-Espero regresen comprometidas dentro de un año.- Quise escupir el vino que Alec había traído para la cena ante el comentario del Alpha.
No porque le temiese al compromiso, sino por ver aquella expresión de espanto que había en el rostro del padre de mi novia. Los Cabello y los Jauregui estábamos todos reunidos en la misma mesa compartiendo la que sería mi última cena en la casa hasta dentro de un año. Comencé a toser y sentí la mano de Camila dando suaves caricias en mi espalda.
-No hay prisa en eso.- Se apresuró a contestar el oficial recibiendo una seria mirada por parte de su esposa e hija mayor.
-Tal vez no. Pero si ellas lo estiman conveniente, estaremos bien con ello.- Sierra quiso excusar las palabras de su esposo haciéndose parte de la charla.
-Mamá, ¿Podríamos cambiar de tema, por favor?.- La morena se revolvió en su lugar un tanto sonrojada por la idea de un posible compromiso, lo que me pareció realmente encantador.
-Estoy segura de que juntas disfrutarán mucho de Manhattan.- Comentó mi madre desviando la charla a un punto totalmente diferente, por lo que le agradecí mentalmente- Es un lugar hermoso.
-¿Cómo lo sabes?.- Preguntó mi hermano mirándola interrogante.
-Oh cariño, tuve juventud. Conozco demasiado.- Todos en la mesa rieron.
Mi vista viajó hasta Emily, quien se había mantenido en silencio durante toda la cena sentada junto a Maia que parecía no entender lo que los adultos hablaban. La ojiverde jugaba a dar vueltas con el tenedor la comida que había en su plato y parecía muy sumida en sus pensamientos. Podía palpar la tristeza que emanaba, y justo en ese momento deseé poder leer su mente como lo hacía Leah. Ahora que la recuerdo, ni ella ni Adam están presentes esta noche.
Después de la cena busqué a Emily y al notar que no se encontraba en la sala, subí las escaleras de dos en dos hasta llegar frente a la puerta de su habitación. Di dos suaves toques en la madera antes de escuchar la señal que necesitaba para poder adentrarme en el cuarto sin irrumpir de lleno en su privacidad.
-¿Qué es lo que pasa por esa mente tuya?.- Pregunté con tono divertido acercándome hasta su cama en donde yacía sentada apoyada contra el respaldo de ésta.
-Nada interesante.- Dijo con una media sonrisa.
-No me mientas Em, tu tristeza se nota a kilómetros y no precisamente por el olfato.- La pique dándole un codazo flojo- Dime, ¿Qué te tiene así?
-Te vas a ir por un año entero o quizás más. No quiero que estés lejos.- Admitió con un suspiro y la miré enternecida.
-Estaremos en contacto. Podremos venir los fines de semana, cuando Camila no tenga sus clases.- Traté de animarla y ella pareció darle vueltas a mi propuesta- No será tan duro. Ni siquiera notaras mi ausencia, lo prometo.
-¿Qué ocurre si pierdo el control? ¿Quién logrará calmarme? Ni papá puede hacerlo.- Murmuró con preocupación y fruncí ligeramente el ceño pensando en aquello. Era cierto, yo había sido la única capaz de contenerla.
-Bueno, estoy segura de que Liam y los demás sabrán que hacer. Y si me necesitas, si cualquiera de ustedes lo hace, estaré aquí en menos de lo que crees.- Aseguré colocando un mechón e su cabello tras su oreja evitando que cayera por sus ojos.
-¿Lo prometes?.- Sus ojos esperan una afirmación y no tardé en concederla.
-Lo prometo.
...
Terminé de cerrar la última de mis maletas y con ayuda de mi padre bajé todo mi equipaje hasta el primer piso en donde Lauren ya me aguardaba impaciente. Al vernos descender las escaleras se acercó a mí padre y le tendió una mano con una de las maletas.