La tomo por la barbilla y la beso suavemente, Sure al sentirlo se dejo llevar por la calidez que él le brindaba. La calidez que solo se podía lograr con el rose de su piel con la suya; esa por la cual ella se dejaba llevar en sus masculinos brazos sin replicar. Esa sensación tan reconfortante y atractiva que la había llevado tantas veces a la locura del éxtasis. El pecado de su cuerpo, el delito de su alma, la perdición de su ser.
Él.
Damion se alejo un poco para encontrar una sonrojada chica de cabellos blancos. Una sensación de satisfacción comenzó a emanar de su pecho al verla alterando su respiración. Ella abrió los ojos brillantes como el cristal con una interrogación en ellos.
Eso no puede ser todo.
Su labios se volvieron a encontrar pero esta vez con más frenesí. Los labios de uno se movían en completa sincronía y armonio con los otro sin desacelerar el paso. Damion quería apretarla contra su pecho, rodearla con sus brazos para estar mas cerca de él; sentía que su cuerpo estaba a metros de distancias en esos escasos 10 centímetros. Pero se contuvo, pegó sus palmas con fuerza a la pared y con cada jadeo de ella apretaba más los puños.
Pronto sus mentes se borraron, los problemas y las discusiones desaparecieron, solo quedo la certeza de ellos uniéndose en un apasionado beso. Ella acaricio su cabello enredando sus dedos en la cola atada con una cinta roja mientras él trataba de mantener las manos en la pared. Tiro de él haciéndole retroceder su rostro, antes que pudiera protestar ella mordió su labio inferior y jalo sonríente. Aunque nunca lo digiera en voz alta, le encantaba hacerlo cuando el ponía alguna resistencia, porque el poco auto-control que tenia se desvanecía.
Despego, pues, las manos de la pared para apretando sus glúteos con fuerza; como si esa fuera una señal, las ágil y firmes piernas se enrollaron en la cintura del Conde, y este las sujeto apretando su cuerpo con el de ella, mientras ella elevaba la pelvis. Les era tan fácil permanecer en esa posición.
-Te confesare algo.- Susurro Damion en su oído.- Yo también creo que eres una formidable amante.
Con un leve mordisco arranco el pendiente de diamante del lóbulo de Sure. Ella se estremeció.
Damion la levanto y la lanzó en la pequeña cama; por un momento muy corto la observo, su larga cabellera blanca revuelta entre las sabanas, sus brazos y piernas desnudos y su vestido arrugado. Habían pasado días desde que la tenia en ese cuarto, pero jamas pensó tenerla de ese modo; su objetivo era otro.
Ya nada de eso le importaba; no ahora.
La beso lento y profundamente mientras sus dedos se entrelazaban con los suyos, apretándolos cada vez más. Trazó un camino de besos lentos por su cuello deteniéndose un momento por el hueco de su clavícula, para luego continuar su trayecto por el pecho. Su barbilla le abrió paso por la blusa, descubriendo así las firmeza de su seno. Lentamente el camino que trazaba sus labios llego a su final en la cima puntiaguda y dura de su pecho. Ella curvabo su espalda y echo para atrás su cabeza dejando espacio a la traviesa mano del vampiro entre la cama y su espalda. Damion soltó lentamente una de las manos entrelazadas y la deslizo a la parte baja de la espalda de ella. La respiración de Sure iba en aumento con cada movimiento de los labios de Damion, esperando el frenesí de él, cuando sus labios fueran mas rápido y con más firmeza hasta apretar su pesón con sus diente y darle vueltas con la lengua.
Eso no paso.
Damion beso su seno de manera lenta y profunda, casi de manera dulce, pero había algo más, algo que le puso los pelos de punta, a Damion se le escapaba con cada bocalada de aire un ronroneo. Un germino. Sure abrió sus ojos y los fijó en su compañero. El tenia los ojos cerrados. Cuando se disponía a pararlo sintió como la rodilla de él le presiono la entre pierna y tanto su mano entrelazada con sus dedos y la de la espalda reafirmaron su agarre. Los movimientos de sus labios se intensificaron. No rápido y apasionado, sino profundo; a tal grado que la hizo estremecerse.
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El Juego entre la Sangre y la Nieve
Science FictionUn reino, rodeado de montañas, nieve y secretos. Dos descendencias, destinadas a odiarse. Un mar de emociones, listos para arruinar el Progreso. Lealtad y tradición. Osadía y miedo. Pasión y odio... Hielo y sangre.