solo quiero cerrar la estúpida puerta que me la ha jugado –río para mis adentros- paso tras paso se puede escuchar, a lo lejos, el eco que produce cuando la madera cruje bajo mis pies; es una casa vieja, era de esperarse de la casa de mis parientes más ancianos. Mi madre y mi Padre salieron de vacaciones y me dejaron a disposición de mis abuelos paternos, en realidad me la paso muy bien, cuentan muchas divertidas historias y es gracioso verlos dormirse solos; la comida sabe muy bien y salgo con mi abuelo al lago a pescar por las tardes en un maltrecho bote de madera. Ya había pasado en varias ocasiones tiempo con ellos; navidades, pascuas y demás fiestas. Conozco muy bien la casa, se que de noche se suele escuchar el crujir de los postigos al mecerse por el viento gélido de la noche y también que al amanecer, luego del sereno, debido a la humedad se filtra agua por un par de paredes. "tus abuelos viven aquí desde siempre" –le escuche decir a mi padre en una ocasión- "llevan una vida muy tranquila" –terminó-. –"¿Desde siempre?" –me pregunté intrigado, le debía preguntar a mis abuelos respecto a eso. -Deben de conocer muy bien el bosque y alrededores, quiero conocerlo también- susurre mientras volvía a recostarme entre las gruesas mantas.
La mañana siguiente le comenté a mis abuelos lo que había ocurrido aquella noche, obviamente se rieron y la verdad me sentí un poco tonto al decírselos, como si estuviese asustado. La mañana transcurrió con normalidad, desayunamos pan integral y huevos fritos acompañado con jugo de naranja que el abuelo fue a comprar muy temprano por la mañana. Scott y Felot son los dos perros que cuidan de la casa, o por lo menos lo hacían en sus mejores tiempos, ahora solo se quedan tirados sobre una manta sucia y muy enmarañada, aunque siempre han sido muy cariñosos conmigo desde que era pequeño. Por la tarde, como era costumbre, salí a pescar con mi abuelo en aquel bote que siempre daba la impresión que se hundiría apenas entrara en el agua. Esa tarde pescamos un par de truchas que cocinamos para cenar, la abuela se puso muy contenta al vernos entrar por la puerta con aquellos enormes peces. -"Todo siempre ha sido así..."- pienso con melancolía.
Luego de la cena decidí salir a ver las estrellas, ya que era una zona apartada de la ciudad la noche era tan hermosa, la luna llena en el centro de aquellas estrellas que parecían bailar a su alrededor. Eran aproximadamente las 9:21 de la noche cuando salí a y al poco tiempo después mi abuela salió algo preocupada –no deberías quedarte tan tarde afuera, hace frío, puedes pescar un resfriado...- dijo con una sonrisa que desapareció al susurrar muy bajo –además... él viene hoy- apenas si la pude escuchar pero cuando volví el rostro ya había cerrado la puerta tras de ella. –"¿Quien es "Él"?"- me pregunté mientras miraba el bosque a lo lejos, tras el lago. Me quedé un rato más sentado afuera pero la idea no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, me perturbaba ya que siempre había venido para estas fechas y nunca nadie más venia a verles además de mis padres y yo, nadie más. Además por qué estaba tan preocupada y por qué su rostro se veía tan sombrío cuando susurró aquella frase –me pregunté-. No le di más vueltas al asunto y le eché una mirada a mi celular, como de costumbre la señal era intermitente y el reloj marcaba ya las 9:53 pm cuando me levanté y di pie a entrar a la vieja cabaña pero algo me decía que afuera había algo mas que solo ardillas y búhos, no pude evitar volver el rostro hacia el bosque antes de cerrar la puerta tras de mi, sentía como si alguien me observase pero luego me reí y olvidé el tema -"ya no soy un niño, tengo 16 años, estas cosas ya no me dan miedo"- me dije para mis adentros, orgulloso. Mis abuelos ya se habían acostado, todo estaba apagado a excepción de un par de lamparillas opacas en un par de esquinas de la habitación principal que apenas si daban algo claridad al lúgubre lugar. Las ventanas estaban cerradas, al igual que las cortinas. Cerré la puerta y con dificultad me moví por el pasillo intentando no tropezarme con nada para llegar a la habitación. Ya dentro encendí las luces y me cambié de ropa. En el pantalón tenía mi celular que pedía a gritos carga, casi instintivamente busqué entre mi desorden pero no encontré la batería de repuesto y mi cargador mucho menos. –"que mas da, igual la señal es muy débil aquí"- me resignaba mientras me cambiaba de ropa. Opté por ropa ligera y muy holgada para dormir esa noche. Me tumbé en la cama y me cubrí con la gruesa manta hasta el pecho. Mi celular ya marcaba las 10:01 pm cuando escuché el sonido de una puerta al abrirse con su característico chirrido agudo que retumbó por todo el pasillo, mi puerta aun estaba abierta y la luz encendida, inconscientemente sentía algo de miedo a pesar de creerme valiente. Me quedo mirando fijamente la puerta de la habitación abierta dando al pasillo –"debe de ser el abuelo que se levanta a ir al baño o por algo de agua"- pensé para tranquilizar mi corazón que ya se había exaltado ante aquel ruido infernal. Pasaron un par de minutos pero no vi a nadie pasar-"es imposible que tarde demasiado, debe pasar por aquí para llegar al baño"- pensé. Me levanto de la cama para ver si necesitan algún tipo de ayuda, aunque no escuché ningún otro ruido después de aquel retumbante chirrido. Me acerco a la puerta abierta y antes de poder poner un pie fuera de la habitación escucho pasos fuertes y demasiado rápidos; me congelé en el instante frente a la puerta y, como una sombra, una silueta difuminada por la velocidad corrió en dirección al salón principal pasando justo frente a mí dejando un olor nauseabundo a su paso. Sentí como mi estómago intentó expulsar la trucha de la cena, tuve que poner mis manos en mi boca para retenerlo además de un grito que me negaba a emitir.
-"eso no eran mis abuelos"- me dije horrorizado y tembloroso a la vez que cerraba de un portazo tan fuerte que temí que la puerta se cayera. Me acuclillo escudándome tras la puerta –"esto no puede ser real, es solo una mala pasada de mi mente, si... es solo-- mis pensamientos se cortan abruptamente al escuchar del otro lado de la puerta rasguños largos. Mi corazón empieza a acelerarse a medida que el sonido de la madera resquebrajándose desciende lentamente. Me quedo si aire sin percatarme que había estado manteniendo el aliento, lucho contra mis propios pulmones por algo de oxígeno. El sonido cesa y quedo inmóvil con mis sentidos al máximo, y adrenalina fluyendo por todo mi cuerpo tras la aquella vieja puerta crujiente. –"¿qué mierda sucede?"- grito en mi interior para tratar de despertar a mi cuerpo y ordenarle que se mueva. Logro levantarme aun con las piernas echas gelatina y apenas doy un paso la luz de la habitación se apaga –"¿un apagón? ¿Justo ahora? ¿!Es enserio¡?"- sentía como se revolvía el miedo con la ira y la confusión reinaba en mi mente. Sólo entraban tenues rayos de luz de la hermosa luna a través de los delgados cortinajes de la habitación que apenas si iluminaban la densa oscuridad. Todo está en total silencio, escucho el estrepitoso latido de mi corazón y mi agitada respiración. –"¿ahora qué?". La puerta a mis espaldas, la puerta que creía era mi escudo, es expulsada hacía atrás con fuerza y aunque no puedo ver nada escucho el sonido que hace cuando choca con la pared frontal en una lluvia de astillas que siento rebotar en mi espalda. Estoy petrificado en medio de la oscuridad, con los ojos abiertos al máximo pero ciego a la vez, solo puedo escuchar... escuchar y sentir; siento desde la parte baja de la columna como una corriente eriza mis vellos y llega a mi nuca cuando una huesuda mano se postra sobre mi cabeza, es una mano ridículamente grande según se puede sentir. –"así que tú eres él"- susurro para mis adentros, y mi corazón se detiene cuando escucho en mi oído una voz ronca y muy profunda "¿Quién es él?" –dijo mientras reía frenéticamente-
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Él: La luz es tu mejor aliada
HorrorCuando sientas la presencia de "Él" detrás de tu puerta, ábrele, no le gusta que se la cierren en la cara.