Te lo Prometo

118 9 27
                                    

El bus donde el equipo del Aoba Josai se transportaba hacia la escuela luego de su derrota contra Karasuno iba completamente en silencio. Casi todos los que habían tocado la cancha habían caído dormidos a excepción de Oikawa, quien solo miraba por la ventana sin expresión alguna. Iwaizumi también iba despierto aunque por la posición en la que iba sentado nadie podría decirlo a ciencia cierta.

Los ojos del as del Aoba aún ardían un poco por las lágrimas que había derramado al dejar la cancha, aún así el ardor que más sentía Iwaizumi en su cuerpo era el que la mano de Oikawa había dejado en su espalda al darle consuelo.

Con cuidado de que su amigo no lo notará, Iwaizumi miro el reflejo de Oikawa de reojo, esperando ver algún rastro de humedad en las largas pestañas; aun así, el capitán seguía con su expresión blanca sin nada en ella.

Cuando el bus se detuvo en la escuela Oikawa se estiró y con cuidado movió a Iwaizumi para que despertará mientras llamaba a sus compañeros.

-Dejaremos la reunión para mañana-dijo el capitán una vez todos bajaron del autobús-dejen el equipo en su lugar y vayan derecho a casa a descansar.

Nadie puso objeción por la orden del capitán, por lo que sin esperar una repetición todos empezaron a moverse.Como era de costumbre, Oikawa se quedo de ultimo para asegurarse de que nadie se quedará atrás y así cerrar el salón del equipo de voleibol.

-Quieres ir a comer pan de leche?-preguntó Iwaizumi en la puerta del salón del club. No había hablado nada desde que habían dejado el gimnasio y sentia que habia pasado una eternidad desde que había intercambiado una palabra con Oikawa

-No tengo mucha hambre, pero gracias por la invitación Iwa-chan-dijo Oikawa mientras le dedicaba una sonrisa a su interlocutor antes de girarse.

Iwaizumi miro la espalda del armador pensando por primera vez en que los hombros de éste eran injustamente pequeños a comparación del peso que debía estar sintiendo; no solo habían perdido su última oportunidad de ir al torneo nacional, donde nunca habían logrado poner un pie, sino que tampoco habían logrado derrotar a Ushiwaka, ni una sola vez, como siempre habían deseado. Al ser el capitán, Oikawa debía asumir siempre toda la responsabilidad de las fallas del equipo y estaba en la obligación de mantenerse sereno frente a los demás, tragándose así sus propias frustraciones para el bien de los demás; aunque siempre exisitia una excepción llamada Iwaizumi.

Un profundo y silencioso suspiro salió de los labios de Iwaizumi mientras se adentraba al salón del club cerrando la puerta para ir a donde Oikawa. Los 10 pasos que Iwaizumi atravesó para llegar al castaño fueron eternos para el As puesto que sentía que por cada pisada Oikawa se alejaba más de él.

Cuando el cuerpo de Oikawa estuvo a su alcance, Iwaizumi alzó sus brazos y rodeó con ellos el delgado cuerpo de su mejor amigo que sufría pequeños temblores que trataba mantener bajo control mientras unas gruesas lágrimas caían sobre las manos de Iwaizumi.

-Dejalo salir-musitó Iwaizumi con voz ronca pero amable, provocando que aquel idiota sonriente se quebrara

Sin saberlo muy bien Iwaizumi acabó sentado en el piso con el castaño entre sus brazos. El As solo miraban al techo del club mientras pensaba para sí mismo mientras acariciaba cariñosamente la espalda de Oikawa quien lloraba en silencio sobre su hombro. Qué hubiera pasado si no hubieran perdido el partido contra los cuervos? Habrian ido a la final a pelear 5 sets contra Ushikawa y...quizás habrían perdido allí nuevamente como lo llevaban haciendo desde la escuela media. En cierta forma perder contra Karasuno era un poco menos doloroso que perder contra Shiratorizawa, pues en ese equipo había muchos diamantes en bruto que empezaban a funcionar poco a poco.

Luego de un rato el cuarto se quedó en silencio e Iwaizumi, creyendo que tal vez Oikawa ya se había calmado, trato de mirarlo a la cara, cosa que el capitán no permitió

-Dimos todo lo que teníamos. No hay nada de qué arrepentirnos-musitó Iwaizumi apoyando su mentón en la coronilla de su amigo

Oikawa mantuvo su cabeza recostada en el pecho de Iwaizumi antes de hablar con voz ronca

-Crees que hubiéramos tenido oportunidad contra Ushikawa esta vez?

-Hmmm no lo se-suspiro sinceramente Iwaizumi-nunca lo sabremos

-Para derrotar a ese monstruo se necesitaría otro monstruo-gruñó Oikawa haciendo un puchero mientras movía su dedo sobre el firme pecho de Iwaizumi

-En este caso, quizás un grupo monstruos en crecimiento podrían con él.

Iwaizumi bajo su mirada para tratar de ver la cara de Oikawa pero este no despegó la cara del pecho del As ni un centímetro

-No te deprimas de esa forma..ya tendrás alguna oportunidad para darle su merecido

-Eso no es lo que me tiene así-suspiro Oikawa.

-A no? No era que querías darle su merecido?

-Si pero...hay algo peor que perder la oportunidad de darle a ese idiota su merecido

-A si? Cual es?-pregunto Iwaizumi

Oikawa levantó sus ojos llena de lágrimas mirando a Iwaizumi con el labio temblando mientras trataba de no llorar otra vez

-Tooru, que te pasa?-pregunto Iwaizumi usando el nombre de pila de su amigo, pues solo cuando estaba realmente estaba preocupado lo llamaba así.

-Yo solo quería jugar un poco más junto a ti-sollozó Tooru antes de romperse nuevamente

El corazón de Iwaizumi se retorció dolorosamente mientras veía a su querido idiota llorar de esa forma por su culpa. Oikawa era alguien realmente especial, pues más allá del dolor de la derrota, de su orgullo destruido por no poder derrotar a Ushikawa. La mayor angustia que nublaba el corazón del armador era la idea de no poder jugar voleibol una vez más con él.

-Volveremos a jugar otra vez. Tal vez no ahora, tal vez no pronto...pero algún día volveremos a pisar la cancha al mismo lado de la red y entonces harás que vuele como siempre.

Oikawa miro a Iwaizumi con esa mirada que solo usaba cuando ambos estaban solos. La mirada que provocaba que las manos del As del Aoba ardieran antes de tomar el blanco rostro de su mejor amigo para unir los labios de ambos en un beso. Los labios de ambos estuvieron juntos por un pequeño lazo de tiempo que resultó eterno pues en los años siguientes ese suave y delicado roce nunca desapareció ni cuando la promesa de Iwaizumi se cumplio.

Fin~

Te lo PrometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora