Llegaron al lugar donde se haría la descarga. Ellos olían terrible, y Susan no hacía más que quejarse. Para su suerte, y la de los demás habitantes de Genova, la descarga se hizo en el mismo sitio donde buscarían las maletas.
-¿Cómo planeas hacer con el asunto de la moto?- Preguntó ella.
-Pues, me estás pagando 2,000€. A pesar de ser poco para lo molesto que es estar contigo, es bastante dinero acá. Era una moto vieja y el sujeto no sabe mucho de finanzas que digamos, le he dado 200€ y se ha quedado feliz. En fin, con el resto del dinero, como lo tengo en mi bolso en efectivo, pagaremos las cosas como comida y hospedaje. Si nos falta, allí tengo un poco más. Luego me harás un cheque en el aeropuerto cuando te vayas.
-No es mala idea- Dijo ella asintiendo. Retiraron las maletas y salieron a la calle.
La gente los veía con expresiones de repulsión. Susan agachó su rostro para que no la vieran, pero él iba sonriendo con la frente en alto. Debido a su sonrisa, la gente dejaba de mirarlos, como si ellos no fueran los que olían mal.
-Tienes que relajarte linda- Dijo él empujando su brazo en gesto de broma.
-¿Estás loco? Olemos a mierda- Dijo ella enojada- Sí, dije mierda. No soy una señorita educada, ¿Problema?
-Para nada- Dijo él riendo- Sí estoy algo loco, pero no me cuesta nada sonreír. Vamos, te sentirás mejor.
-Me lo dice Don Amargado- Dijo ella volteando los ojos.
-Que no sea platicador ni comediante no significa que sea amargado. Si lo fuera, te hubiese lanzado por el puente con esa moto, o del río apenas nos íbamos conociendo.
-De igual modo te la vives serio.
-Confundes las cosas linda- Bufó él sonriendo- Soy serio, es verdad, pero no me la paso con cara de culo. Sonrío, me gusta sonreír. ¿Ves a esas personas con el ceño fruncido que caminan por las aceras? Deben ir pensando en un montón de cosas y se les ha olvidado hasta donde van. Yo puedo dormir tranquilo en noche de tormenta. Algunos le llaman a mi sonrisa coqueteo, otros estupidez, etc; yo lo hago para alegrarle el día a alguien.
Ella sonrió y bajó su rostro de nuevo.
-¿Cómo lo haces?- Preguntó ella volviéndose a mirarlo.
-Pues, relajo mis mejillas, estiro mis cachetes, muestro mis dientes y...
-No hablo de sonreír- Dijo ella golpeando su abdomen riendo- Me refiero a ¿Cómo haces para andar por allí destilando felicidad?- Él se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros.
Y así era él. Todo un misterio; misterio que valía la pena descubrir. Su instinto protector con la gente necesitada, sus ganas de ayudar en todo, su manera de hacer sonreír a los demás sin siquiera decir una palabra. Esas eran las cosas que, poco a poco, iban cautivando a Susan Janett.
-Llegamos- Dijo él frente a una enorme casa.
-Estoy más cansada ahora que cuando hice esa caminata hasta la casa en el pueblito.
-Eso es porque esta vez estás llevando tu maleta tú misma- Ella sonrió y golpeó si hombro- Que violenta eres.- Ella se encogió de hombros.
-¿Dónde estamos?
Al instante que ella preguntó se abrieron las puertas de la enorme casa, casi mansión. Iban entrando pasando por ese camino de piedras lisas junto a jardines de distintas flores y una chica bastante atractiva salió de la casa y se le lanzó en los brazos a el Capitán. Ella los miró algo confundida
- È odore terribile, voglio dire, più del solito- Dijo ella riendo.
- Sei payasa.- Dijo él cruzándose de brazos. Ella besó su mejilla.
-Che ci fai qui?- Preguntó ella.
-Non molto. Susan, ven aquí- Dijo llamando a la chica- Susan, ella es mi amiga Valentina, Valentina, ella es Susan.
-Amiga y futura esposa eh- Dijo ella. Él bufó- Un gusto- Dijo Valentina estirando su mano hacia Susan y ella la estrechó.
-Igualmente. Así que, ¿Están comprometidos?
-Nada que ver majestad.
-¿Majestad?- Dijo Valentina cruzándose de brazos- Claro que estamos comprometidos.
-No empieces- Dijo él riendo.- Ella no se puede ir. Soy su guía aquí.
-Ow, así no tiene gracia- Dijo ella. Susan los veía confundida.- Disculpa, te explicamos luego de que tomen una ducha. -Y entraron a la casa. Era preciosa, enorme. Solo una palabra la describía: Dorado. Casi todo era dorado, tanto las escaleras, el piano, los muebles, etc. El piso era de mármol color crema, y todo resaltaba en el lugar. No sabías a dónde mirar.
Ambos se fueron a bañar. Al salir, Susan estaba vestida atléticamente, pero él salió con un pantalón de gabardina negro, zapatos negros y camisa celeste manga larga. Él volteó a mirarla y sonrió.
- Preciosa, ya no estamos allá. No sé si notaste que estamos en una mansión con más personal trabajando que en la casa blanca.-Dijo él exagerando y ella giró sus ojos y sonrió- Como mínimo gracia te hago.- Dijo él sonriendo y mirándola a los ojos.
-Como digas, iré a cambiarme- Bufó ella y se fue.
Salió con un vestido suelto un poco más arriba de las rodillas con un estampado de flores, y sandalias rosadas. Se veía radiante. Él la veía embobado desde su asiento en la mesa del comedor, pero algo llamó más su atención.
-¡Capitán! ¡Capitán!- Gritaban tres niños sin parar en italiano.
-¡Engendros! ¡Vengan y denme amor!- Dijo él levantando a los dos más pequeños mientras el otro se lanzaba en sus piernas. Ellos lo besaron y él sonreía. Susan los veía y sonreía.
-Susan ellos son mis sobrinos, Augustino de 4, Blake de 8 y Nina de 10.
-Un piacere- Dijo Susan sonriendo.
-¿Hablas italiano?- Preguntó él extrañado.
-Y francés. Solo que tú siempre me presentas como una latina torpe. -Él sonrió.
-Disculpe, su majestad.
-Tranquilo Capitán.
Hola. No sé si lo notaron, pero en algunas partes escribo en español cuando hablan en italiano, y en otras solo sigo en italiano. Esto es para que ustedes elijan cual les gusta más. En lo personal puedo hacer ambas. Así que dejen su comentario y díganme cómo prefieren, si lo escribo en español con "esta letra", o en italiano y luego leen el glosario. Feliz tarde-mañana-noche-crepúsculo.
Glosario:
È odore terribile, voglio dire, più del solito: Hueles terrible, digo, más de lo usual.
Sei payasa: Estás payasa.
Che ci fai qui?: ¿Qué haces aquí?
Non molto: Nada en especial.
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La Reina y el Capitán (Nueva Versión)
RandomSusan Janett es una mujer muy atareada. Ya con 26 años, a pesar de vivir felizmente comprometida, es complicado mantener una relación con tanto trabajo. Sin embargo, le va a tocar más, pero algo mucho mayor: Viajar a Italia. Allá deberá aprender muc...