Kimberly:
Desde la avalancha que terminó con varios tributos, ha pasado una semana completa sin ningún muerto. La temperatura ha comenzado a aumentar levemente los días siguientes. La nieve se derritió por completo, dejando tras ella un bosque repleto de vertientes y pequeños arroyos. Hemos armado un campamento, y nos turnamos para descansar. Es extraño llevar una semana aquí sin peligro alguno. Sin embargo, hay dos cosas que me aterran.
Una, es que con mis aliados ya nos hemos hecho casi amigos. Ya sé que Taylor adora bailar, que su sueño siempre fue ser bailarina o actriz. Tiene trece años, siempre quiso tener hermanos menores pero sus padres se separaron cuando ella tenía dos años, por lo que fue imposible. Ella sabe que mi hermanita, Stephanie, a quien ha visto salir elegida en la cosecha, ha ingresado en el grupo de baile de la escuela. También sé que Helen tiene una hermana gemela, que su hermana le ha rogado que regrese porque si no ella no estaría completa y que ambas fueron criadas por sus abuelos, a quienes adoran. De Holly es de quien más sé, tiene 16 años, uno menos que yo. Al igual que los padres de Tiffanny, los suyos se han separado. En realidad, su padre las abandonó a ella y su madre cuando la niña tenía siete años. El último recuerdo de su progenitor que tiene, es saliendo a trabajar con un bolso más grande de lo normal. Luego, sabría que no fue al trabajo y que lo vieron en la estación de trenes, por lo que sospecha que abandonó el distrito. Su madre se ha vuelto a casar hace cinco años y Holly tiene una hermanita de tres a la que adora con su vida misma. Se llama Lilith y es su debilidad. Vive a pocas cuadras de la casa de Patrick y Neyla, también frente al mar, aunque fuera de la Aldea de los Vencedores del Distrito 4. Greg, el padre de Lilith, ha sido como un padre también para Holly desde que ella tiene diez años. Paradójicamente, aunque viva en el 4, Holly odia todo tipo de pescados y mariscos. Pero sí le gusta mucho nadar, y según ella, no hay nada mejor que nadar por debajo de las olas. Por último, de Nat sé prácticamente su vida entera. Lo conozco desde que él tiene cinco años y yo ocho, cuando comenzó a ir al jardín junto con mi hermano Mark. Si bien nunca fueron muy amigos, nos conocíamos. La idea de conocer tanto a mis aliados, en parte, me espanta. Porque solo tres podemos sobrevivir, y para eso los juegos tienen que acabar en menos de una semana. Con la mejor de las perspectivas, del grupo de cinco tributos que somos ahora, dos morirán en la arena. Ya conozco demasiado a estos chicos que me acompañan y que han salvado mi vida como para soportar la muerte de alguno de ellos. Aún quedamos diez personas con vida en la arena y hace una semana que no muere nadie, a este ritmo los juegos terminarán en años.
La segunda idea que me espanta, es que los Juegos del Hambre deben ser muy aburridos sin nada de acción, como está sucediendo ahora. Lo peor que nos ha pasado esta semana es tener hambre y no encontrar nada que comer. Por lo tanto, temo que muy pronto los Vigilantes hagan algo para que tengamos que luchar verdaderamente por nuestras vidas.
Helen ya ha planteado la opción de ir a atacar a los profesionales. Si lográramos deshacernos de ellos, solo quedarían dos tributos más además de nosotros: los del Distrito 9. El plan de Helen es que ataquemos a los profesionales, nos deshagamos de ellos y luego dividamos la alianza en dos grupos, así no tendríamos que luchar entre nosotros al final. Holly es la primera en oponerse, argumentando que eso es exactamente lo que hacen los profesionales y que ella no participará en esa cacería. La apoyo de inmediato.
-¿Y tú qué harías? ¿Vendrías a atacar a los profesionales o te quedarías con ellas? -Le pregunta a Nat.
-Me parece buena la idea de atacarlos, pero sólo si vamos todos juntos. -Responde él.
Como solo quedan ella y Tiffanny, la idea es rápidamente desterrada. Sin embargo, sé que pronto deberemos romper la alianza. ¿Cómo nos dividiremos?
Es de noche, suena el himno de Panem pero no se muestra ningún rostro. Nadie ha muerto hoy. De todos modos, cuando termina, una voz anuncia:
-¡Saludos participantes de los Juegos del Hambre! Felicitaciones a todos por haber llegado hasta esta instancia. Esto es solo para hacerles un anuncio, cuando la cantidad de participantes en juego sea de ocho o menos, los tributos tendrán una ventaja. Se les enviarán auriculares, con los cuales estarán conectados a sus mentores. De ese modo, podrán hablar con ellos y recibir instrucciones y consejos desde fuera de la arena permanentemente hasta que finalicen los juegos.
Dejo escapar un grito de alegría apenas termina el anuncio. En poco tiempo, entonces, podría volver a hablar con mis padres. ¡Lo que daría por hacerlo cuanto antes! De pronto me doy cuenta de que estoy deseando que mueran dos tributos cuanto antes y me siento una persona horrible. Pero no soy la única contenta con el anuncio, todos los que están a mi lado también están entusiasmados con volver a hablar con sus mentores. Esa es la primera noche que me voy a dormir completamente feliz estando en la arena. Helen y Nat se quedan en la puerta del campamento, haciendo guardia.
Me despierto escuchando las voces de Nataniel y Helen conversando. No sé a dónde le dice que irá y que ya vuelve. Sigo adormilada, pensando en que debería levantarme y ofrecerles intercambiar. Ya es de día y ninguno ha dormido nada. En eso, el sonido de un cañonazo y el grito de Helen me sobresalta, al igual que a Holly y Tiffanny.
-¡Chicas, despierten, tenemos alguien cerca!
Tomo un cuchillo y salgo corriendo de la tienda improvisada, miro a todos lados buscando a Nat. Lo veo inmóvil en el suelo a un lado de unos árboles.
-¡Nat! ¡Nataniel! -Grito mientras pienso que debe estar desmayado o algo así, el cañonazo no puede haber sido por él.
Corro hacia él, me arrodillo a su lado y comienzo a palmearle las mejillas, aún sabiendo que es inútil. Comienzo a llorar mientras grito con más fuerza su nombre.
-Ya no hay nada que hacer, Kim. -Susurra a mi lado Holly.
-No puede ser. -Digo mientras sigo llorando. Holly tira de mis brazos para ayudarme a pararme. Obedezco a regañadientes, sin dejar de llorar. Ella me abraza.
-¿Qué es eso? -Pregunta Helen señalando la mano de Nat -¿Comió eso?
Miro, y veo que son fresas. De las que crecen normalmente en el bosque o en la pradera del Distrito 12. Enjugo mis lágrimas, las tomo en la mano y las observo. Son exactamente iguales. Sin embargo, es evidente por la mancha roja alrededor de la boca de Nat que las ha comido. Hay de ellas por todo el bosque, plantas de fresas que no estaban el día anterior. Fresas envenenadas.
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El retorno de los juegos del hambre
FanfictionHan pasado treinta años desde la ultima edición de los Juegos del Hambre. Todos parecen haber olvidado de que se trataba. Hasta que el nuevo gobierno del Capitolio anuncia que se reconstruirán las arenas.Katniss y Peeta temen mas que nunca una venga...