Capítulo 2: Como agua para chocolate.

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Kuroo no podía parar de pensar que existía la posibilidad de Kenma estuviese de nuevo en la ciudad; cerca a unos pocos kilómetros, quizás hasta a unos cuantos metros. Estaba ansioso, nervioso y al mismo tiempo se sentía culpable, era un extraño manojo de emociones que se cruzaban entre sí y se acumulaban en su cuerpo. Su corazón retumbaba en su pecho tan fuerte que hasta la cabeza le palpitaba, sentía un cosquilleo en el estomago y una leve presión en el esófago, sus manos sudaban y sus dedos inquietos tamborileaban sobre su teléfono celular.

Después de su momentáneo estado de estupefacción en el baño había recogió su móvil y rápidamente había salido de la habitación tratando de no hacer mucho ruido. Se sentó en comedor y espero impaciente a Bokuto, mientras se perdía en los recuerdos de lo fue su última conversación con Kenma. Aún dolía, incluso después de casi año, le dolía y mortificaba tanto que las cosas hubieran quedado así entre ellos que involuntariamente un suspiro lastimero se escapo entre sus labios, dejo el teléfono a un lado y se tomo el rostro entre las manos.

Recordaba su rostro, las mejillas sonrosadas surcadas por lagrimas silenciosas, sus grandes y expresivos ojos ámbar empañados por la tristeza del adiós, la forma desesperante en que se mordía el labio intentando reprimirse, su cabello largo con puntas decoloradas sujeto en un moño mal hecho, su voz quebrada por la emoción todavía se escuchaba tan nítida en su cabeza que el solo recuerdo le comprimía las costillas. Así había sido la última vez que había visto a Kenma.

"Solo déjalo... Es evidente que nosotros... No podemos seguir con esto, se termino Kuroo."

El sonido de la puerta al abrirse lo saco de sus pensamientos y se asomo entre sus manos para ver llegar a un Bokuto vestido de etiqueta con una pequeña bolsa en mano. Bokuto al instante lo miro de arriba abajo y de abajo hacia arriba. Kuroo sabía perfectamente que su amigo estaba comprobando de que todo estuviese en orden, y aunque tal vez su intensión era que la pequeña revisión pasara desapercibida, la verdad era que la sutileza nunca había sido el punto fuerte de Koutaro.

-¿Estás bien? -le pregunto Bokuto al acercarse a la mesa.

-¿Tu qué crees?

Bokuto frunció el ceño, entornando sus grandes ojos y torció sus labios en una mueca incomprensible mientras se sentaba frente a Kuroo sacando de la bolsa dos pequeñas botellas. En seguida se dispuso a desatar sin mucho cuidado el moño en su cuello y abrir las botellas sin mucho esfuerzo, pasándole una a Kuroo, mientras que él le daba un trago a la suya.

-Hermano siento traumarte pero tenía que avisarte. Al principio pensaba esperar a llegar y contarte bien todo el asunto, pero Akaashi me convenció que debía llamarte.

-Bueno, a la final resulto ser lo mismo, acabo de ver los mensajes. -dijo Kuroo con resignación.

-Es tu culpa por no poner a cargar el jodido teléfono. -se defendió Bokuto alzando un poco la voz mientras hacia un puchero.

-Quieres bajar la voz. -le reprendió el pelinegro rápidamente, mientras que señalaba la puerta de su habitación. -Tsukki está durmiendo.

-¡Oho!... Lo siento no sabía que iba quedarse hoy. -Bokuto se disculpo bajando la voz hasta casi susurrar, exasperando un poco a Kuroo.

Kuroo quien puso los ojos en blanco, se recostó al espaldar de la silla y le dio un gran trago a la botella en sus manos tratando de relajarse un poco, pero al notar el sabor dulzón en su boca se fijo en la etiqueta de la botella y miro a su mejor amigo arqueando una ceja.

-¿Qué es esto? -le pregunto a koutaro al levantar la botella.

-Té frio de durazno; hoy no puedo tomar licor, mañana tengo practicas con el seleccionado Japonés. -se excuso koutaro con una enorme sonrisa.

La Gracia de respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora