— ¿Billy, no?— Preguntó el taxista mientras conducía por lugares que nunca había visitado.
— Así es, ¿cómo sabes mi nombre? — Articuló Billy. El señor comenzó a reír descaradamente.
Era un hombre de avanzada edad. Podría ser perfectamente su padre. Vestía con una camisa a cuadros de colores chillones, a juego con los tapices de los asientos de su taxi. Tenía el pelo canoso, al igual que su ridículo bigote.
—Se podría decir que soy un buen amigo de Lourdes. Ella me habló algo de ti. — Billy atónito se sacudió la cabeza y sacó el papelito en el que tenía escrito el número de la chica. — Mira chaval, tu barrio. Ya puedes bajar. —
— ¿Cuánto es?—Preguntó Billy sacando la cartera.
—Tranquilo chico, Lourdes ha pagado tu viaje. — Respondió aparcando el coche. —Nos vemos pronto.
Billy abrió su cartera, en la que habían desaparecido los ahorros de todo el semestre, para el videojuego de la play que tanto quería. Solo había una foto suya tirado en una alfombra de terciopelo, rodeado de cervezas y colillas.
Acto seguido abrió la puerta del coche sin decir una palabra al taxista. Tropezó con el bordillo que tenía bajo sus pies. El taxista abrió la ventanilla soltando carcajadas burlonas.
—Por cierto, estás en tu universidad. Intenta no caerte por el camino a tu casa. —
Billy se sentía estúpido, una vez más.
Llegó a su casa, y para su sorpresa su madre no estaba. Se quitó la camiseta y la arrojó al lavadero. Se preparó un cuenco de leche con cereales a rebosar, que empezó a engullir hasta dejarlo vacío.
Subió a su habitación y se quitó el resto de ropa, poniéndose algo limpio que no apestase a vodka barato.
Se lanzó sobre su cama y miró el techo confuso, no paraba de pensar en la chica del Sweet Pleasure,
<<Sus penetrantes ojos celestes, su largo cabello lacio rubio... Y no hablemos de sus descomunales pechos de película porno... ¿Por qué una chica como ella me ha dado su número?>>
Pensaba mientras la imaginaba la noche anterior, sudada después de realizar su gran actuación.
Billy desplazó su mano por su pantalón buscando la cremallera, así abriéndola y metiendo la mano en sus boxers.
—Cielo, ¿estás en casa?— Su madre estaba de vuelta en casa.
Billy apartó la mano vertiginosamente. Saltó de la cama al suelo y volvió a tropezar contra su gran armario, que estaba abierto.
—Sí mamá, ya bajo— Voceó Billy enfurecido.
Billy bajó a la cocina aún con efectos de resaca.
— ¿Qué tal la fiesta a la que te invitaron tus nuevos amigos?— Preguntó entusiasmada.
Billy estaba avergonzado, no lo invitaron a ninguna fiesta y no tenía nuevos amigos. Solo fue una mala jugada de Scott Brawell y sus colegas, que me colaron en un prostíbulo, del que sinceramente había oído hablar bastante, ya que tenían al mejor personal.
—Genial, una experiencia diferente. — Diferente lo fue, ya que una chica le había dirigido palabra.
— ¿Bebiste? ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te prepare algo de comer?— Insistía su madre, acercando los labios a su frente para comprobar si tenía fiebre.
—Mamá, estoy bien. Ahora tengo cosas que hacer. — Billy se alejó de la cocina y volvió a su cuarto.
Decidió olvidar todo lo que había pasado, esto no iba con él. Rompió en varios pedazos el papel que incluía el número de Lourdes y lo arrojó por la ventana.
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Mi novia es Stripper.
Teen FictionBilly Cooper: veinte años, estudiante de informática, jugador profesional del LOL. Lourdes Anderson: veintiún años, estudiante de sexología, stripper. No existe ninguna razón para que estas dos personas lleguen a conocerse, pero ¿y si pasara? La noc...