V

1 0 0
                                    


El entro a la habitación oscura, hecho un vistoso en ella solo para confirma la ausencia de la dueña. No tenía que temer, estaba solo. Fue directo a la mesa de madera donde reposaba el espléndido objeto de su codicia, el cofre que contenía el corazón de la reina. No tenía que luchar mas con ese Reino de Hielo que tantos problemas le causaba, los vampiros podían vivir en paz es sus tierras sin preocuparse ni del sol ni de los habitantes del Reino de Hielo y mucho menos tener que molestase por la Reina Sure, la espeluznante y sangrienta Reina Helada.

El rumor de que ella se había arrancado el corazón y guardado en ese cofre, era ahora, la mas valiosa información que logro conseguir el Conde Damion.

Sonriendo por su victoria tomo el cofre y se deleito sin percatarse que la temperatura de la habitación había descendido tanto que las paredes se congelaron. Solo cuando las ventanas que estaban frente de él se volvieron hielo se dio cuenta de que la dueña del cofre estaba detrás de él. Callada, observando como la piel del Conde se erizaba al darse cuenta de su presencia. 

-Es muy descortés entrar a la habitación de una dama sin su consentimiento. Conde.

Todavía estaba sosteniendo el cofre cuando sintió en su cuello el filo de la espada de la Reina Sure.

-Sinceramente ¿Vas a arriesgarte a cortarme el cuello mientras sostengo tu corazón entre mis manos?

La Reina Sure se rió fríamente.

- Admito que mi corazón es una roca de hielo, y que lo que se encuentra en el cofre párese hielo pero no lo es.

Se acercó a él, estiró su frío y esbelto brazo para abrir el cofre. Diamantes. Solo rocas sin valor ante los ojos del Conde vampiro que quería poseer entre sus manos la vida de su enemigo.

-¿Eso quiere decir que tu corazón es una roca de hielo?

-Si.

-Bien.

Rápidamente desenvaino librándose del filo mortal de la hoja de la Reina. Sus espadas se rosaban feroz, sus habilidades sobre humanas aterrorizarían a cualquiera. Mientras la pelea continua ninguno planea retroceder, la guerra entre los hijos de la noche y las habitantes del Reino Helado podría termina aquí, en la habitación de la Reina, solo uno debe morir. Sure logro herir a su rival en el hombro y en la mejilla, la sangre tiño el mármol del piso, siempre fue una mortífera rival. Dos movimientos del Conde fueron suficiente para desarmar y la lanzó a la cama, se sentó enzima de ella inmovilizándola. Sus ojos rojo brillaron por el aparente triunfo. 

-En vez de arrancar un trozo de hielo inservible- Dijo el Conde sosteniéndole el rostro - derretiré aquello que llamas corazón para poder saborear la sangre que debe fluir por el, mi Reina.

Antes de que pudiera hacer nada los labios del Conde rozaban los suyos con un suave y cálido beso. La sangre cayo en el pulcro traje blanco de ella; un respiro se necesitó para que Sure apartara al Conde.

-Vampiro estúpido, jamas podrás hacer semejante cosa.

-Lo intento Mylady.

Volvió a besarle con mas pasión, deslizó su mano por la cintura atraiéndola mas a su cuerpo. El calor de Conde invadió poco a poco a Sure, sus pálidos labios se tornaron rojo carmesí lo que alentó mas al Conde. Dejo los labios y bajo lentamente hacia el escote deteniéndose en la palpitante vena del cuello. Presionó tiernamente sus labios sobre la helada piel, ella lo sujeto por los hombros y trato de alejarlo pero con el simple roce de los labios en su cuello le produjo una descarga de calor por todo el cuerpo, el también lo sintió y no pudo contener el feroz impulso que lo invadió, apretó la quijada y encajo los filosos caninos en el blando cuello. Un solo gemido salió de la boca de Sure.

La Luna observo la sangrienta escena, única testigo de como dos rivales en guerra de mostraban libremente quienes eran . El Conde se apartó y acarició el sonrojado rostro. 

-Lo siento Mylady, fue un pequeño minuto de locura. 

-Si lo vuelves hacer.- rasgo la camisa del Conde dejando expuesta la herida de su hombro y con sus finos dedos trazaron el musculoso brazo- te arrancare el brazo. Mylord.

En el campo de batalla derramaban sangre de ambos bandos, pero esa noche,en la habitación de la Reina, la pasión fue los que se derramó, derritiendo el hielo de las paredes... noches frías, noches cálidas, noche de pasión... pasaron muchas noche frías; pero se dice que cuando las noches cálidas comenzaron a ser frecuente, poco a poco la guerra seso... O eso se pensaba.

El Juego entre la Sangre y la Nieve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora