El conejo y sus serpientes.

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 La habitación estaba medianamente iluminada, supongo además que viene otra de esas frases que te ponen los pelos de punta. Solté un pequeño suspiro. Estaba en lo correcto, en la habitación se escuchó retumbante una voz:

—Nace de lo más profundo, nace del infinito ser, donde los buitres envueltos en llamas carcomen lo que de serenidad queda... ¿Qué es?

—Mhh, así que esta prueba es un acertijo, esto será fácil, ¿me lo puedes repetir?

— ¿Crees qué es así?, lamentablemente no, sólo tenía que poner en prueba tu mente, nosotros lucharemos pequeño, y si es que quieres saber, la respuesta es—hizo un gesto de redoble de tambores acompañado de silencio total— ¡La ira!

Su aspecto es la de un conejo, tiene una personificación media humana, realmente tiene un aspecto perturbador, mide aproximadamente un metro y medio, o quizás un poco más alto es ella, su cuerpo está rodeado por serpientes, que animales más molestos y desagradables, su cuerpo además es muy peludo, sus dedos y uñas largos y afiladas, tenía patas de pájaro, en específico de una gallina. Las serpientes emanaban un líquido completamente morado que salía de sus colmillos, no me extraña para nada que sea un veneno mortal para el cuerpo. Algunas eran bicéf... tenían dos cabezas, yo y mis palabras raras, bicéfalas no es un buen término en este momento.

Sostenía un recién nacido en sus brazos... Que ternura... pero demonios, comenzó a devorarlo lentamente, hasta quedar con el hocico lleno de sangre. Me dieron ganas de vomitar en este momento, muchas ganas de vomitar.

— Lo siento— dijo ella— son mi alimento, y te seré sincera, tenía mucha hambre, quizás pienses que son pobres almas pérdidas, pero están muertos, date cuenta, ellos son abortos, ya sean inducidos o naturales, la gente que aborta crea mi alimento, y es tan exquisito, pero... ya basta de charlas, hagamos lo que debamos hacer.

La criatura es veloz, corrió hacia mí y me trató de golpear rápidamente con sus enormes y afiladas garras, no tomaba ningún descanso y a mí no me daba ningún respiro. Cuándo bajó la guardia le lancé rápidamente la daga que tenía en la mano, esta le dio en la pierna y ocurrido esto, fue corriendo a ocultarse en la oscuridad. Lo sorprendente es que mientras se iba alejando, muchas serpientes, mejor dicho toooodas las que llevaba en el cuerpo se desprendieron de él. No atacaban todas juntas, así que aproveché esto y una por una les fui cortando la cabeza. Esto me tomó mucho tiempo, pero acabé, al momento de decapitar la última serpiente esta esquivó y me mordió levemente la pierna, la quité de una patada y le enterré mi sable, el conejo corrió apresuradamente a atacarme y pronunció:

—Lamashtu será quién te dé el golpe final—dio un gran salto y se abalanzó sobre mí, con un manotazo lo alejé de mí, tomé una de las cabezas que había cortado y le enterré los colmillos en su cuello, inmediatamente se puso blanco, mucho, y cayó al piso .Le saqué la daga que aún tenía enterrada y me hice un corte en la pierna, con el fin de poder extraer un poco el veneno, cuando vi que salía un líquido morado junto a la sangre dejé de usar la daga, espero que haya retirado todo, ahora solo me vendaré la pierna, pero el único problema es que no hay nada cerca para hacerlo, así que no me queda nada más que esperar a que el sangrado termine.

Cuándo por fin dejé de sangrar, fuiste hasta la puerta que hace un rato ya había aparecido, me fijé que el cráneo que tenía como picaporte estaba dañado en la parte superior. No le di importancia a ese detalle y crucé.

El camino de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora