Dulce

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El dulce ritmo de aquel vals resonando en mis oídos, su colonia, la cual se cuela por mis fosas nasales mientras juntos bailamos despacio sin que nos importe la mirada de los demás, dejando que sus manos se pasen por mi cintura y yo hago un suave camino de su cuello a sus hombros. Repartiéndonos besos y miradas llenas de amor, leves sonrojos – por mi parte – y risas exquisitas al ser pronunciadas. Dejando que los tonos rítmicos que se producían nos guiaran hacia un desliz, yo soltando una de mis manos de las de Viktor para abrirme y mirar hacia dónde estaba mi mano libre extendiéndola como queriendo alcanzar algo para que al final volviera a tomar su mano y mirarlo a los ojos.

Solo alcanzaba a ver como sus labios se movían en su preciosa cara, sus ojos tan azules como el acuamarín, aquellos que siempre me hipnotizaban y llenaban de mí una completa paz y amor. Su fina y respingada nariz, aquella piel nívea que parecía un hermoso invierno combinado con la blancura de la nieve, ese cabello rubio platinado. Me divertía cada que lo molestaba diciéndole que tenía canas y el me respondía infantilmente que ese era su color natural, lo cual yo, ya sabía.

Me perdí con tan solo mirar su hermoso rostro.

-Yuuri es demasiado tierno y lindo. – Comentó mientras detenía nuestro vals y se acercaba para depositar un dulce beso en mi frente.

-V-Viktor... - Respondí avergonzado.

-Eres la viva imagen de la inocencia, mi Yuuri.- Sonrío mostrando esa blanca y perfecta dentadura. – Me gustas, Yuuri, muchísimo.

-Tú también me gustas muchísimo, Viktor. – Dije mirándolo a los ojos sonrojado, era la primera vez que lo admitía en voz alta y sumándole que lo estaba viendo a los ojos. Él abrió grande los ojos sonriéndome y me propinaba un abrazo, uno con cierta fuerza, como si temiera el dejarme ir.

-Yuuri, Yuuri... - El que él pronunciará así mi nombre mientras respiraba sobre mi cuello, me hizo estremecer, mis piernas temblaron y mi corazón estaba desbocado, podría jurar que latía tan rápido que Viktor podría llegar a escucharlo. – Yuuri...Jamás te vallas de mi lado. – Pronunció erizando la piel de mi cuello haciéndome sacar un ya notable sonrojo y a su voz un suspiro.

-Jamás te dejaré Viktor, yo juro estar contigo siempre si tú prometes lo mismo. – Él beso mi cuello.

-Espero que esto sea una respuesta suficiente. – No entendí que quiso decir hasta que beso lentamente mi cuello, lo hizo primero superficialmente, poco después prosiguió a lamerlo. Sentir su húmeda lengua sobre mi piel me provocó un jadeo y sin darme tiempo a reaccionar el succionó y mordisqueó, todo sin provocarme dolor alguno, simplemente dándome recargas electrizantes y placenteras. – Cerdito.

Él alzo la vista y yo la baje, el marrón de mis ojos y el azul de su mirada chocó de manera indescriptible, no estaba seguro sí él tenía conocimiento de todo lo que me provocaba con el simple hecho de verme a los ojos o tocar mi mejilla como lo estaba haciendo. No sabía con exactitud si todo lo que me hacía, él lo hacía a propósito y era consiente de aquello o simplemente no sabía lo que él era capaz de provocarme.

Se enderezó y volvimos a retomar aquella lenta danza, Viktor colocó su mano izquierda en mi cadera y la izquierda la utilizó para sostener mi mano izquierda, por mi parte, mi mano derecha descansaba sobre su hombro izquierdo. Nos deslizamos con gracia de un lado a otro, como si estuviéramos patinando, se sentía así, como si estuviéramos en la pista de hielo entrenando o simplemente jugando con nuestros pasos. A decir verdad no se alejaba de esa posibilidad, sólo nos fundimos en aquel baile como lo haríamos en la pista de hielo, solo nos dejábamos guiar el uno con el otro, nada más ni nada menos, sólo eso y nada más.

Cuando la tonaba acabó nosotros no dejamos de bailar, estábamos más entretenidos en que nuestros ojos se fundieran, que nuestras almas dejarán de ser dos a convertirse en una, por qué así lo decidimos, así lo deseamos, así nos lo plantamos y finalmente....

-Vi como Viktor se hincaba y sacaba de su bolsillo una cajita de terciopelo color lavanda, la abrió y me mostro un bonito anillo plateado con un diamante en medio de forma redonda y a sus costados diamantes más pequeños que hacían una perfecta proporción en cada lado de la gran piedra que formaba un papel protagonista en ese hermoso aro. – Yuuri Katsuki, eres alguien que me gusta muchísimo, todos estos meses me hacen darme cuenta que simplemente... Eres lo mejor que me ha pasado y deseo que sea así por siempre. – Tomo mi mano y me miro a los ojos sonriente. - ¿Me harías el gran honor de convertirte en mi esposo, la madre de mis hij- ¡Au! –Soltó una risa ante mi puchero y volvió a retomar. - ¿Quieres casarte conmigo?

Yo no necesité de más para lanzarme a sus brazos y besarlo, quizá un poco desesperadamente, pero no me culpen, estaba ansioso, feliz, tenía euforia y más que nada pensaba que en cualquier momento podía empezar a saltar de la felicidad y nervios que tenía.

-Sí, sí y mil veces Viktor. – Lo miré con una sonrisa tan grande y lleno de amor. – Quiero casarme contigo.

Nuestro beso no nos hizo esperar, aquel beso lleno de sentimientos, lleno de amor... lleno de una dulzura que nos teníamos, simplemente, el beso perfecto.

Fin

Dulce. | [Viktuuri/Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora