Capítulo 37

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El viaje de regreso a Miyagi fue extraño para Daichi. Durante los últimos dos años se había acostumbrado a ir acompañado por Oikawa y Ushijima en cada tren que los llevaba y los traía de su ciudad natal. Se había familiarizado tanto con esa rutina, que ahora la ausencia de sus amigos le resultaba muy desconcertante. No iba solo, en verdad, pues Iwaizumi viajaba junto a él, de vuelta a Miyagi tras haber despedido a Tooru en el aeropuerto. Pero el muchacho no estaba muy elocuente que se diga; iba cruzado de brazos, con la vista perdida en la punta de sus zapatillas y los pensamientos en las nubes, esas que Oikawa debía estar atravesando en ese preciso instante.

Daichi lo comprendía y, por lo mismo, no trató de forzar una conversación innecesaria. Giró la cabeza hacia la ventana y se quedó contemplando el paisaje que se sucedía a toda velocidad allá afuera, a medida que el tren avanzaba. Él también tenía su propia cuota de despedidas y desencuentros, por eso entendía un poco lo que estaba pasando por la cabeza de Iwaizumi en ese momento.

Dos años y medios atrás Daichi también había tenido que decirle adiós a una parte de sus planes y expectativas, a sus ilusiones y deseos. Sucedió aquel día en que tuvo que despedirse de Suga en el andén antes de partir a Tokio. Después de haber imaginado por meses que se irían los dos juntos, fantaseando con todas las vivencias que compartirían en la gran ciudad a partir de entonces, que repentinamente uno de ellos se viera forzado a quedarse atrás fue desolador para ambos chicos. Los dos eran bastantes maduros y centrados para su edad, y la razón por la cual Suga debió quedarse en Miyagi no era un tema banal; pero no dejaban de ser dos críos enamorados, con las cabezas llenas de sueños por cumplir y los corazones anhelantes por salir a vivirlos. La desilusión caló hondo en el interior de ambos, aunque trataron de no hacerlo evidente.

Perdido en la nostalgia de los recuerdos y las despedidas pasadas o recientes, el viaje se le hizo muy corto a Daichi. Cuando quiso darse cuenta, el tren ya estaba entrando en el andén de la estación y sus ojos recorrieron la multitud que se veía a través de la ventanilla, buscando una cara familiar.

—Nos vemos luego, Sawamura —dijo Iwaizumi en cuanto se bajaron del tren, cargando el bolso de viaje al hombro.— Disfruta de las vacaciones.

—Gracias, tú igual —repuso Daichi y se estrecharon la mano al pasar.— Nos vemos por ahí.

Hajime asintió y se marchó, perdiéndose entre la multitud. Daichi lo observó alejarse un momento y luego se giró para buscar a Suga, que iba a esperarlo siempre que podía. No le tomó mucho tiempo encontrarlo, pues su cabello claro destacaba entre el gentío y su sonrisa era inconfundible para Daichi, aún entre un millón de sonrisas más. Koushi les estaba dando unas indicaciones a unos turistas extranjeros que le preguntaban por una dirección; el chico les sonreía amablemente mientras trataba de hacerse entender en un inglés no muy fluido.

Daichi esperó a que los dos turistas entendieron las indicaciones y se alejaran tras dar las gracias. Entonces se acercó a Suga por detrás, inclinándose para hablarle al oído.

—¿Engañándome con extranjeros apuestos desde tan temprano? —Preguntó Daichi componiendo un exagerado tono grave.

Suga dio un leve respingo.

—¿Qué puedo decir? Soy un infiel insaciable —replicó Kouji con expresión juguetona al girarse para mirarlo.

—Ven aquí, adorable adúltero —susurró Daichi, sonriente, mientras le daba un fuerte abrazo. Algún que otro ojo curioso se desvió hacia ellos, pero solo parecían dos amigos reencontrándose.— Te extrañaba.

—Y yo a ti, querido cornudo —Suga también sonrió con ganas, devolviéndole el abrazo estrechamente.

Sin embargo, tuvieron que separarse antes de lo que les hubiera gustado para no levantar miradas indiscretas. Daichi tomó su bolso del suelo y los muchachos salieron juntos de la estación, charlando entusiasmados. Suga no acompañaría a Daichi hasta el barrio donde ambos vivían porque debía pasar antes por el hospital; la abuela Kameko llevaba varias semanas internada e iba a visitarla a diario.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora