Capítulo 27

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Comenzaron lentamente pero luego el beso tomó un rumbo más intenso. Sus lenguas se acariciaban y tenían sus cuerpos cada vez más pegados.

Habían dado muchos besos en su vida, pero ninguno se comparaba con éste, era un beso tierno, lleno de sentimientos.
Ni los besos de Daniel eran tan especiales como aquél.

En ese momento, mientras saboreaban sus labios sus estómagos no dejaban de dar vueltas y vueltas. Miles de sentimientos los invadían, nuevos sentimientos encontrados entre ambos.
Ella comenzó a acariciar con delicadeza el cabello de Dylan.

Luego de un tiempo despegaron sus labios lentamente por la falta de aire. Abrieron sus ojos que en ese momento se encontraban cerrados, y se observaron detenidamente sin decir ni una sola palabra.

Pero aquél tierno momento fue interrumpido por la tos fingida de el hombre que se encontraba mirándolos.
Los chicos voltearon a verlo.

-Lamento interrumpirlos señorita Stone y joven O'Brien -habló George- pero no está permitido bañarse a esta hora en la piscina.

-Oh discúlpanos George  -dijo nerviosa Sarah.

-Fue mi culpa, -añadió Dylan- no volverá a suceder.

La chica, quien aún seguía abrazada a Dylan, volteó a verlo algo avergonzada.
En una acción apresurada, Dylan nadó con la chica hasta la orilla de la piscina y salió él primero para después disponerse a ayudar a Sarah para que saliera.
Le extendió su mano, y ella se la recibió gentilmente.

-Esperen aquí -dijo George sin quitarles la mirada de encima a ambos- no pueden entrar todos empapados.

Caminó hasta dentro del apartamento y tardó un minuto en volver a salir con dos toallas blancas. Y rápidamente les entregó una a cada uno para que se secaran un poco.

-Ahora suban a sus apartamentos y haremos como si esto nunca hubiera pasado.

-Gracias George -dijo Sarah mientras se encaminaba al apartamento.

-Gracias -dijo Dylan con la mirada baja.

-Espera, -lo detuvo tomándolo del brazo- quiero que se vayan a sus respectivos apartamentos. Hablo en serio joven O'Brien.

Dylan lo miró con el ceño fruncido sin entender muy bien a qué se refería.

-No quiero verla salir mañana de tú -lo señaló- apartamento, sabes a lo que me refiero.

-No pasará -negó con la cabeza- Créame.

-Eso espero -sonrió.

El chico siguió a Sarah un tanto distanciado de ella.
La chica iba callada con la mirada baja caminando por el pasillo del apartamento.
Dylan sólo la observaba detenidamente.

Tomaron el ascensor juntos, iban completamente sólos, en silencio.
Era uno de los momentos más incomodós que les tocó pasar, no se decían nada, ni se miraban.

Cuando el ascensor se detuvo en el piso tres, y abrió sus puertas rápidamente Sarah bajó de éste seguida por Dylan, quien iba un poco más tranquilo.

-Buenas noches -habló ella una vez que había entrado a su apartamento.

-Buenas noches -respondió él al mismo tiempo que la observaba cerrar su puerta.

Ambos entraron a sus hogares, Sarah se encaminó rápidamente a su baño, se quitó la ropa húmeda, abrió la ducha y se metió bajo esta.
Con agua tibia comenzó a darse un baño mientras en su mente no dejaba de recordar aquél momento que había pasado hace un rato con el chico castaño de ojos avellana.
Ya bañada y vestida se acostó en su cama, allí recostada mirando el techo, pensaba en su vecino. Recordaba cuando sus labios se rozaron, se acariciaron en el beso más tierno que había presenciado.
Con sus dedos comenzó a delinear sus labios, con la imagen y la sensación de que sobre los de ella estaban los suaves labios de Dylan. Suspiraba cada vez que recordaba como había sido ese perfecto beso. Tantas veces había soñando con besar la boca de ese chico y se había hecho realidad por fin.

Futuro Incierto. Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora