05 | Terreno enemigo

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NARRA HAILEY

Jugueteo con mis dedos mientras fijo mi mirada en ellos pensando en cómo pude haber sido tan estúpida como para aceptar su insensata propuesta.

Si Sydney se entera me matará.

—Nunca nadie puede enterarse de esto —afirmo sin desviar la mirada de mis dedos.

Nathaniel asiente con su cabeza pero tampoco quita su vista de la carretera. Me doy cuenta de ello porque indiscretamente tiendo a desviar mi mirada hacia él, observando plenamente su perfil. Debo admitir que a pesar de que sea un patan misterioso es bastante atractivo.

—Tranquila no es como si fuera a alardear por ahí que la nueva se quedó a dormir en mi casa —responde con soberbia.

Achino mis ojos y le pego un pequeño puño en su hombro como desaprobación de su comentario. Odio cuando actúa como si fuese superior a los demás. Me recuerda tanto al idiota de Blake.

—Eres un idiota —afirmo molesta y me cruzo de brazos.

Después de haber pronunciado esas palabras me doy cuenta de que el alcohol saca el lado más atrevido de mi puesto que en condiciones normales no me hubiera atrevido tan siquiera a hablarle de esa manera.

De un momento a otro Nathaniel para el coche y fija sus ojos azules en mi causándome cierta inquietud.

—Sal —dice con tono autoritario.

—P-pero... —Antes de que pueda decir algo él me interrumpe.

—Te he dicho que salgas —me pide de nuevo.

Le miro perpleja sin entender que es lo que acaba de ocurrir o que es lo que acabo de decir tan grave como para que me mande a salir del coche. Aún así, decido hacerle caso y me apresuro a abrir la puerta del auto para salir de ahí.

Cuando termino de salir cierro la puerta con fuerza provocando un sonoro ruido que hace que Nathaniel me de una mirada desaprobadora. Después de eso me doy la vuelta y comienzo a andar sola y sin un rumbo fijo.

En mis pensamientos todo se torna confuso y empiezo a preocuparme por donde acabaré. Me arrepiento bastante de no haber sido más previsora con esto ya que desde que me ofreció quedarme en su casa se que sería una mala idea. No obstante, nunca pensé que sería capaz de dejarme aquí sola, con todo el frío que hace.

Mis ojos comienzan a aguarse. Estoy caminando sola por la calle y con un frío que te congela hasta el más remoto rincón de tu cuerpo. Con toda esta desgracia decido buscar al menos un sitio donde sentarme y descansar.

Veo el porche de una casa con unos cómodos escalones en la entrada. Sé que si me pillan sentada ahí pensaran que soy una indigente pero en estos momentos eso es lo último que me importa así que con las pocas ganas que me quedan de moverme me apresuro a caminar hasta allí.

Cuando me siento noto el tacto frío del suelo al rozar mi cuerpo y hace que un escalofrío recorre mi médula espinal. Doy un suspiro deseando que mi madre estuviera aquí y me llevara a casa pero eso es un deseo que se queda fuera de la realidad.

Finalmente, noto como mis párpados se cierran con fuerza y dejo de combatir mis ganas por mantenerme despierta dejando así que me sumerja en un profundo sueño sabiendo que estoy invadiendo el porche de la casa de personas que ni siquiera conozco.

(...)

Un rayo de luz molesto hace que abra mis ojos con cierto desánimo. Doy un pequeño bostezo nada más despertarme.

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