Capítulo Cinco

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Austin

Luego del extraño momento que he pasado con Helen, decido ir a recostarme un rato más. La habitación de Ayden siempre me ha parecido el lugar más acogedor del mundo. Todas y cada una de las cosas que hay en ella tienen algo que decir de él. 

Me pongo cómodo y comienzo a inspeccionarla lentamente para ver qué había cambiado desde la última vez que estuve aquí. A mi derecha da la sensación de que todo sigue igual: sus siete posters de The Fray continúan en la misma posición, y aunque a algunos ya se les empieza a notar el paso del tiempo, Ayden se rehusaría rotundamente a despegarlos. Cuando estiro mi brazo e intento arreglar las extremidades de uno que estaba bastante arrugado, la frase manuscrita en la pared me llama la atención. Me quedo unos segundos tratando de enfocar mi vista para comprenderla, pero la letra es muy pequeña y la posición en la que estoy me lo hace todo mucho más complicado. Entonces, muy rápidamente, la curiosidad se apodera de mí y me acomodo en el borde de la cama para tener un mejor ángulo de lectura.

"...me estaba derrumbando?"

Pienso durante unos segundos si es buena idea seguir despegando el papel, y finalmente opto por hacerlo. Comienzo a quitar muy despacio la cinta adhesiva del poster que ocultaba la mitad de las palabras, hasta que aparece la frase completa.

"Donde estabas cuando me estaba derrumbando?"

Sé de sobra que lo escribió por mí. Ahora que comprendo lo duro que ha sido para él atravesar toda esta situación me siento demasiado egoísta.

Me hierve la sangre y me enojo conmigo mismo. Me levanto hecho una furia y comienzo a despegar el resto de los posters mientras que más frases me inundan el campo visual.

Mi corazón se hace añicos lentamente. Cada letra representa una carga inmensa con la que no puedo lidiar. No en ese momento, no con todo lo que me había sucedido. Luego de casi morir de frío y haber peleado con mi padre, lo que seguramente haya hecho que mi familia me odie aún más, eran situaciones demasiado estresantes para un chico de tan solo diecisiete años. Ahora además, recaía en mi conciencia el inmenso daño que le había causado a la única persona que amo de verdad, y eso era lo más desesperante de todo.

"Deseo no haberte conocido nunca"

El peso de ésta última me convenció para apartar mi vista de la pared. Ya era demasiada la tortura que me había causado. Apoyo los codos en mis rodillas y hundo la cabeza entre las manos soltando un largo y ruidoso suspiro. Todo aquello me ha agobiado desmesuradamente.

Escucho a Ayden acercarse por el pasillo, pero no me encuentro con las energías suficientes como para volver a poner todo en su lugar. Luego de una fracción de segundo, noto su presencia en la habitación y sé que ya ha visto todo el desastre que hice. Espero con ansias que se enfurezca y me grite, pero sólo oigo un suspiro indescifrable que no hace más que desconcertarme. Quito lentamente las manos de mis ojos, como si cada movimiento realmente me doliera y le clavo la mirada.

— Lo siento. —Llego a formular con una voz ronca—. No... no quise, simplemente lo estaba acomodando y vi todo lo que has escrito. ¿Es cierto que deseas no haberme conocido nunca? —La pregunta sale disparada de mi boca antes de que pudiese pensarlo—. Yo... de verdad lo siento, Ayden. No quise haberte causado tanto daño, pero no encontré otra salida. Pedirte ayuda era arrastrar mi oscuridad a tu vida, y no quería eso. No fue una decisión muy inteligente, pero creo que tú hubieses hecho lo mismo en mi lugar. Solo quiero que sepas que todo lo que hice lo hice pensando en ti, pura y exclusivamente en ti. Si quieres que me marche lo comprenderé

Se siente como quitarme una gran mochila de la espalda el poder haber vomitado todo lo que tenía guardado. Al menos ahora la cara de Ayden me daba más respuestas. No estaba enojado, pero tampoco contento. Abre la boca para y luego vuelve a cerrarla, como si estuviese midiendo cada palabra.

Mi Casualidad Eres TúWhere stories live. Discover now