Ashley.
Todos los días te veía bailar desde mi ventana con esos vestidos de niña, esas sonrisas tan típicas de infante y tu sueño de ser una princesa. Mientras yo con mis amigos hablábamos de deportes y chicas lindas de nuestra clase; pero lo que ellos no sabían era que la única niña que quería eras tú.
Te tomaba fotos y las pegaba en mi pared, me parecías la niña más linda del mundo. Me había obsesionado contigo. Recuerdo que yo tenía 12 y tu 9, para ese entonces.
Mientras yo pasaba por la pubertad, tu pasabas por la niñez.
Cada vez que te veía jugar con tus muñecas y tus tazas de té, te amaba más. La espera me volvía loco. Siempre quise ser tu amigo, pero tu papá decía que era muy mayor para jugar contigo.
Tu papá, problema y única pared entre nosotros. ¿Por qué no quería que estuviera contigo? ¿es por mi edad? Si es por eso, no puedo cambiar nada.
Quisiera ser menor para ser tu príncipe azul, pero no puedo, la magia no existe y los sueños no despiertan.
Quiero ser de tu misma edad, Ashley.
Yo te amo, y eso es lo malo. Si solo fuera de tu edad, podríamos casarnos como tanto soñé y salir sin que nadie me llamara pedófilo.Tu papá me odia cada vez que me ve, y el dolor vuelve. La desesperación me vuelve loco.
Ashley, te amo, por favor, espérame un momento más. Quiero que seas mía, quiero que estés bien, pero no puedo acercarme. Me odio por ser mayor.
Sé que me amas.
Tu papá debe saber que no eres su princesa, ya han pasado 10 años desde que eramos niños y mi amor por ti crecía. Ya eres grande Ashley.
Recuerdo esa vez cuando era niño y tonto. Toque tu puerta con una margarita en la mano, esperando a que tú o tu padre me abrieran. Quería declararte mi amor, como cualquier príncipe a su princesa. Recuerda que solo tenía 12 años para entonces.
Recuerdo mi impaciencia y nervios al tocar tu puerta. Tu padre me había abierto y su expresión al verme no era la mejor.
—Así que un Anderson esta en mi puerta. ¡Y mira quien es! El miembro menor de estos, Cameron Anderson.-Dijo con ironía y me miró con un seño fruncido —. ¿Y esa flor? ¿qué viniste a buscar chico? Ve a jugar con tus amigos hormonales.
Me tambaleé entre mis pies y respiré muy hondo; ignoré lo de mis amigos hormonales y puse mi mente enfocada en una sola cosa: tú. Era ahora o nunca.
—Señor Gomez ¿Dejarías que tu niña sea mi princesa?— Dije sin rodeos ni pausas.
Este me miró con cara de asco y decepción. Solo me cerró la puerta en la cara y su respuesta expresiva me llego al alma.
Asomé mi vista hacia tu ventana. Estabas ahí y viste la escena. Solo me sonreiste y con tus mechones rubios al aire te fuiste, cerrando las cortinas que daban vista a tu habitación.
Oh, Ashley. No debiste darme esas ilusiones de corazón traicionero.
Sé que soy mayor, pero juro que no te haré daño. Juro que estaré siempre para ti, te amaré como los demás y hasta mejor.
¿Dónde esta el dolor? Juro que ya no lo soporto.
Si nadie esta cerca, Ashley, ¿qué nos detiene? A donde voy siempre estas y es imposible no mirarte porque me gustas Ashley, me gustas mucho.
Sé que solo eres una niña, pero creces tan rápido y a mi no me gusta la espera.
Adoro verte bailar, aunque eso no me ayuda a olvidarte. Tal vez nunca vuelva a verte, pero no me molesta ser paciente para tenerte.
Esto me gano por ser mayor.
Por ser mayor que Ashley. Pero no puedo dejar de amarla.Aunque pasen los años, siempre la recordaré como mi primer amor. De la niña a la cual no pude amar como quería, pues el destino nos puso caminos diferentes, nos hizo improbables.
Tal vez en otra vida, nos volvamos a encontrar y espero poder amarte tanto, como lo hacía cuando no te tenía cerca. Cuando con solo imaginarte, alumbrabas todo mi ser y me hacías sentir completo.
Ahora soy un rompecabezas que necesita esa pieza llamada Ashley. Ese chico que aún sigue esperando que llegue a armarme, la chica que se llevo un pedazo de mi. No he cambiado en nada.
Pero la pregunta que siempre rondará en mi cabeza es: ¿tú también me amaste? ¿me querías aunque fuera un poco? ¿alguna vez te importe, como me importas a mí?
Sé que esta mal.
Sé que Ashley es menor.
Pero puedo enseñarle amar a alguien mayor.