Todos los días era igual, se levantaba, duchaba, se iba a trabajar y volvía a las cinco de la tarde.
Dependiendo del día se cogía la cámara o el portátil y se ponía frente al espejo de su habitación.
Cuando estaba en el ordenador siempre buscaba de que podría hablar en su próximo vídeo, y
siempre, casi siempre, encontraba las cosas adecuadas en menos de media hora, más o menos.
Cuando acababa los guiones, se ponía delante del espejo y se ponía a recitar las cosas.
Una de las veces que más tiempo estuvo delante del espejo fueron alrededor de horas seguidas
hablando, exceptuando los breves momentos en los cuales se ausentaba para ir al baño o ir a beber
un trago de agua. Aquel día estuvo hablando de la situación política en su país, puesto que en las
elecciones no quedaba del todo claro quien sería el próximo presidente. Habló de lo mucho que eso
estaba perjudicando a la economía en general del país. De que si la situación seguía así, no sólo las
personas a nivel particular iban a notar repercusiones, sino que también a las personas de la alta
sociedad.
Al día siguiente, se cogió la cámara y se puso a decir todo lo que había estado practicando el día
anterior ante aquel espejo, que tanta historia tenía, aunque el personaje del cuál hablé anteriormente
no sabía absolutamente nada de aquel espejo.
El espejo lo había comprado hacía unos años en un anticuario de Berlín. Estuvo de vacaciones allí
por una semana durante un verano y el espejo le había encantado. Tenía aspecto de antiguo, raído y
sucio, pero le gustó tanto que a pesar de su precio, que era un tanto elevado, lo compró.
Ese espejo antes de llegar a Berlín había estado en un museo de París bien conocido, el Louvre, del
cual había sido robado por unos ladrones que compraban y vendían sus bien preciados tesoros. Pero
aun hay más. Antes de París el espejo había estado en Moscú, ciudad de la que eran sus ladrones
originales. Lo robaron en el Valle de los Reyes en Egipto y lo llevaron a Moscú en un coche, puesto
que el espejo no era demasiado grande. El robo se produjo en la década de los años 20 del siglo
pasado y en casi un siglo, recorrió medio mundo, porque esos ladrones rusos lo habían vendido a
Pablo Escobar, el narcotraficante Colombiano que lo había comprado por cinco millones de dólares.
Cuando lo detuvieron la policía le incautó el espejo y lo mandaron a París. Allí estuvo quince años
en el Louvre, del cual lo robaron unos alemanes y lo vendieron en Berlín en el anticuario.
El caso es que se cuenta que los rusos lo robaron de la tumba de Tutankamón el espejo cuando se
descubrió, en 1922. Una noche, los rusos, que se habían enterado de el descubrimiento, se colaron
en el campamento de Carter para buscar algún tesoro. No encontraron oro, pero si un espejo que
semejaba tener mucho valor.
El espejo en particular no se guardaba en la tumba del joven faraón por nada, si no que se cree que
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El espejo que vio mundo.
AdventureOs propongo un pequeño relato basado en una historia real y con algún que otro hecho ficticio. Espero que os guste. Compartidlo.