||Nota: Corta historia principalmente basada en el cómic, The Ultimates
La frialdad de la noche apenas hacía cosquillas sobre su sudorosa piel desnuda, había cosas más importantes que un gélido viento otoñal, besos más apasionados que los de la luz de la luna a poca distancia, contemplando silenciosa entre matorrales, intentando ser discreta compañera, la cómplice ideal que resguardaba esos íntimos momentos robados al tiempo.
Pietro se movía bajo su esbelta figura, siempre ansioso, aprisionado por la fragilidad que ella representaba, por su palidez preso, seducido y doblegado por las curvas que todos podían libremente contemplar y sólo sus manos rugosas recorrían durante las calurosas noches del verano o el fresco invierno, estación tras estación, año tras año desde que fueron lo suficientemente mayores para distinguir esa atracción, el calor subiendo y volviendo necesario la fricción; iban delineando el suave camino del pecado, con besos fervorosos sellaban finalmente su destino. Ni siquiera les importaba ser descubiertos, quedar a disposición y escrutinio de ojos curiosos que jamás podrían comprender lo suyo, su tan especial manera de amarse.
"Ellos" no habían sentido la soledad aplastante ni el abandono, ellos no comprenderían su pequeño secreto ni la necesidad por unir sus cuerpos en el dulce frenesí que el amor tenía para expresarse. Pietro y Wanda eran dos estrellas intentando brillar en la fría oscuridad que les consumía desde pequeños, deseando mutuamente darse el consuelo de la familia perdida.
Pietro suplicaba en silencio por la aprobación de un padre cruel e indiferente que le consideraba patético, en el mejor de los casos, un progenitor que sólo lo utilizaba para tener contenta a Wanda; buscaba a la madre que debió haber tenido, cariñosa, afable, y se aferraba al único lazo que le quedaba.
Retorcido quizás, impúdico, real, amor, amor le llamaban, amor era. Una sola palabra que perdía significado, un algo que intentaba validarse entre sonoros gemidos, allí escondidos del mundo porque el mundo los condenaba.
Ellos los separarían.
Que el mundo ardiese entonces, los gemelos no podían contenerlo, les consumía como el fuego a la pólvora. Sus labios dolían, su piel quemaba.
De un momento a otro las posiciones se invirtieron, Wanda quedó sobre la delgada manta que la separaba del perfumado pasto y la fría tierra, su espeso cabello regado como un misterioso velo castaño de suaves hebras que apenas y cubría los redondos senos desnudos que Pietro llenó de atentos besos, algunos pequeños, casi tímidos, otros se volvieron atrevidas succiones que le hicieron arquearse suplicando, mirando las estrellas tras sus enmarañados cabellos platino.
Era una hermosa vista. Pietro le estaba dando el cielo.
Y lo sintió.
Cuando él recorrió sus firmes muslos desnudos haciéndole rodearle las caderas, cuando empujó dentro de ella y Wanda gimió sabiendo que eran uno solo. Su calor estrecho abrazándolo sin tregua, su pecho agitado presionando, volviéndose un contraste de fragilidad, ternura y fuerza.
Entonces ya no sentían el frío o la soledad, se tenían mutuamente, siempre se tendrían el uno al otro como las estrellas acompañaban a la luna en un cielo oscuro.
—Te amo...te amo...
¿Cuantos no dijeron esa noche o todas las anteriores? ¿Cientos? ¿Miles? Eran sólo palabras echadas al viento que carecían de significado en los labios equivocados. Ellos no necesitaban adornos cuando podían sentirlo, compartirlo. Lo volvían real.
Wanda lo aferró con fuerza contra sus tibias curvas, sabiendo lo solitario que se sentía Pietro y lo posesivo que llegaba a comportarse. Tan celoso e inseguro. Siempre asustado de perder lo único que tenía, tan dependiente, tan enamorado. Pobre hermanito roto. Pobre hermana perdida que se aferraba a él intentando ser normal, intentando ya no tener miedo.
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Bajo las estrellas
FanfictionWanda y Pietro tienen una particular manera de amarse. Es incorrecto ante los ojos ajenos, ¿pero a quién le importa su aprobación? Lo que desean es disipar la soledad.