Naranja

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El color favorito de Kenma es el naranja, porque le recordaba aquellos atardeceres cuando niño en donde jugaba voleibol con Kuroo. Porque le recordaban aquellas tarden calurosas que antes tanto odiaba, se recordaba junto a su equipo después de los entrenamientos, comprando helado para no morir de calor. Con Tetsurou llevándolo a todos lados, si fuera por él nunca hubiese salido de casa y nunca hubiera estado en un equipo deportivo. Ahora, mucho tiempo después, le agradece.

Ahora, que puede ver todo lo que ha ganado gracias a su ayuda.

El naranja le recordaba al uniforme del equipo que logró desesperarlo, lograron que ansiara obtener la victoria y nada más, lograron que se sumergiera completamente en el juego. Que la derrota le supiera amarga, él veía a su equipo llorar y gritar, se sentía completamente impotente, era el último juego de los de tercero; el último juego de Kuroo.

Karasuno los venció, los cuervos derrotaron a los gatos. Su capitán mencionó palabras de aliento que absolutamente no sentía en ese momento, Yaku estaba frustrado pero no lloraba, tenía los dientes fuertemente apretados, al igual que las manos. Nadie de tercero lloró, todo había terminado para ellos, pero no derramaron lágrimas frente a todos, Kuroo parecía ser el único que mantenía completamente la compostura, pero habían estado juntos desde niños. Sabía que cuando estuviese solo lloraría y ahí estaría él, consolándolo silenciosamente, como todos los años desde que se conocieron Tetsurou había estado.

Pero en todo ese tiempo, el número 11 de Karasuno no había dejado de observar a su capitán. Kenma no logró descifrar cómo lo miraba, aunque eso dejó de importarle cuando Yaku no pudo más y comenzó a llorar, Lev lo abrazó. Hubiese esbozado una sonrisa por la cómica escena, Lev tenía que agacharse demasiado, estaba seguro que en un rato le empezaría a doler la espalda, pero bajo el contexto en el que se encontraban sólo consiguió que se sintieran más abatidos.

Esa fue una tarde amarga, pero aun así no odió el color naranja, le gustó más. Shoyo había cumplido su promesa.

Ese color también le recordaba su primera cita con él, si puede considerársele así. Ya que sólo estuvieron en su recámara jugando videojuegos, con Kuroo entrando de vez en cuando con la excusa, "Tengo que proteger tu integridad". Como si fueran a hacer lo mismo que él hace con Tsukishima —poco después entendió a qué se debía la mirada—. Kenma podía verse contagiado un poco por la exacerbada alegría de Hinata y esbozar sonrisas de vez en cuando. Ese día el naranja estaba en todos lados; en el nuevo mando para la consola que Shoyo había comprado, los zapatos que estaba utilizando, en su mochila.

Pero su cabello era el tono favorito de Kenma.

Si le preguntan cómo es que le gustó el número 10 de Karasuno, no sabrá responderte. Quizá fue la primera vez que lo vio, con toda su alegría y resplandecer, aumentó cuando lo vio jugar, superando las expectativas para alguien de su estatura. Pero definitivamente no había duda cuando le dijo que haría que se sintiese desesperado por anhelar la victoria, que lo haría sentirse fuera de sus estándares al jugar con él.

Nunca antes alguien le había llamado tanto la atención.

Pero es que, ¿alguien podría responder cuándo es que se enamoró? Eso sólo sucede, pero puede responder bien por qué le gusta. Kuroo ya había preguntado, aunque al principio se sintió agotado de tan sólo ver cómo brillaba Hinata, fue difícil seguirle el ritmo...Hasta que Shoyo se dio cuenta y fue él quien avanzó al ritmo de Kenma, también fue complicado para él, quería besarlo la mayoría del tiempo, pero el contrario se sentiría cohibido así que antes de hacerlo pedía permiso, cosa que el otro agradecía.

Poco a poco Kenma se acostumbró al contacto y Hinata resplandeció aún más.

El naranja también estaba presente en la cancha, resplandecía en ella. Igual que resplandeció cuando Shoyo fue hasta Tokio para plantarse en medio de ella y gritar que estaba enamorado de él, una semana después de que Nekoma haya perdido las nacionales, todos se giraron hacia ellos. Kuroo mantenía una sonrisa ladina, pero los demás estaban sorprendidos, entre ellos; el entrenador.

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