Prólogo
Hola, si has encontrado este cuaderno por casualidad probablemente te quedaste muy desconcertado al leer las entradas anteriores pero déjame explicarme, yo antes tenía un blog en el que iba comentando diversos aspectos de mi vida y cuando comencé a escribir este diario decidí contaros como era todo antes del ataque. El resto del diario corresponde a mi vida después del ataque y ciertamente habría puesto la fecha pero es que realmente no la sé, algunos dicen que nos encontramos a mediados del 2014, otros del 2015… En cualquier caso poco importa ya. Para poder continuar con la historia os contaré qué es lo que paso antes de la última entrada y así os podré contar la historia completa.
Pues el día empezó exactamente igual que el anterior, sin electricidad. Sin embargo sí que hubo un cambio trascendente en cuanto me levanté y me asomé a la ventana, niebla. Una niebla tan espesa que apenas podía ver más de un par de casas a mi alrededor, al fijar la vista en la casa de enfrente vi que mis vecinos estaban en el jardín al lado de la puerta abierta del maletero de su coche, que parecían estar cargando cargándolo de maletas, cualquiera podría pensar que se va de vacaciones pero su coche es un monovolumen y aún así iba cargado hasta los topes. Cuando giro la cabeza para ver las casas más alejadas me sorprende ver que no son los únicos, otros tres vecinos están haciendo lo mismo. En ese momento no puedo evitar preguntarme si me he perdido algo así que bajo las escaleras hasta llegar a la cocina aún medio dormido y enciendo la radio.
Lo primero que oigo es un: “…Valencia, Lugo y Sevilla están incomunicadas y en las últimas horas estamos empezando a perder la conexión con Madrid. Recordamos a todos nuestros oyentes que no deben salir de casa bajo ningún concepto en el caso de que una niebla se genere en su zona y ante todo recuerden que deben resguardarse en zonas protegidas de la casa como sótanos, garajes o habitaciones de seguridad. El ejército está haciendo todo lo posible por garantizar la seguridad, pero en el caso de poder desplazarse diríjanse hacia cualquiera de las zonas protegidas que se hayan creado en su comunidad, la lista de zonas protegidas son: Alcalá de Henares, Cuenca…”
No pude seguir escuchando era demasiado, cogí una de las sillas y me senté, pensando en lo que debía hacer a continuación cuando el pensamiento de que mis padres se encuentran en Madrid me atenaza, me levanto corriendo de la silla y marco su número tan rápido como puedo, comunica. “¿Qué debería hacer?” Una alarma antirrobo en mi misma calle me interrumpe, subo las escaleras y me asomo a la ventana. Unos encapuchados se encuentran rodeando un coche en mi lado de la calle y por el rabillo del ojo veo que un par más se acercan por el otro lado, espera. No, no llevan capuchas, es como si llevaran un traje de neopreno… entonces un temblor hace saltar otra alarma, luego otro, otro más… como si un mazo gigantesco estuviese golpeando la tierra. Me aparto ligeramente de la ventana y me doy cuenta de que el temblor aumenta en intensidad, la mitad de los coches en la calle ya tiene activadas las alarmas, pero de repente para. Los hombres de los trajes se han ido y mis vecinos de enfrente parecen estar montando ya en el coche, demasiado tarde. Una masa gigantesca gris y parecida a un pulpo se arrastra hacia ellos desde detrás de la casa. No me puedo creer lo que estoy viendo pero a pesar de todo no puedo evitar pensar que debería haberles avisado, pero no salí del estado de shock hasta que la casa de mis vecinos salto por los aires junto con ellos, apenas unos segundos después una mancha de sangre impacta contra la ventana y esa cosa me ve. Lo siguiente pasa muy rápido, un tentáculo impacta contra mi habitación destrozando la ventana y sin darme por un par de centímetros, tras esto me obligo a salir corriendo, bajar las escaleras, y al pasar por la entrada de la casa coger el portátil, algo estúpido no sé por qué lo hice, al salir me llueven fragmentos de hormigón y madera, cuando alzo la vista me doy cuenta de que ya no tengo techo, esa cosa lo está destrozando todo y un sentimiento de impotencia me embarga, pero no hay tiempo para compadecerme, sigo corriendo, me meto en el sótano, cierro, atranco la puerta con una silla.
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Invasión
FantasiHéctor es un publicista que siempre se ha dedicado a escribir en un blog los sucesos cotidianos de su vida, lo que no sabe es que de entre todas las historias que pudiera llegar a imaginar él que acabará envuelto en la más grande, la supervivencia d...