El Orfanato

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...- Recuerda Eren tu destino es ser una...- Aquel hombre de gafas inyectó un líquido morado en mi brazo derecho.  Y...

- Jaeger por favor levántese. - Un cubetazo de agua fría tomó lugar en mi cabeza y mi cuerpo adormilado empezó a temblar de frío. Otro dulce despertar en el orfanato "Shiganshina".

He estado viviendo aquí desde los 5 años, por alguna razón no recuerdo nada más a parte de aquel señor de lentes que a veces recurre a mis sueños. Actualmente tengo 15 años, la edad en la que oficialmente dejo de ser una niña y me convierto en mujer. No espero que nadie decente vaya a adoptarme, hubiese tenido suerte de que una buena familia me llevase siendo menor de 12 años. A algunas chicas que se llevan, las regresan cuando tienen mi edad, pero cuando vuelven, ya no hablan, están aisladas de los niños y las hermanas, y a escondidas se besan entre ellas. No quiero ese futuro para mi, y con base a lo que he visto, se que no resultará nada bueno que alguien me adopte a ésta edad.

Aquí logré hacer dos amigos. Mikasa con quien crecí desde los 8 años, la consideraba mi hermana, éramos inseparables, hasta que fue adoptada por un tal señor Yakuza*, de ahí solo me quedó Armin, un niño, él único chico del orfanato. Lo conocí mientras saltaba la cuerda con Mina y Carolina, gemelas. Le invité a jugar con nosotras, él se sonrojó.

- No soy una chica para saltar la cuerda.- Reí, en verdad era tan lindo que podría jurar que era una muchachita. Sonreí amable. Se fue y le seguí inmediatamente, me llenaba de intriga ese chico de rasgos delicados. Desde ese día, todas las tardes nos veíamos en los jardines, me mostraba un libro acerca de las maravillas del mundo. Yo no sabía leer, quedaba embelesada con las imágenes, y él para llenarme todavía mas de maravillas, me enseñó a leer, fuimos los únicos ahí capaces de leer.

Me contó que tenía padre y madre, pero fueron asesinados, en su afán de descubrir todas aquellas maravillas que contaba su libro, de ahí, su abuelo se encargó de él, hasta que murió sembrando en la granja en la que vivían, al menos esa fue la historia que le contaron los policías, como recuerdo de su pasado conservó aquel libro y el sombrero de su abuelo que conservaba sangre de su antiguo dueño, Armin no era tonto, sabía perfectamente que a su abuelo lo mataron. Llegó aquí con 12 años, por lo menos terminó sus estudios básicos. El tiene un buen futuro por delante.

Armin era muy gentil,hacíamos promesas de ir  juntos a descubrir las maravillas que el libro nos contaba, en el texto decía que habían grandes pedazos de agua salada a los que llamaban océanos, tierras de fuego, de hielo y arena, colinas enormes llamadas montañas, esculturas gigantes como una torre en París, pirámides, castillos, entre tantas cosas. Juré con él que cumpliendo la mayoría de edad, visitaríamos el mar. Decidimos dormir juntos una noche de aquellas, y estando bajo las sábanas y las sucias cobijas, me pidió le guardase un secreto y que mañana temprano me lo contaría pero, quería confirmar mi entera lealtad. Le juré reiteradas veces, por primera vez en todo el tiempo en que estuvimos juntos preguntó mi nombre.

- Eren, Eren. Solo Eren-. Y sonrió, los ojos se le iluminaron y me abrazó prometiendo contarme al despertar. Por primera vez en mi vida, sentí el calor de un amigo, de un abrazo y un sentimiento de amor inundó mi pecho.

Me levanté y Armin no estaba, corrí por todo el lugar, pregunté a las hermanas y me dijeron que aquel chico que yo se gozaba de espléndida salud falleció en la noche mientras dormía.

Rompió nuestra promesa. Todas de hecho, todos aquellos planes que teníamos, de ver el mar, de nadar en los océanos de arena, el secreto, murieron como él, con él. Llena de coraje recogí su libro, no estaba el sombrero, e dijeron que lo cremaron junto con él. Solo para no hacer papeleo, así harían para que nadie se enterase de que había un chico aquí y murió.Lloré por días. Encerrado en un sótano. Tenía miedo. Armin había alegrado tanto mis días, le dio un objetivo a mi vida pero, sin él, mi amigo, ya no quería vivirla.

Me enamoré de Ella, es decir: Él  Editando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora