Stitches & Soju

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La ahjumma se retiró luego de desearle buen provecho y amablemente trocearle el pulpo y el calamar con una tijera poniéndolos sobre la parrilla que cocía los mejillones en salsa de cebolla y ajo. El soju burbujeaba en el fondo del alto vaso de cerveza junto a los palillos. Aquella habría la cena de ambos sino hubiese recibido tan hiriente mensaje de texto quince minutos antes.

"Hemos terminado. No me busques. No me escribas. No me llames. No me interesa."

Punto.

Nada más.

Sin explicaciones, directo al grano, o en su caso, directo al corazón. Conteniendo las lágrimas Seungcheol se preguntó si algún día lograría recuperarse de tan abrupta y horrible ruptura. Obviamente, no.

Aigo!

No se olvida fácilmente a la persona que por cinco largos y felices años fue el centro de tu vida, ¿cierto?

Ahjumma, por aquí!

Seungcheol regresó de vuelta al presente al un psicodélico desconocido habérsele unido en su mesa.

-Disculpa,–dijo seriamente, arrastrando las palabras por el alcohol consumido. El frío vaso a una raya de ser rellenado de nuevo.–,pero ésta es mi mesa. Piérdete.

-¡Omo! ¡pero si estás solo y el lugar está repleto! –sonrió el pelirrosa –¡pelirrosa!– quitándose el abrigo y la bufanda con confianza, tomando un juego de palillos.–Y no, no vayas a mentirme, sé perfectamente que nadie vendrá a hacerte compañía. Ni siquiera lo intentes. No funcionará. Aigo, tranquilo, te ayudaré con la propina, ¿sí? ¡Ahjumma, doegi gukbap, por favor! ¡Ah, y soju!

-¡Enseguida!

El pelinegro depresivo y de corazón roto no pudo contener la risa, anonadado, chirreando los dientes con coraje al ser ignorado por el malandrín confianzudo que tenía delante. ¡Era el colmo que el mundo quisiese joderle la vida, enviándole a un criminal adolescente, el día que lo tronaban de la forma más vil y cruel jamás conocida por la historia de la humanidad!

-Yah, piérdete dije. No estoy de humor. Búscate otra mesa.

-Oh, vamos, es obvio que no quieres que me vaya.

-¿Ah, no? ¿y por qué?

-¡Porque soy lindo! –chilló el chico regalándole su mejor aegyo.

Seungcheol bufó, queriendo dispararle.

-¡Que te pierdas!

-No, no me iré. ¿No escuchaste lo que te dije antes? Sé perfectamente que nadie vendrá y sentará aquí contigo.–negó el desconocido, sonriéndole.-Ah, por cierto, soy Woozi.

-¿Perdón?

-Escucha, yo quiero comer aquí y no hay lugar, además de que te vendría bien la buena compañía. No es bueno estár solo con el corazón roto, créeme.

-No estoy...

-No te preocupes, –negó el pelirrosa, robándole un poco de su kimchi con mirada brillante.–, a mí me pasó exactamente lo mismo hace una semana. Fueron tres largos y perfectos años, o al menos lo fueron para mí, obviamente no tanto para él, que me dijeron adiós tras un auricular, ¿patético, no? –contó el chico nunca perdiendo su brillante y bonita sonrisa.

Seungcheol solamente quiso echarse a llorar.

El cuenco de humeante sopa de puerco con cebollines verdes fue puesto sobre la mesa junto a otro más pequeño de arroz y una fría botellita de soju, junto a su respectivo vasito.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2016 ⏰

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