Os voy a contar una historia.
La historia de una loca que se ahorca cada vez que se vuelve cuerda.
Esa cuerda de la que a veces se descuelga para bailar sobre cristales, que es mucho mejor que poner los pies directamente en la tierra.
Sonríe y tararea su canción favorita mientras se cura las heridas. Son ya dieciocho años de ahorcamiento progresivo, y todavía no ha vivido ningún momento en el que le falte el aire.
Aunque si que es cierto, que el nudo de la cuerda en su cuello cada vez aprieta más.
Si hay algo que le quita el sueño es que a la locura se le llame enfermedad, cuando lo que nos perjudica es la cordura.
A veces, es muy infantil y otras, demasiado madura.
Unas veces, ríe por todo y otras, simplemente, se derrumba.
Es una antítesis en mayúsculas.
Le tiene miedo a ser cobarde y casi siempre lleva mal pintadas las uñas, es un poco desastre.
Sus únicas armas son un boli y un cuaderno, le angustia la rutina y el paso del tiempo.
Es como un barco de papel, que está hecho para navegar pero que en cuanto toca el agua, se deshace en el mar.
Tiene el pelo compuesto de claves de sol, y de hecho, lleva por bandera la música, la poesía, la paz y el amor.
No ve la vida en colores, porque todos están corrompidos, asociados a alguna ideología o algún himno.
Le da vértigo no estar a la altura de algunas expectativas, y sin embargo, no tiene miedo a volar sobre papeles o cartulinas.
No encaja con su alrededor.
Ella en sí es todo contradicción.
Pero sin duda, lo peor es que ella, soy yo, en tercera persona.
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My history.
Short StoryLa historia de una loca que se ahorca cada vez que se vuelve cuerda.